Pista 24. Justo

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Era viernes por la noche. Eso significaba que todavía quedaban dos funciones para terminar la semana, una semana que había sido más intensa que las demás, con ensayo extra el martes con los nuevos trajes y las variaciones de alguno de los números de la obra antes de hacerlo frente a los espectadores.

Al terminar de colocar el atrezzo y vestuario de la función de esa noche, Luisita se dirigió al camerino de Amelia y se dejó caer en el sofá mientras ésta terminaba de vestirse de calle, dando tiempo a que sus compañeros se fueran a tomar algo y no tener que buscar excusas para rechazar su invitación, aunque no les sirviera de mucho.

- ¡Por fin! Llevo un rato esperando a que salierais... – habló Mateo cuando las chicas aparecieron por la puerta.

- Mateo, no estoy para irme de fiesta – se quejó Luisita con tono cansado.

- ¿Para tu hermana tampoco?

- ¿Pero tú qué haces aquí? – preguntó sorprendida.

- Yo también me alegro mucho de verte, Luisi – dijo fingiendo seriedad la mayor.

Luisita se lanzó primero a los brazos de su hermana, que la llenó de besos y después abrazó a Nacho, que la apretó contra él, levantándola del suelo.

- ¿Qué hacéis aquí? ¿Cuándo habéis venido? ¿Por qué no me habéis avisado? – demandó a toda velocidad.

- Pues porque no sería una sorpresa – evidenció María.

- Bueno chicos, yo os dejo, que ya he cumplido mi parte. ¡Nos vemos mañana! – se despidió el chico.

María había hablado con Mateo para tener controlada a Luisita y poder sorprenderla como finalmente había sucedido, aunque la tardanza de la rubia en salir casi había dado al traste con los planes de la mayor.

- Luisita, yo creo debería irme también – expresó Amelia, que había permanecido en un segundo plano.

- Espera. Ven – se dirigió a ella, pidiendo permiso con la mirada y le tendió la mano. – Ella es Amelia, la protagonista del musical – miró a su hermana y a su cuñado – mi novia. Amelia, mi hermana María y mi cuñado Nacho.

- Encantada – se acercó a María y Nacho y les dio dos besos a cada uno.

- Igualmente. Aquí con menos luz y sin las lentejuelas y las boas como para conocerte – rio. – Bueno, ¿dónde me vas a invitar a algo tranquilo, hermanita? Porque de fiesta ya me ha quedado claro que no.

- Pues aquí cerca hay un bar que ponen música chill y se puede hablar tranquilamente.

- No se hable más – sentenció Nacho.

- Luisita, yo me voy a ir, que querrás estar con ellos – se excusó Amelia.

- Amelia, si es porque estás cansada vale, porque vaya ritmo sobre el escenario hija, pero si es por nosotros ni hablar, que tendremos que conocer a la pobre que aguanta a mi hermana.

- ¡Oye! ¡Que sigo estando aquí! – protestó Luisita golpeando ligeramente el brazo de su hermana. – En serio, ven con nosotros – le pidió dulcemente acariciando su mano.

- Está bien – sonrió.

En el camino hasta el bar, los cuatro fueron hablando de la obra de teatro, alabando el trabajo tanto de Amelia como del resto de sus compañeros sobre el escenario y todos los que están detrás, valorando cómo habían conseguido sacar, con muchas ganas y empeño, un espectáculo capaz de competir contra otros de mayor presupuesto.

*****

Se instalaron en uno de los sofás del local y pidieron distintas infusiones y una cachimba mientras se ponían al día después de casi un año sin verse en persona.

Cara B - [A Luimelia playlist]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora