Pista 34. Hecho con tus sueños

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Faltaban dos semanas para que llegara Navidad y Amelia y Luisita se habían obligado a madrugar el domingo para decorar la casa con los adornos típicos de estas fechas. El sábado anterior habían comprado un pequeño árbol y algunos adornos que colgar en él, y era demasiado sacrificio para Luisita, que esperaba todas las noches que Amelia llegara del teatro para cenar y compartir un rato con ella, madrugar al día siguiente también para montarlo, por lo que decidieron descansar y hacerlo todo la semana siguiente, sin buscar excusas.

Habían escogido un lugar del salón en el que no molestaba mucho pero visible para colocar el árbol de algo más de un metro de alto y ya habían colocado las bolas y las luces sobre él, por lo que únicamente faltaba el broche final de la decoración.

- Espera, espera – indicó Luisita cuando Amelia se disponía a colocar la estrella en el extremo más alto del árbol.

- ¿Queda alguna bola más? Luisita, que al final no se va a ver el árbol con tanto adorno, cariño – expresó la morena alejándose un poco para tener mejor perspectiva.

- No, no es eso. Es otra cosa. Ahora vengo – salió del salón y regresó rápidamente con una pequeña bolsa de regalo adornada con motivos navideños. – Toma, ábrelo.

- ¿Qué es? – curioseó de manera inocente, a lo que la rubia alzó las cejas como respuesta. – ¿Una media luna para la parte de arriba?

- Las estrellas están muy vistas, Amelia – habló Luisita despreocupada. – ¿Te gusta?

- Me encanta. Es preciosa, – declaró sin quitar los ojos del objeto – pero suelta brilli brilli que no veas – rio, contagiando a su chica. – ¿Quieres ponerla tú?

- No, de eso nada. Es tu regalo, lo tienes que poner tú – ordenó la rubia.

Amelia cogió la media luna y, con cuidado, la colocó sobre la pequeña ramita que se elevaba perpendicular al suelo, enganchándola bien para que no cayera.

- ¿Está bien puesta? – preguntó dando un paso hacia atrás junto a la rubia, que estaba más retirada.

- Está perfecta – confirmó Luisita.

- Nuestro primer árbol de Navidad juntas – dijo emocionada mirándolo mientras agarraba por la cintura a Luisita, quien le dejó un beso en el hombro.

- ¿Qué vas a pedir de regalo? – quiso saber la rubia. – Yo no puedo ser porque la caja sería demasiado grande, Amelia – bromeó.

- Y seguro que no traerías ticket regalo por si te quiero cambiar – continuó.

- ¡¡Oye!! – se ofendió, golpeándola suavemente en el brazo.

- Es broma, cariño – se disculpó. – Te pondría en Wallapop – río.

- ¡¡Amelia!!

- Vamos a ver Luisita, – dijo girándose para quedarse frente a ella y colocarle el pelo detrás de la oreja – con lo que me ha costado encontrarte, como para perderte a las primeras de cambio.

- Ay, Amelia – expresó completamente enamorada.

- Te tengo aquí, conmigo, a mi lado. No hay regalo más grande en el mundo, mi amor – declaró acariciando sus mejillas. – Aunque no tengas lacito.

*****

En el teatro, Amelia tenía la suerte de no tener que trabajar los días más importantes de Navidad. Otros espectáculos tenían funciones especiales los días 24 y 31 de diciembre para celebrar esos días pero afortunadamente, ellos se libraban y los miembros del musical podían disfrutar de la cena en familia, aunque a veces no fuera el mejor plan.

Cara B - [A Luimelia playlist]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora