Arizona (pau)
Me quedé parada en la ducha, podía observar cómo Lupita leía aquel libro, aquella página y la cerraba.
Me quedé estática unos minutos y después de salir del trance me terminé de duchar y me cambié. Me puse unos pantalones negros, una blusa verde militar y un abrigo encima, junto con un par de botas de plataforma negras.
- necesito algo nuevo- dije mirándome al espejo. Bajé la mirada y vi unas tijeras.
- Creo que esto- dije tomando las tijeras y cortando mi cabello ligeramente arriba de los hombros- mucho mejor dije mientras sonreía y me amarraba una pequeña colita detrás que se adornaba con una pequeña cinta color negro.
Salí del baño después de realizar el corte de mi cabello y pude ver a Lupita en la cama, no dejaba de mirarme y pensar, sabía en qué pensaba. Mi corazón se hundió al mirar que Ale me miraba de la misma manera.
-Creo que saldré a tomar aire- dije y pude notar la tensión en el ambiente.
-No irás a ningún lado hasta que me digas, hasta que nos digas que lo que dice este libro es mentira- dijo Ale con lágrimas en los ojos.
yo paré y me quedé dándoles la espalda.
-yo... no puedo prometer nada...- dije mientras me sentía nerviosa.
- ¿entonces es verdad?- dijo Ale casi gritándome. Lupita estaba muy callada.
-lo siento- dije mientras lloraba y corría hacia el bosque nevado.
Pude sentir que alguien me seguí y estaba segura de que era Ale, sin embargo no me pudo alcanzar.
Llegué a un lago congelado. Me sentía de lo peor por meterlas en esto, ¿porqué a mi?
- soy humana- dije mientras caminaba y lloraba- soy... humana, soy humana- dije mientras más lágrimas se hacían presentes. Sentí el hielo resbaladizo en mis botas sin embargo no me importó.
- ¡soy humana!- grité mientras me arrodillaba y golpeaba el hielo abajo de mi-¡soy humana, todo es mentira!- seguí golpeando el hielo, mis nudillos sangraban pero lejos de doler veía como sanaban- ¡Mierda!- grité enojada y di el último golpe, sentí el agua helada por todo el cuerpo. Me hundía y podía escuchar con dificultad a Ale gritando por ayuda.
Aún tenía mucho que decirle pero desaparecí entre el agua helada y mis pensamientos.
Me dejé llevar.
Desperté en la cama del hotel y tenía a esas dos chicas frente a mi, mirándome.
-mierda-dije soltando el llanto.
Ellas no decían nada, pero parecían tristes.
Me levanté como si nada me hubiera pasado y sentí que moría por dentro.
Me dirigí a la cocina y traté de distraerme leyendo cualquier revista.
- amor- escuché la voz de mi novia. No éramos esposas aún, estábamos comprometidas, pero nos gustaba llamarnos esposas- perdóname.
Yo negué.
- discúlpame tú- le dije- No debí hacer eso y no debí ocultarles esto.- dije tendiéndole una carta de mi hermano.
"Prepárate para luchar, hermanita, será un camino difícil, no te prometo nada.
Atte: A.T"
- la vi esta mañana, cuando me levanté más temprano que ustedes- dije y sentí que me tomó de la mano.
- él no promete nada, pero yo prometo cuidarte- dijo Ale, yo sentí un hueco en el corazón.
-Amor...- dije- yo te voy a cuidar durante todo ese camino, tú eres mortal.- ella se inundó en lágrimas.
-Ella sabe lo que hace, Ale- dijo Lupita acercándose.
-son lo más importante para mi- dije viéndolas- No les pasará nada.
- promételo- dijo mi novia. Yo la abracé.
- lo prometo- dije y la besé mientras Lupita se unía en un abrazo.
Esa noche no pude dormir, así que arrullé a mi novia y salí del cuarto hacia la nieve.
Fui y me senté bajo las estrellas.
-Ari- dijo aquella voz familiar.
-Timotee- dije al verlo en su forma mortal.
- ¿qué debo hacer?- dije de regreso. Él me miró- No sé a que me voy a enfrentar, no sé nada... ni siquiera sé si voy a salir viva, nadie me puede prometer mi alma entera.
- yo creo en ti- dijo y yo reí- No te rías, es verdad, yo creo en que tú puedes hacerlo.
-tú no tienes de qué preocuparte, tú no amas a nadie- le dije algo molesta.
-hermanita- dijo y me abrazó- deberías saber que el amor es un arma de doble filo y si no la sabes usar, puedes lastimarte.
-yo la amo- dije con tristeza.
-lo sé- dijo él de regreso- sólo recuerda lo que te dije. Y desapareció entre la brisa.
Me quedé sentada y pensando lo que pareció ser toda la noche.
"El amor es un arma de doble filo. Si no la sabes usar, puedes lastimarte"
Yo sequé mis lágrimas y al salir los primeros rayos de sol, decidí que era mejor meterme al cuarto.
Decidí hacer algo de desayunar, así que empecé a preparar algo de chocolate caliente.
-buenos días Ari- dijo Lupita acercándose al sentir el olor de la cocina.
- buenos días Lupis- dije sonriéndole.- y buenos días dormilona- dije mientras veía a Ale pararse y bostezar.
- hice chocolate caliente, hoy hace frío- dije y Lupita rió.
- siempre hace frío- dijo burlándose de mi
- hey! No es mi culpa sentirlo hasta ahora- dije y las tres reímos.
Ahí me di cuenta de cuánto dolía la realidad. La realidad en la que no tenía a mi novia o a mi amiga haciéndome reír.
- bueno, tengan- dije dándoles a cada una una taza de chocolate caliente con algunos bombones arriba.
No estaba lista para lo que venía, aún no estaba lista para dejarlas, nunca lo estaría.
Bajé la mirada hacia mi llamador de ángeles y dejé escape una lágrima que sequé rápidamente.
Los recuerdos me hacían llorar.
Aquella tarde en su casa, cuando todo era normal.
"-- Sabes, cuando te miro, estoy convencida de que los ángeles existen-"
Eso había salido de sus labios después de besarme. Recuerdo que veíamos una película.
Me concentré en mi taza de chocolate cuando sentí que lloraría.
-bueno, iré a la cama- dije y me tiré en ella,
Sentí cómo llegaba ella y me abrazaba, me encantaban sus abrazos. Nos acomodamos y matamos el tiempo contándonos historias al azar y riendo mientras Lupita tomaba su chocolate.
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Random"-me gustan las estrellas en Alaska -A mi me gustan las estrellas de todo el mundo contigo"