Noche estrellada en Alaska

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                                Ale
Ya era la segunda semana desde que Arizona regresó, yo estaba feliz de tener a mi novia de vuelta y Lupita estaba igual de feliz que yo por volver a ver a su hermano.
-amor- dije caminando hacia donde estaba acostada mi novia leyendo un libro y la abracé
-¿qué pasa cariño?- dijo de vuelta sin despegar los ojos del libro, yo lo tomé y lo puse a un lado captando su atención
-hoy tenemos una cita-dije animada besando su mejilla
Pude ver ese brillo precioso en sus ojos grises y me regaló una gran sonrisa, estaba emocionada
-¿a dónde?-dijo con ánimo en la voz y me miró feliz
-sorpresa- dije y me levanté para que ella me tomara del brazo y me abrazara con ella en la cama.
Era de noche y la hora de la cita se acercaba, había planeado una noche linda con ella en el bosque nevado
-amor, estoy lista- dijo y ella llevaba ropa de invierno al igual que yo
-te ves preciosa- dije y la abracé, besé sus mejillas enrojecidas y salimos a nuestro destino
Avanzamos durante dos horas por el bosque y cuando vi cerca el lugar tapé los ojos de Arizona a quién le ganaba la curiosidad
-¿ya?-dijo mi novia impaciente y yo sonreí
-ya casi mi amor- dije, la acomodé para que tuviera mejor vista- listo- dije y destapé sus ojos, los cuales se iluminaron ante la preciosa vista.
Se podía ver que estábamos en lo alto de alguna montaña, por abajo se veían los árboles con nieve encima y el cielo era lo mejor, estaba lleno de estrellas, la aurora boreal era visible. Era una vista perfecta.
- cuánto te gustan las estrellas- dije mientras veía a Arizona caminar y observar el cielo, ella tendió la mano en dirección a ellas.
-yo...- dijo y seguía enamorada de la vista- no qué he hecho para merecerte- dijo y volteó hacia mi sonriendo. Pude ver algunas lágrimas en sus ojos, los cuales reflejaban perfectamente cada estrella del cielo. Ella parecía un ángel.
-No llores cariño- dije mientras la abrazaba y ambas nos sentamos en una pequeña roca que estaba libre de nieve.
-Amo las estrellas- dijo, yo la volteé a ver prestándole toda mi atención- son como... una explosión de vida en el cielo, ¿sabes?
Todas las noches, en casa, con papá, él me ponía en la habitación un pedacito del cielo del mundo mortal, era real, era como un pequeño portal hacia las estrellas pero no podía cruzar, sólo observar. Igual mientras yo las observaba mi hermano me contaba historias sobre lo que había acá afuera- dijo sonriendo viendo cómo una estrella fugaz pasaba.
- eres mi estrella- dije y me volteó a ver.
-¿así de especial soy?- las estrellas eran lo más preciado para Arizona
-así de especial- dije y ella sonrió como nunca y se acurrucó en mi pecho mientras seguíamos admirando la belleza de Alaska.
-te amo- dijo ella en un pequeño susurro
-yo igual te amo- dije y besé su cabeza
¿Qué pasaría si tuviera que vivir sin mi Arizona? No quería que esta noche acabara, en unos días Arizona tendría que pelear. Odiaba las profecías, las odio.
-traje tiendas de campaña- dije acariciando su pelo y ella saltó
-¿vamos a acampar?- dijo feliz- ¡siempre quise!- dijo y empezó a sacar todas las cosas que necesitábamos mientras yo reía, parecía una niña pequeña, era mi pequeña. Algunas lágrimas quisieron salir de mis ojos pero las limpié antes que Ari se diera cuenta y corrí a ayudarla con la tienda, después de armarla hicimos una pequeña fogata y nos pusimos a asar malvaviscos mientras contábamos historias de cómo sería nuestra vida cuando todo acabara, me sorprendió el saber que quería tener una bebé, pero siendo honesta yo igual lo quería, nos casaríamos y tendríamos a una pequeña niña a la cual le pondríamos Alaska, a ella le encantaba el nombre y yo no era nadie para negárselo. Dijimos también que Lupita nos acompañaría con la niña cuando la registráramos y que saldríamos todos juntos.
- es un plan perfecto- dije y ella sonrió
-¿sí verdad?- mordió su malvavisco y la tan en paz después de tanto tiempo.
Pude ver que bostezó y la abracé.
-hora de dormir pequeña- dije y nos metimos a la tienda de campaña, me recosté y ella se recostó a mi lado entre bostezos, sus ojitos se cerraban del sueño que tenía, la abracé y la arropé. Recuerdo que le canté sus canciones favoritas mientras dejaba la tienda abierta del techo, para que observara las constelaciones.
-Gracias por esta cita especial- dijo en un pequeño susurro
-te amo mucho amor- dije y no hubo respuesta, se quedó dormida en mis brazos y yo me quedé viendo las estrellas.
Si era verdad que cumplían los deseos, deseo que nunca se vaya de mi lado. Que me permitan tenerla con vida siempre a mi lado, que gane esta batalla, porque la amo demasiado.
Me quedé dormida mientras pensaba en no perder al amor de mi vida, abrazada al amor de mi vida.

"Nunca te vayas de mi vida, Arizona"

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