Consejos de hermana.

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Renuncia de derechos, los personajes que aparezcan aquí les pertenecen a sus respectivos dueños y autores.

Bulma comenzó a abrir sus ojos tras recibir sobre su suave tez los cálidos rayos del lucero mañanero. Soltó un lento bostezo mientras se desperezaba de las sedosas sábanas que habían cubierto su cuerpo durante la noche.

-Me gustaría dormir más, pero tengo la sensación de que hoy será un buen día -se dijo Bulma con una sonrisa en su bello rostro.

Giró su cabeza hacia la derecha y vio el peluche que le había regalado Goku la noche anterior, cuando estuvieron en el parque de diversiones.

"Es tan suave... tan lindo"-. Bulma abrazó cariñosamente a aquel peluche mientras rodaba por su cama. El día anterior fue uno de los más hermosos de toda su vida, jamás lo olvidaría.

-Gracias Goku... -Bulma sonrió al recordar a su amigo, hacía divertidos los días más tediosos e iluminaba los días más oscuros, sólo él le hacía sonreír a cada momento y en cualquier lugar, era algo especial... algo que sólo podía hacer Goku...

Sin más indagaciones al respecto, Bulma abandonó su lecho y se levantó dispuesta a asearse, según presentía la jornada sería bastante interesante... Claro, quién sabe...

Más tarde.

Bulma ya se había duchado y ahora se estaba vistiendo en su cuarto. En esta ocasión decidió vestirse algo ligero y sencillo: una camiseta blanca junto a unos vaqueros y unas chanclas.

Estaba rociándose de perfume frente a su espejo cuando de repente comenzó a oír voces en el salón principal. Eran las de sus padres... pero había otra más que le resultaba familiar a Bulma.

"No puede ser, ¿acaso es ella?"-. Pensó la muchacha sumida en un estado de anonadamiento mientras cesaba su actividad.

La chica, dándose una veloz pincelada en los labios, tiñéndolos de un color carmesí, salió de su habitación en dirección al origen de aquellas voces.

Caminó hasta que llegó a su destino, y al hacerlo, sus ojos se abrieron fruto de la sorpresa que había invadido su cuerpo.

-¿Tights...? -preguntó Bulma al reconocer a la chica que estaba sentada charlando con sus padres. Entonces, había estado en lo correcto.

Era una hermosa muchacha de corto cabello catire, junto a una boina negra en su cabeza, sus ojos eran oscuros como la noche en su apoteosis.

Vestía una camiseta roja junto a unos pantalones negros. Calzaba zapatillas negras que hacían un combinado con sus pantalones.

-Bueno, supongo que ambas tendrán mucho de que hablar así que las dejamos solas -farfulló el doctor Briefs sonriendo mientras se levantaba de su sillón.

-¡Oh, si! Tienen pasteles en la mesa por si desean comer algo, luego nos vemos chicas, pórtense bien -indicó Panchy, quien era la madre de Bulma y la otra chica de nombre Tights.

Loa dos adultos salieron de la sala, otorgándoles privacidad a las muchachas. Un silencio latoso no tardó en invadir completamente aquel lugar.

-Hola hermana -habló Tights con una sonrisa tranquila, ya era hora de hablar con su hermana.

Monte Paoz.

"Cuatrocientos noventa y ocho"

Una voz sonó a las orillas de un río situado en un bosque frondoso del monte Paoz.

Ahí estaba Goku, entrenando como hacía todas las mañanas antes de visitar a su mejor amiga.

Habían pasado dos horas desde que se despertó y lo primero que hizo fue comer bien y en abundancia a fin de obtener las energías necesarias para realizar sus entrenamientos.

Padre por sorpresa ☑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora