Capítulo 6: Fin de la noche

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Simón caminaba cada vez más rápido hasta que perdieron de vista a la niñita. Estaba muy sorprendida ante su reacción, Simón hasta ese momento parecía un chico feliz y relajado.
Ella se detuvo.
— ¿De qué estamos corriendo? Estaba pasando una linda noche, ¿De qué nos escapamos?— le preguntó algo molesta.
—No es nada, quédate tranquila bonita.
— ¿Entonces por qué corremos? Viste a algún conocido cerca, ¿No?
— ¿Qué? ¿Qué tendría eso que ver?
—Que no quieres que te vean conmigo, no creo estar equivocada
— ¿Cómo podría ser eso? Eres la más linda chica que pudo pisar este pueblo, además eres muy particular y muy agradable.
— ¿A pesar de mis zapatos?— le dijo sarcástica. Él rio dulcemente, se le iluminaban los ojitos miel. Le agarró los cachetes rosados y la miró con ternura. La besó rápidamente, convencido de que con su carácter lo quitaría al instante enojada, pero no lo hizo.
Ambos se quedaron callados después de eso. Simón tomó su mano y la llevó a su casa. Era muy bonita, tenía luces cálidas, unos sillones y una mesita. Él fue a la cocina y le preguntó si quería algo de comer. Le preparó unos fideos con salsa. Ella comió muy feliz, sentada en el sillón de dos cuerpos, mientras se manchaba toda la cara.
Ya eran las 5.00 a.m. y empezaba a darle sueño pero algo la inquietaba, la casa estaba cubierta de polvo y no se veía ropa o sombreros en sillas o en el perchero, aparte del pasto largo de afuera que no le había llamado la atención en un principio. Todo eso le resultaba muy extraño.
—Simón, tu no vives aquí, ¿Verdad?
— ¿Por qué dices eso? Esta es mi casa, ¿Dónde más viviría?
—No lo sé. Sólo se me hizo extraño.
Él se sentó junto a ella. Comenzó a sentirse incómoda, dudaba de Simón y se sentía mal por eso, ya que él había sido tan caballeroso.
Pronto el sueño comenzó a ganarle a las preocupaciones. Lo abrazó y le dijo que ya quería descansar. Él la miró, se estaba durmiendo ahí, lo que le dio ternura. Tenía la cabeza es su pecho, ya dormida, la levantó y la llevó a su cama. La acomodó y la tapó.
Ella abrió los ojos despacio, se estiró.
— ¿Dónde dormirás, Simón?- murmuró somnolienta- ¿Es esta tu cama?
—Sí lo es, bonita. No te preocupes, yo no tengo sueño.
—Ven a dormir- dijo mientras bostezaba. Simón se sentó en la cama, ella apoyó la cabeza en su regazo y le acarició la cara- ya no tengo tanto sueño.

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