Prólogo
Jimin es el jefe de seguridad y la mano derecha del alfa de la manada donde vive a pesar de ser un omega, rompiendo todos los estigmas y creencias de lo que se supone deben hacer los omegas.
Vive como quiere, hace lo que quiere y ningún alfa...
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Los días siguientes no fueron mejores para Jimin ni Namjoon. La espera por una respuesta se les hizo eterna, se tardó más de lo que lo haría normalmente y quien llevó la misiva ni siquiera regresaba aún. Por lo menos los 5 días que habían pasado les ayudo a entrenar con mayor consciencia a los cadetes por cualquier caso o aparición sorpresa y también tuvieron casi la seguridad de que Aukan Park ya debería tener la carta a mano.
No fueron si no dos días después que el enviado llegó con una respuesta poco satisfactoria.
Prácticamente y resumidamente informaban de la situación de la manada West y que Junghyun Min vendría en dos semanas a visitarlos. No sabían que el líder de Black ya tenía conocimiento de varias cosas que ocurrieron, pero por lo menos ya tenían una idea de cómo proceder. No quedaba más que esperar y prepararse.
− ¿Lograste comunicarte con Seojoon? – Namjoon asintió.
−Gabriel Min está allí – Jimin lo miró cuando se quedó callado, evitó sorprenderse por la información porque le preocupaba más Namjoon, no le gustaba ver tan pensativo a su amigo. Por lo general Namjoon era destensado, bromista y hablador, verlo tan rígido lo ponía ansioso.
− ¿Cuándo partirán? − Interrumpió el espeso silencio haciendo al alfa salir de sus pensamientos.
−Mañana – fue la única respuesta que recibió y luego el líder miró a Yoongi que estaba igual de callado −. Dijo que tu hermano está bien allí − Yoongi se acomodó en la silla poniendo su atención en él y asintió sin hacer mucho escándalo porque algo le decía que Gabriel estaba vivo, bien.
Cuando la conversación dio por terminada Jimin salió de la oficina del líder sin poder soportar la presencia de Min ni el espeso silencio que se formó luego.
Jimin a pesar de no gustar de socializar tanto, no le agradaba ver a personas que en una situación normal lo enojarían por parecer cotorras, siendo tan silenciosos, tan ensimismados, suficiente tenía consigo mismo.
Se había acostumbrado al ruido de su alrededor.
Rascó su nuca con congoja, sentía un vacío extraño en la boca de su estómago y cada que pasaba eso, sin excepción, ocurría algo... no siempre malo, pero que, a él, de alguna forma le afectaría.
Sus pies lo llevaron a su lugar seguro, el único lugar que lo relajaba al punto de adormecerlo y se sentó sintiendo la humedad de la tierra traspasar su pantalón. Quitó sus pesadas botas apreciando de inmediato a su animal saltar en su interior agradecido con él, hace días que no iba allí o siquiera trasmutaba por temor a que su omega hiciera algo estúpido, por lo menos no le había dado problemas.
Sus pantalones oscuros y anchos le incomodaron cuando se humedecieron un poco más, pero no le dio importancia porque su espíritu estaba tranquilo y esa sensación en su estómago desapareció cuando el agua cristalina del lago se meció suavemente por el viento.