Capítulo 13: Salida

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El viaje había sido extraño, estuve solo todo el tiempo. Se ve que no lo usaban demasiado. Al bajar estaba un hombrecito igual a vieja de la otra estación, con un sombrero igual, y tenía barba, también usaba bastón. No sabía qué hacer, era una ciudad nueva y no tenía a nadie. Había una vía paralela a la que yo había bajado, estaba toda sucia y rota, seguramente ya andaba ningún tren por ahí.
—Disculpe señor, ¿sabe de un lugar donde pueda hospedarme?— le pregunté.
—Yo no soy señor. Soy Haro.
—Bueno, pero…
—No solemos tener visitantes-me interrumpió- no sé si aún funciona el hotel, está cerca de las atracciones.
—Gracias.
Estuve deambulando por ahí, me asusté un poco con todo, la gente que no era exactamente gente… era raro.
En un momento me crucé con un enano de no más de medio metro con algo que parecía un perrito en dos patas, con ropa… dijo que era su esposa muy enojado y me pateó cuando felicité los trucos que su perro hacía. Al menos eso fue gracioso. Luego había un señor que parecía un humano normal junto a una clase de humano muy alto, demasiado, de piel verdosa como de enfermo que tenía sólo un ojo y no tenía ropa ni nada definido en la entrepierna, como algún tipo de monstruo de película de terror pero en la realidad. Me mareé, no podía seguir caminando, me faltaba el aire.
Llegué al hotel con mucha dificultad, agarrándome de las paredes. Al entrar me atendió una chica muy amable, notó lo mal que estaba y me llevó a una habitación, era muy pintoresca, pero no pude apreciarlo bien hasta el día siguiente. Me tiré en la cama y me dormí. Cuando desperté miré por la ventana, la ciudad a la noche parecía una feria, con luces y atracciones muy hermosas, muy viva pero a la vez como si se hubiera quedado en los años cuarenta. Las ropas, el vocabulario, las decoraciones… todo era muy antiguo.
Salí a ver todo, por el día se veía demasiado apagado comparado con lo que era por la noche. No había nadie en la calle, todo era raro. Tenía planeado salir por la noche, seguramente todo lo que había visto antes era mi imaginación, algún producto de mi mente tratando de convencerme de que debía volver. No podía evitar sentirme muy mal por dejar a mi abuela. Aún quería estar con ella y cuidarla como se suponía.
Aún el hecho de que Arlene no me hubiera acompañado me resultaba inquietante. Su sonrisa, no podía olvidar la mueca de satisfacción cuando me dejó allí. Me distrajo con el beso, sabía lo incómodo que me pondría y que no me fijaría en que esté conmigo. Todo parecía como planeado. Esa mueca me quedó grabada, no iba a olvidarla jamás.
Salí del hotel y, al cruzar una vidriera, noté que no tenía reflejo. No importaba en qué posición me pusiera o el ángulo en el que el sol me diera no tenía reflejo. Me dio algo de miedo, pero decidí ignorarlo. Era difícil continuar con mi vida normal por ahí, era una ciudad linda pero anormal. Paseando por ahí una muchacha joven y de apariencia común me preguntó si era nuevo.
—Llegué anoche, de la estación final.
—Nunca viajé, no hay tren de regreso— me dijo.
—No entiendo…
—Hace ya muchos años, creo que unos cincuenta,  había uno. Se dice que la hermana del alcalde mandó a destruirlo. Nunca se supo la razón.
—Eso es muy raro. Disculpa la molestia pero ¿Sabes a quién podría hacerle unas preguntas? Estoy pensando en volver.
—Creo que no entendiste.
— ¿Entender qué cosa?
La chica ignoró mi pregunta y se fue, no sabía qué hacer. No podía pasar mucho tiempo más ahí, iba a morirme de un infarto todas las noches por los sustos que me daban.
Fui a guardar todo de nuevo al hotel y volví a la estación. El viejito estaba ahí.
—Quiero volver— le dije, ya estaba convencido. No podía dejar sola a Magnolia y quedarme ahí. No podía creer cómo pude haber pensado en eso. La pobre viejita debía estar tan confundida y triste, estaba en su peor momento y yo la había dejado. Necesitaba apoyo en ese momento. Además que los sirvientes corrían peligro por ayudarme a irme. Esta ciudad era el mismo infierno, cuando volviera ya le hablaría a Arlene por enviarme solo.
—Niño, tú nunca podrás volver.
— ¿A qué se refiere? Yo tengo dinero para pagar el boleto. Sólo quiero volver.
—No lo entiendes, no hay tren que te lleve. Y, además, no tienes un cuerpo que te permita volver hasta allá, ya no eres humano. Nunca saldrás de aquí.

Tren de idaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora