PROLOGO.

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La pequeña Lorelei jugaba con su muñeca mientras sus padres escribían cálculos y reportes en sus computadoras en la sala. A ella nunca la dejaban jugar en internet porque decían que era peligroso el que no hubiera buena protección allí.

Su madre se despejó de sus actividades agotadoras para su precioso cerebro y fue con su linda nena de ojos verdes y cabellos cobre. La tomo en sus brazos mientras la niñita se reía y su piel clara se transformaba en rosada por tanta alegría. El padre se unió mientras ambas se abrazaban.

- ¿Quieren comer algo? – dijo el padre con una sonrisa y después le dio un beso en la mejilla a su esposa.

- Claro, mi amor. – respondió ella sintiéndose cobijada cuando su esposo después de besarla la tomo de la cintura.

- Shi papi. - dijo la pequeña Lorelei.

- Salgamos de aquí y vamos al restaurante que le gusta a mama ¿vale?

- Vale.

Todos salieron de la casa vestidos y arreglados como en una gala. La mujer recogió su cabello corto en una coleta con un broche con diamantillos que resaltaban su cabello azabache y sus ojos verdes, llevaba un vestido rojo de tirantes y escote en v con una apertura en la pierna derecha hasta la rodilla, zapatillas de plataforma de sandalia negros, un infarto total. El hombre por su parte llevaba un traje de color chocolate y zapatos negros, una corbata café igualmente, pero con texturas opacas y camisa blanca, todo perfectamente planchado y el cabello rubio hacia atrás. Ambos desprendían un aroma a perfume y colonia que encantaba a la pequeña Lorelei que ella por su parte llevaba un vestidito rosado pastel vaporoso que esponjaba mucho desde su cinturita a sus delicadas rodillas que tenían raspones por jugar en todo tipo de terrenos; brillos en su tronquito y un suéter color blanco, sus zapatitos bajos con diseños de flores en diamantitos en la parte frontal y mallitas casi transparentes tanto que por poco parecían medias. Ella por su parte olía a dulces de sandía que eran sus favoritos, su cabello estaba suelto salvajemente lo que la hacía parecer aún más tierna de lo que ya se veía.

Cuando llegaron al restaurante inmediatamente llamaron la atención de los presentes; habían llegado a una pizzería, pero no parecía que fueran ahí realmente, parecía que se habían perdido de lugar. Sin embargo, saludaron amablemente al personal y pidieron lo de siempre. Pizza con doble queso, peperoni, aguacate y tocino... una pizza que solo pedían ellos porque eran los únicos a los que se les ocurría una cosa tan loca como eso. Era increíble que todos en esa familia fueran tan delgados o con musculo.

Comieron, rieron, conversaron, se besaban y abrazaban y cuando la pequeña se fue a jugar con los niños a los juegos cercanos con los niñitos de ahí; los padres aprovechaban para darse de aquellos intensos besos que solo se dan los jóvenes que van a la pizzería a coquetearse entre ellos porque sus padres no les dejarían ir a otro lado a besuquearse, pero se veía a leguas que ellos tenían desde antes que naciera la niña de estar casados y de conocerse aún más.

La cena y el juego termino y el padre llevo de camino de regreso una tarea muy importante... cargar a los dos amores de su vida porque ambos estaban agotados.

Su esposa estaba exhausta ya que no había dormido la noche anterior y la anterior a esa, ella solía concentrarse tanto que perdía la noción del tiempo, a él le sucedía que se quedaba dormido involuntariamente, pero ella era un caso de explotar una bomba de cansancio; en el caso de Lorelei había jugado tanto que la encontró dormida en los juegos, a su esposa por suerte solo debía cargarla de la puerta de la casa a la habitación.

El hombre era fuerte porque hacia ejercicios cada que descansaba, descansaba unas 6 horas al día del trabajo, 2 horas para ejercitarse y 4 para dormir. Pero el trabajo de su vida estaba más cerca que nunca, la maquina ya estaba lista y solo faltaba el software y hardware. Por suerte tenían a la mejor amiga, aliada y genio del mundo de su lado para ayudarlos con el hardware y detalles del software... la fantabulosa Azalea de Montes.

El pasar del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora