SaraYo me giro hacia él, pestañeo coqueta y asiento como si le hiciera un gran favor por ello. Se ensancha su sonrisa y la acerca despacio hasta la mía, sin perder contacto visual en ningún momento hasta besarnos. Se sacia mi ansiedad por sentirlo cuando me besa con presión, con urgencia y con muchísimas ganas contenidas. ¡Él también lo deseaba! Lo noto. Sus labios se separan y su lengua busca la mía apresurada, como si tuviéramos solo un instante para nosotros y tuviéramos que aprovecharlo al máximo.
Conforme finalizamos el beso, su mirada desciende hasta mis pechos desnudos, hace un gesto torciendo la cabeza y bufando antes de hablar.
—¡Qué ganas me están entrando de estrujar tus...!
—¡Una Zero por aquí! —interrumpe Marina muy divertida.
Me incorporo un poco para beber el refresco que me ofrece, me siento abochornada por la electricidad que desprende Iván cuando se acerca tanto a mí. Bebo intentando refrescarme desde dentro y algo consigo calmar.
Iván vuelve al timón con Julio, y Marina se tumba a mi lado de nuevo.
—¿Sabes? Tú le gustas mucho a mi marido —comenta como quien dice que el mar hoy está calmado y transparente, sin embargo yo casi me atraganto con la cola.
—¿Tú crees?
—Sí. Hemos tenido rollitos esporádicos con otras parejas. Él ha tenido alguna amiga especial por su cuenta también. Pero esa química que veo entre vosotros... —Marina menea su cabeza como si la estuviera midiendo—, no la había visto nunca tan intensa con las otras personas.
—¿Eso es malo? —cuestiono intentando entender si está molesta o si lleva bien esa supuesta química tan intensa nuestra.
—¡Para nada! —responde liviana y sonriente—. Sé que Julio y tú estáis muy bien y que esto es un juego para vosotros. Lo vamos a pasar muy bien los cuatro este verano —sentencia con seguridad.
Eso de que Julio y yo estamos muy bien... no es del todo exacto. Pero si Marina deposita en esa impresión toda su confianza, prefiero no contradecirla. Creo que es positivo que nos vea unidos. Quizá si yo fuera una chica soltera, no le haría tanta gracia esa supuesta química que dice ver. Por cierto, no me extraña nada que la vea, ¿cómo no va a verla? Primero porque es su mujer, y seguro que nadie mejor que ella sabe reconocer cuando a su marido algo le gusta y yo le gusto mucho, eso lo tengo claro. Y segundo, creo que cualquiera puede notar la electricidad que generamos cuando estamos juntos, es que es verdaderamente intensa.
De pronto el motor para, Iván acciona un botón con el que oímos descender el ancla y hundirse en el agua, sube la música del equipo y una música lounge-house muy animada comienza a sonar.
—¡Hemos llegado, chicas! ¿Un bañito?
Julio viene sonriente hasta mí y me da un beso en la mejilla.
—He estado pilotando el barco, ¿has visto? —pregunta orgulloso como lo haría un niño y yo asiento muy contenta.
—Marinero, los barcos no se pilotan —aclara Iván muy divertido—, pero has tripulado muy bien. Te nombro mi segundo a bordo.
Julio está encantado aunque seguro que, igual que yo, no sabe ni qué significa eso.
Miro a mi alrededor y veo que hemos fondeado en una cala preciosa. Está rodeada de acantilados y un espeso pinar. Tiene una pequeña playa de arena que se ve completamente desierta. Seguro que no se puede acceder a pie. El agua está cristalina y podríamos estar en cualquier cala de Menorca. Es increíble que tengamos este paraíso tan cerca de casa.
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El unicornio y mi crush
RomanceSara no pasa por su mejor momento en la relación que tiene con su novio Julio. Juntos deciden abrirla con esperanzas de que al explorar nuevas opciones, se reavive la llama de su pasión y vuelvan a tener la chispa que ella tanto anhela. Lo que no sa...