NUNCA no había estudiado para un Examen. Menos si era de Matemáticas.
Vale, no era de las chicas que se la pasaban estudiando y tenían una alta calificación…pero me iba mejor que el promedio, eso seguro.
No sé qué es lo que me está pasando.
Con todo esto de James y Amber, se me había olvidado por completo que debía estudiar para el examen de hoy.
¿Pueden creerlo? ¡Cada día me parezco más a una adolescente normal! ¡Es horrible!
Bien. Entonces, aquí estoy. Sentada en el tercer pupitre, con el examen frente a mí. Literalmente, siento que la profesora-Cara-de-trasero me mira a cada segundo, por lo que finjo estar concentrada y entender todo.
No tengo ni la más mínima idea de que hacer. Nunca he pedido respuestas o copiado sin que el de al lado sepa (Excepto en quinto grado, cuando no sabía una respuesta sobre Jesús en una prueba de religión) y tampoco es como que haya alcanzado a hacer un “Torpedo” Para poner mis respuestas.
Y aquí estoy con más letras que números, en un problema matemático. Nunca me prepararon para esto.
¡SON MATEMÁTICAS, NO LENGUAJE!
Gracias a dios que las respuestas eran de alternativas, por lo que tal vez me salve en algunas.
Aunque lo peor no es no saber nada, que de por sí, ya es muy malo…Lo peor es que nunca había descuidado mis responsabilidades, como mi vida personal. No se siente bien responder al azar. No se siente bien sudar y estar como sopa en medio de una clase.
El timbre de final de la hora suena.
Todos comienzan a entregar sus exámenes, nadie con buena pinta, ya que es matemáticas y casi todos apestamos en eso. Tan paranoica que soy yo, espero que alguien quiera entregarlo, así, yo pongo mi examen sobre la mesa, pero la profesora no lo ve, porque otra persona puso el suyo arriba.
Lo sé.
Soy muy inteligente.
Saco mi celular del escritorio de la profe, ya que no se puede tener el teléfono mientras estamos en un examen, y me dirijo a mi casillero, aun su dudando hasta por los dedos.
Camino a paso rápido, ya saben, por si la profe ve mi prueba y me sale persiguiendo…pero no pasa. Sin embargo, cuando llego a mi casillero, Amber está apoyada contra él. Extrañada, emocionada y nerviosa, me acerco a ella.
“Te estuve enviando mensajes el fin de semana” Es lo primero que dice, mientras bloquea su celular.
“Los vi” Dije yo, abriendo mi casillero.
Ella bufo. “¿Y porque no contestaste?” Pregunta arrebatadamente.
“Hey, tranquila novia celosa” Sonrío. Aunque no quiero sonreír. NO SONRIAS, NIÑA. “A demás, Ayer no me buscaste” me elevo de hombros.
Ella niega con la cabeza. “Sé nota que sigues molesta, ¡Estupendo!” Ironiza “Y no digas eso. Ayer yo estaba muy ocupada, por eso no te busqué”.
Saco mi cuaderno de artes. “¿Ocupada hablando con Amanda?” Pregunto inocentemente.
Ella se sonrojo, sorprendida. “¿Cómo sabes eso?”.
La mire, entrecerrando los ojos. “Eso no interesa”.
“De acuerdo, está bien. Estaba con Amanda, ¿Si? Pero no es lo que crees. En serio” Me tranquiliza, mientras corre su melena hacia atrás.
“Entonces, ¿Qué hacías?”.
“¿Quién es la novia celosa ahora?” Sonríe arrogantemente y yo ruedo los ojos. “¡Argh! No te puedo decir, pero te juro que nada de amistad o algo parecido”.
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¡Psicóloga adolescente! {En edición}
RomanceBirdie lleva leyendo libros sobre psicología desde los once años, ya que eran los únicos que sus padres tenían, además de que los de Harry Potter ya estaban leídos y releídos...Quinientas veces. Fue de un momento a otro, cuando el periódico escolar...