De vuelta a casa

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                             Arizona
Me encontraba en los brazos de mi hermano. Me sentía pésimo y no dejaba de llorar. Pude ver la entrada al infierno pero no me importó, no tenía fuerzas para nada, ¿a esto le llamaban "corazón roto"?
-pequeña, llegamos- dijo mi hermano mayor, yo asentí.
Me bajó y pisé mi hogar después de 4 años.
Pude sentir mis alas salir y mis ojos volvieron a ser rojos de nuevo.
Pude ver a mi padre a lo lejos, el no sabía que yo estaba acá y al mirarme pareció sorprendido.
No sabía qué sentía solo corrí hacia él y al sentir su abrazo solté el llanto.
Pude sentir como miró a mi hermano y él pareció decirlo todo con sus ojos.
-No qué hice mal-dije sollozando- No qué hago mal.
Sentí como mi padre me llevaba hacia mi habitación y me recostaba en mi cama.
-Arizona, los mortales son muy crueles a veces- dijo con un tono acogedor mientras acariciaba mi pelo.
-Ella...Ella me dijo que no quería casarse conmigo-dije y mi llanto se hizo más fuerte. Podía sentir mi cabeza doler de tanto llorar.
-shh pequeña, sólo descansa- sentí como tocó mi frente y empecé a quedarme tranquila, adormeciéndome hasta quedarme dormida lentamente.
Desperté varias horas después, aunque no tenía la certeza de que no hubiera pasado todo un día
-Ari, ¿cómo te sientes?-dijo mi hermano llegando al verme salir de mi habitación.
-pues, quiero olvidar todo lo qué pasó- dije con la voz algo apagada
-sabes que puedo ser malo con los mortales pero eres mi hermana menor Arizona-dijo tomándome de los hombros.
-lo - dije regalándole una pequeña sonrisa-estuviste para mi hoy y eso nunca lo olvidaré
-demasiado afecto por hoy-dijo riendo y yo hice lo mismo.
Caminamos paseando por algunos lugares y yo me atreví a preguntar
-¿qué pasará con la misión?-dije mirándolo
-Bueno, nuestro padre me dijo ayer que la continuarás cuando te sientas preparada-dijo mirándome y me regaló otra sonrisa
-entiendo-respondí- y...¿sabes con quién tendré que pelear?
-Arizona, no es mi deber decírtelo- dijo. Yo pude notar algo de preocupación en su voz
-¿y de quién es?-paré y lo miré-¿si no eres quién me lo dirá?
-está bien, no podíamos hacerlo nosotros, eres de la familia-dijo y me dió un pequeño papel- ve allí y te dirán.
-está bien, entonces iré de una vez-dije y él me detuvo
-cuídate mucho Ari-dijo y yo lo abracé
-No te preocupes, lo haré-dije y caminé a encontrarme con quien me diría aquel trágico futuro.
Pude caminar al rededor de una hora si no me equivoco, esta parte del infierno era más... ¿terrorífica? Se escuchaban gritos a lo lejos y supe que no era alguien bueno.
Llegué frente a un palacio que se adornaba con esqueletos humanos y ríos de sangre fluían por los costados, me atreví a acercarme y toqué la gran puerta.
Aquella puerta se abrió sola y pude pasar lentamente
-¿hola?-dije entrando y mi voz hacía eco debido al silencio de aquel lugar.
-miren nada más quién viene de visita-dijo una voz en un tono cruel y muy profunda- Arizona, la pequeña Arizona, la gran guerrera, dama del infierno- dijo y pude ver que alguien se acercaba montado en un gran caballo negro, ¿qué hace un caballo dentro de un palacio?
Tragué saliva viendo de quién se trataba. Ahora todo tenía sentido
-cimeries-dije guardando mi temor
-qué niña tan inteligente-dijo y bajó del caballo para acercarse a mi
Tomó su espada y la puso en mi garganta
-¿a qué vienes?-dijo de forma amenazante
-me mandó mi hermano-dije y el soltó la espada y la guardó.
-¿así que quieres saber con quién te vas a enfrentar?-dijo riendo de forma malvada
-así es señor- dije
-veamos si puedes adivinar-dijo y me mostró parte de mi pelea con aquel ser.
Podía ver muchas cosas que no me gustaban, traté de mantenerme fuerte y pensar en mi rival solamente.
-yo...- dije confundida
-vamos Arizona-dijo riendo- tan rápido te echas para atrás
Estaba parada cuando una mosca se posó en mi cabello la cual yo ahuyenté.
-caballos, moscas, poder-dijo de vuelta aquel hombre a mi lado.
-Beelzebub- dije sin dudarlo
-ya sabes a lo que te enfrentas pequeña Arizona-dijo con crueldad- ¿morirá o vencerá?-rió aún más fuerte y se alejó para dejarme en la oscuridad de aquel cuarto.
Salí de mi trance y me disponía a salir de ese lugar cuando tropecé con algo, miré el piso y eran un arco y una espada, ¿qué? -Aparte de darme cero ánimos me da ¿armas?- Dije algo molesta y los tomé guardándolos en mi maleta.
-Agradéceme después pequeña-dijo la voz de la nada y yo me sobresalté y salí de aquel lugar
-¿qué se supone que haga? ¿Lanzarle flechitas mientras él va por mi?-dije de manera sarcástica mientras me acercaba a mi palacio.
-tome señor demonio más poderoso-dije sacando el arco y fingiendo la pelea-oh rayos lo he matado-dije de forma sarcástica.
-Cuidado Arizona viene con un arma legendaria-me siguió el juego mi hermano. Yo reí - fuera de juego, te será muy útil cuando estés ahí.
-como digas-dije guardándolo de vuelta- me siento mejor para volver arriba-dije y él me miró.
-¿segura?-dijo y yo asentí
-segura- dije con una sonrisa
-está bien, pero ahora entremos- dijo y yo lo seguí.
Pasaron las horas y llegó el momento de regresar al mundo de los mortales, ahora estaba nerviosa. Todo lo qué pasó con Ale... Dejé de pensarlo mejor, necesitaba estar concentrada en la guerra que venía.
-cuídate Ari-dijo mi hermano y yo lo abracé cuando sentí que él me envolvió con sus alas- cuídate mucho
-No te preocupes, lo haré- dije y nos separamos del abrazo.
-cuídate hija- dijo mi padre y lo abracé de regreso
-claro- dije para los dos y mi hermano chasqueó los dedos y volví a estar aquí.
Frente a este hotel.

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