Terminada | Los dragones se dividían por razas, categorías y poder.
Algunos llegaban a ser de los más temidos entre ellos mismos, otros eran despreciados por tener poderes comunes como casi todos los demás. El rango en el que te encontrabas era impo...
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YoonGi despertó aún más cansado que cuando decidió dormirse. Se talló los ojos y se levantó de la cama al sentir su estómago gruñir por el hambre más reciente desde que despertó por la mañana.
Con el paso perezoso camino escaleras abajo y abrió la puerta de su cocina con cansancio. Al entrar un montón de recuerdos azotaron su mente, las risas; caricias, las alegrías y tantas cosas más que comenzaban a atormentar sus pensamientos. Se sentó en una de las sillas del comedor y oculto su rostro entre sus manos, la culpa era demasiado grande como para cargarla todos los días desde el comienzo del día hasta el final de este. Aquel era uno de los motivos por los que vivía en la tristeza, habían pasado tantas cosas en esa casa que los recuerdos llegaban a donde sea que mirara.
Su mente se enfrasco en momentos de angustia, donde la sangre apareció en abundancia, sus propios gritos y intentos por ayudarlo. El aire en sus pulmones no se sentía tanto como antes, era como si el paso de oxígeno se cerrará y la desesperación de ese día era como si la viviera por segunda vez cada que recordaba el momento.
Sólo que no pudo hacer nada para salvarlo y aquello lo mataba cada día que abría los ojos por las mañanas
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YoonGi no estaba bien. Después de una hora llorando, pudo hacer algo de comer, algo sencillo para llenar su estómago, agradecía que SeokJin se preocupaba por él como para dejarle comida lista.
Se sentó en una de las sillas y comió con calma, pensando en una y mil cosas, lamentándose por tantas cosas, y arrepentido de no haber hecho otras cuando su pareja estaba con vida.
Dejó el plato vacío en el fregadero y se fue a la sala para tomar un libro y leerlo. Era lo único que podía hacer para distraerse y no cargar esa culpa a todas horas, pues aprendió a dejarla en un rincón cada que se sumergía en una nueva lectura y olvidar cuánto lo atormentaba la culpa de no haber salvado a la persona que amaba y dejarlo ir en manos ajenas.
Pero cuando estaba a punto de abrir su libro y entretenerse, a su mente llegó el recuerdo de aquel omega peli blanco.
—¿Qué mierda...? —Dijo y cerro sus ojos poniendo una mano en su rostro y suspirar pesado como si aquello fuera a sacar el pensamiento de su mente.
