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Yoongi observó de lejos. Jimin estaba saliendo de la casa del alfa con su porte elegante habitual y su expresión hermosamente fría. También pudo notar que el muchacho no pasaba desapercibido, en todo caso ya se había dado cuenta de eso. Había notado las miradas de todo tipo que Jimin recibía, admiración, cariño, miedo y sobre todo lujuria. Apretó sus manos, al menos no era el único al que ignoraba porque podía notar que ninguna mirada era correspondida.

Entendía la atención que Jimin lograba, el chico mostraba sensualidad natural como también belleza. El contoneo inconsciente de sus caderas le hicieron mirar sus largas piernas fuertes y su cabello negro trenzado brillando con la luz del sol le hizo soñar dejarlo suelto y acariciarlo, sonrió por ese pensamiento. 

Jimin tenía una mezcla exótica que era llamativa incluso para omegas, tenía delicadeza en sus movimientos, pero también una fuerza que, en la mayoría, sólo había en alfas, dominancia. Tenía una belleza andrógina en su rostro, tenía facciones delicadas, pero sus expresiones eran duras casi todo el tiempo dándole un aire ambiguo sobre su estirpe. También su cuerpo con curvas delicadas, pero fuerte en las partes que correspondía.

Su embriagador aroma le llegó a pesar de la distancia y lo atribuyó a que eran su pareja destinada el que lo sintiera más intenso que todas las demás esencias. También entendió que llamara la atención por su aroma. Si no se equivocaba la esencia que lograba capturar por ser su mate era el chocolate y la naranja era el aroma que lo diferenciaba como persona, el que todos lograban oler. La fragancia de la fruta era atractiva porque no era empalagosamente dulce y sobre todo porque no era común verla o siquiera comerla, y el aroma se volvía más dulce o más ácido dependiendo del humor del omega. Eso lo pudo notar cuando lucharon, pero en una situación normal era como si estuviera parado en medio de un campo de naranjos y el chocolate sólo hacía que se le hiciera mucho más encantador. 

Inspiró profundo intentando captar lo mayor que pudiera de su esencia, sin dejar de observar al omega que hacía su recorrido al cuartel. Sus ojos cansados apenas abiertos ardían, pero no quería dejar de mirarlo, no cuando el destino los había juntado otra vez, porque en esos años, en West, no había notado que era su mate porque Jimin aún no se presentaba.

Su espalda dolió un segundo por estar en la misma posición tanto tiempo, pero estaba demasiado cómodo apoyado en el árbol, rodeado del olor de la vegetación, el de las personas que pasaban o se quedaban y el de los cachorros que correteaban a sus alrededores o colgándose de las ramas de los árboles. Estaba tan en paz que un poco de incomodidad de sus heridas no lo iba a hacer salir de su posición y sentir, aunque sea tan lejos la presencia de Jimin lo arrulló más.

Cerró sus ojos por fin y un sueño profundo lo hubiera embargado si no fuera por Lina, la pequeña del alfa, que escaló su cuerpo con facilidad y se abrazó a su cuello con fuerza. Sonrió somnoliento y la abrazó de vuelta sintiendo a la niña olfatearlo con insistencia. Lo hacía cada vez que estaba cerca y comenzaba a acostumbrarse, y a encariñarse.

Black Moon - YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora