Pista 42. Ojalá

2.2K 182 93
                                    

En los primeros meses después del distanciamiento con Luisita, Amelia había intentado coger la guitarra en innumerables ocasiones, tratando de llenar así las horas que se pasaba en casa sin nada mejor que hacer, pero rara vez había terminado cualquier canción: si no se equivocaba en los acordes, comenzaba a sentir una presión en el pecho que hacía que su voz se fuese apagando o, cuando quería darse cuenta, sus lágrimas llevaban tiempo cayendo por su rostro.

Había vuelto a ser la Amelia de antes de conocerla, la que sólo se preocupaba del trabajo y, fuera de él, apenas tenía vida. En los eventos a los que acudía, ponía su mejor sonrisa ante las cámaras, pero escapaba de allí en cuanto podía. En las entrevistas, medía con cautela todas y cada una de las palabras que salían por su boca, hablando únicamente del proyecto para el que trabajara en ese instante y quedaba con sus amigos de vez en cuando sólo por compromiso.

En los ocho meses que habían pasado desde que Luisita se fue, Amelia había participado en otra película más, con un papel mucho más discreto que en su debut, había formado parte con un personaje capitular de una serie de prime time prevista para el otoño siguiente pero aún sin fecha confirmada y había realizado algún reportaje fotográfico para revistas de moda y cine. Todo ello, dejándole más tiempo libre que el que ella misma desearía.

A pesar del esfuerzo de su representante por conseguir pruebas para ella, éstas no llegaban tanto como quisiera y conseguir hacerse con el papel era todavía más complicado. El lado positivo que sacaba Amelia es que, al menos, había hecho algunas sesiones de fotos y el trabajo de modelo, aunque no lo hubiera previsto, tampoco le disgustaba del todo.

A principios de verano, se estrenaría la película que había rodado el otoño anterior y, poco a poco, iba teniendo alguna entrevista suelta previa al caos que sería la promoción, con encuentros con los medios, presentaciones y algún que otro festival. Todo sin nadie con quién compartir los miedos y nervios de la primera vez. Todo sin nadie con quien compartir las alegrías y críticas de la prensa especializada. Todo sin ella.

Como cada mañana, después de estar un rato bajo el agua caliente de la ducha y tras prepararse el café con su tostada, comprobaba en su móvil la agenda para ese día y el correo electrónico, chequeando si, entre los correos que irían directamente a la papelera, había alguno de su representante añadiendo algún evento de esos que odiaba.

Aquel día, tenía uno de Magüi, que no quiso entender muy bien, y la llamó directamente.

- Magüi, ¿qué significa el correo de esta mañana? – espetó en cuanto escuchó la voz de la chica al descolgar.

- Buenos días Amelia – dijo haciendo ver a la morena que ni siquiera se había molestado en ser un poco educada. - Es un homenaje a Silvio Rodríguez.

- Magüi, sé leer, gracias - pronunció con tono borde.

- Entonces, ¿cuál es el problema?

- No toco la guitarra – declaró tajante.

- Amelia, perdóname, pero yo te he visto tocar la guita...

- No toco la guitarra en público - la interrumpió de malas maneras.

- Vamos a ver, Amelia, cariño. Es un concierto homenaje, una canción y ya está – trató de mostrarse amable con la actriz.

- ¡¡Magüi!! He dicho que no - expresó firme antes de colgar el teléfono.

Tiró el teléfono sobre la mesa y se tapó la cara con ambas manos, suspirando dentro de ellas.

Sabía por qué había reaccionado así, por qué había hablado a Magüi de la manera en la que lo había hecho pero la ayudante de su agente no era culpable de nada y no tenía por qué pagar por ello. La única manera que encontró de defenderse fue atacando, sin medir las consecuencias. La morena sabía que no sería capaz de subirse a un escenario a tocar en directo la guitarra sin pensar en ella. Y mucho menos a cantar aquella canción.

Cara B - [A Luimelia playlist]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora