¿Habla?

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Los merodeadores se hacían muy bien la idea de tener que despertar a la mitad de la noche por un llanto chirriante que provendria del infante en el cuarto, así cómo la incesante charla que el otro intentaría hacer, cómo se supone que eran los niños de entre 1-3 años. Sirius sabía, gracias a uno de los regalos de su madre, que cuándo él tenía esa edad hablaba hasta por lo codos diciendo mil y un cosas sin sentido y metiendose en una de problemas que le habrían costado caro de no ser por su elfo doméstico qué evitó todo accidente, Regulus había sido casi igual, claro que más cuidadoso a la hora de hacer una estupidez, y por lo poco que recordaba, su habladuría estaba intencionada a una charla de verdad, pues seguía su propio hilo de conversación y se adaptaba al de los demás, encantando a Walburga.

Ése factor es lo que los hizo extrañarse de despertar a la hora de siempre bien descansados y sin ningúna interrupción a su sueño profundo, se vistieron pensando que el pequeño seguía dormido, pero aún cuando terminaron y no había ruido fue cuando empezaron a preocuparse.

-¿Sigue...vivo?- cuestionó Peter, los merodeadores perdieron su color, sólo había pasado una noche, no podía estar muerto.

Remus fue quien tomó valor primero, acercandose lentamente, detrás de él los otros 3 le siguieron, sólo para asomarse en la cuna.

Un pequeño Severus estaba hecho bola en una de las esquinas de la cuna, con sus negros ojos abiertos de par en par viendo en total silencio su alrededor y tratando de cubrirse con la manta, a ojos de Sirius, parecía un cervatillo tratando de esconderse en un matorral.

-Amm... ¿Hola? -llamó su atención Remus, los negros ojos del infante se posaron sobre él, viéndolo de pies a cabeza y Remus no pudo evitar sentirse analizado.

Dio otro pasó para adelante y acercó sus manos, con la intención de levantarle y sacarle de la cuna, jamás se espero que dicha acción logrará sobresaltar y espantar al infante, que vio ambas manos con terror mientras intentaba retroceder. Remus retrocedió e intercambio miradas con los demás.

-¿Vieron eso, verdad? -quizo asegurarse de que no lo imagino y en serio había pasado.

-Sí, si que lo vimos- contestó James.

¿Por qué un bebé se asustaria tanto de que alguien más intentara cargarlo?

-Tal vez si lo intentas tu Sirius- sugirió Remus -tal vez recuerda un poco....lo que soy yo.

Sirius miro a Remus, la culpa de esa noche, de que alguien le tiene miedo por lo que es y por lo que pudo haber hecho, tomó aire y se acercó. Intentó lo mismo que Remus pero la reacción fue la misma: Severus no confiaba. Peter lo intentó, pero ambos eran asuastadizos cómo ellos solos, Peter ae retiro de intentarlo apenas Severus lo escaneo. Fue el turno de James. Los tres casi se desmayan cuando James, dejando atrás cualquier acercamiento tranquilo, lo levantó de un movimiento brusco y rápido.

-¡JAMES! \ ¡PRONGS!- exclamaron los tres al mismo tiempo extendiendo las manos cómo queriéndo atrapar al infante.

El pobre Severus estaba tenso cómo una roca y blanco cómo el papel, temblando notoriamente, James tuvo la mínima decencia al dejarlo sentado en unos de los baúles.

-Si nos andábamos de puntitas jamás íbamos a salir de aquí- se excusó débilmente, la verdad no creyó que el pequeño fuese tan ligero.

Los tres regresaron la vista al pequeño Severus, que estaba pacientemente sentado, analizando su alrededor cómo un gato que ve por primera vez una casa, pero sin moverse o emitir el más mínimo sonido.

-¿Sabrá hablar?- preguntó James ante el silencio del infante.

-Yo supongo que sí, ya está muy grande- respondió Sirius.

Peter se acercó un poco al pequeño y se agachó a su altura, teniendo la total atención del pelinegro, que le veía con un nivel de desconfianza desbordante. Tanto así que el merodeador se vio a sí mismo preguntándose si se veía demasiado grande o algo así, la respuesta fue obviamente no.

-Snape...¿Sabes hablar? -preguntó directamente al niño, la sala quedó en un espectral silencio cuando Severus asintió lentamente viendo directamente a Peter- ¿Sabes quienes somos? -intentó, tal vez esa era la respuesta a tanto nerviosismo.

Severus paseo la mirada entre los merodeadores, sólo para volver a ver a Peter y negar con la cabeza lentamente, eso llamó la atención de los merodeadores, si no recordaba quienes eran ¿por qué tenía tanto miedo? ¿Por qué se mantenía en el mayor se lo silencios cuando esa no era la naturaleza de un niño normal? ¿¡Y por qué era tan obediente?!

-OKAY, sabemos que nos entiende y que sabe hablar, entonces...¿Que hacemos? -resumió James.

-Primero comer algo, estoy que muero de hambre- se quejo Sirius acercándose a Severus, no le gustó nada ver al niño alejarse de él retrocediendo en el baúl, la imagen de Severus tan.....vulnerable y que dentro de esa vulnerabilidad le tuviera tanto miedo aún sin conocerlo le dio un terrible sentimiento de pesadez. No lo recordaba, no sabía quién era, pero de sólo verlo le tenía suficiente miedo cómo para no consentir su cercanía, cómo si el fuera....un mounstro.

-Severus -llamó Remus, el niño al instante obedeció el llamado y volteo- ¿tienes hambre? -se preocuparía si la respuesta era negativa, no había cenado y dudaba que hubiera comido correctamente, el niño volvió a asentir lentamente, pero al momento de hacerlo volteo a todos lados, cómo esperando que algo saliera de la nada, sea lo que sea, de verdad le temía.

-¿Q-Que buscas? -preguntó Peter, no era normal que buscará o esperara con tanto temor algo que no estaba.

-¿Quieres esto? -preguntó Sirius alzando un muñeco que Madame Promfey les había dado, el pequeño Severus vio extraño el juguete antes de negar suavemente- ¿No? ¿Entonces....esto? -trato con una tunica, misma respuesta- ¿Que buscas?

El pequeño Severus abrió la boca, parecía que iba a hablar pero se arrepintió y la cerró, negando repetidas veces, los merodeadores intercambiaron ideas.

-Creo que lo que necesita es comer algo- intervino Remus, que se agachó a la altura del infante y le extendió la mano- Ven, Severus, vamos por algo de comer.

Severus vio a Remus y se bajó del baúl, pero en vez de tomar su mano, tomó el bordillo de su túnica, viendo al suelo, los merodeadores intercambiaron miradas, Remus avanzó un poco y el pequeño Severus le siguió en silencio sin soltar su túnica, James compartió pensamientos con los demás cuando por su cabeza pasó que Severus parecía un patito siguiendo a su madre fielmente.

Sin decir más bajaron a desayunar, un poco lento porque el infante se negaba a ser cargado y aún así se esforzaba por seguirles el ritmo, lo cual enternecio en silencio a Sirius.

Una pequeña broma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora