Hay un hombre estelar esperando en el cielo
Le gustaría venir a visitarnos
Pero piensa que nos volverá locos
Hay un hombre de las estrellas
Dijo que no lo arruinemos
Porque sabe que todo esto vale la pena
Él me dijo:
Deja que los niños enloquezcan
Deja que los niños lo usen
Deja que todos los niños bailen.Starman, David Bowie
🌌
El fin de semana se le había escapado como agua entre los dedos. Esa mañana, JongIn despertaba gracias a su característica alarma de «Los expedientes X», con mucha pereza. Se tragaba la envidia al ver a KyungSoo envuelto en su frazada y roncando, pero también se alegraba de saber que luego, llegaría temprano a casa y haría una siesta.
El lunes, el sol calentaba un poquito más que de costumbre. Era el último día de abril, y con ello, llegaban también los recuerdos de la época en que Almien arribó por primera vez en su vida: en primavera. No eran casualidades. Para JongIn, definitivamente, se trataba del florecimiento de la esperanza. Del estallido de la felicidad, que como todo bello estado, algunos días decaía y parecía morir, pero luego se alzaba con vigor.
Almien aparecía en las épocas donde el cerezo despedía aroma dulce. Cuando las flores rosadas, pintaban amorosamente sus pensamientos. Luego, en verano, aquella alegría experimentada se transformaba en el combustible que encendía sus recuerdos melancólicos, pero también, sus ganas de superar la pérdida. Entonces, la felicidad efímera y primaveral, se mezclaba con el desapego que le exigía el caluroso verano.
Justo cuando el sol era tan intenso y los días largos, cuando deseaba que la felicidad fuese eterna, Junio lo abofeteaba y le recordaba que Almien se había ido. Que sólo tenía sus memorias en una gran burbuja onírica. Pero que también, tenía a KyungSoo. Tenía a su lado a un ser humano hermoso, terco y divertido. A un hombre que más allá del pasado, le traía la cantidad justa de felicidad a cada uno de sus días. Le daba el balance necesario para evitar estancarse en la esfera espacial.
Y Kaori, tampoco se quedaba atrás. Ella traía equilibrio, golpeaba en su consciencia una vez más, recordándole que no podía seguir idealizando una vida junto a ningún Almien. Éstos, debían regresar a su lugar de origen, a sus raíces. Y JongIn, debía regresar a las suyas.
Esa mañana, quizá incentivado por un sueño donde su padre y su madre hablaban de lo contentos que estaban de él, y él sin entender el por qué; decidió que en las vacaciones de verano, iría a visitar a su padre en Daegu. A reestablecer esos frágiles lazos que tanto le dolían, pero que, como le había dicho a KyungSoo en un intento por reconfortarlo, nunca serían perfectos.
Extrañaba a su padre, y aún si no fuese a lanzarse en un abrazo, ni a demostrarle cariño, quería verlo. Quería agradecerle por la clase de hombre en que le había convertido. Quería decirle todo lo que estaba atravesado en su ser y vaciarse de todo rencor. Simplemente desahogarse. Si luego no volvía a verlo nunca más, no importaba. Sólo quería estar seguro de que no le quedarían angustias atoradas en la garganta. En el corazón.
Una vez llegó a su puesto de trabajo, se sentó con calma. Sin embargo, notó el incómodo silencio en la oficina. Sus compañeros murmuraban y miraban constantemente hacia la entrada. El clima era inquieto y JongIn se sintió perdido; apenas había pasado una semana de la llegada de Almien, por lo tanto, una semana del accidente de sus jefes. Entonces, recordó que ese lunes habría uno nuevo. Miró hacia el contador Hong, quien también observaba la entrada con atención, y dudó si hablarle o no. A veces, Hong simplemente estaba demasiado concentrado en algún análisis de números.
—¿Aún no se ha presentado el jefe? —susurró JongIn.
—No. Estamos esperando a ver si se aparece, hay mucha curiosidad respecto a él...
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Almien II. Raíces del Espacio 🌌 (KaiSoo)
Fanfic«Esta historia es la continuación de "Almien: Fuera de Órbita"» 🌱 Probablemente si le hubiesen dicho a Do KyungSoo y Kim JongIn que iban a tener una hija, ninguno de los dos lo hubiese creído; sin embargo, allí estaba esa niña, demasiado lista para...