10. The annulus.

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—Hola. —rió el pelinegro sentándose frente al joven, quien mantenía la cabeza escondida entre sus brazos que reposaban sobre la mesa.

La cafetería estaba vacía puesto que había acabado la hora de descanso y todos estaban en sus respectivas clases.

Soobin lo miró extrañado al no recibir una respuesta.

— ¿Te pasa algo?

Que estúpida pregunta.

Déjame.

Huening Kai se levantó dejando atrás al mayor, en parte frustrado.

— ¡Oye! —Soobin corrió tras él— ¿Qué tienes? Dijiste que éramos novios... —bajó la cabeza con timidez.

— ¿En serio te alegraría ser mi novio? —soltó con la voz media raspada el más pequeño.

—No es que me alegre. Tú lo —le contestó volviendo a su carácter original—, tú lo dijiste.

—Bien. Gracias. —murmuró el castaño para irse sin decir una palabra más.

Soobin estaba furioso.

—Bien, vete... —dijo para sí cuando el menor dobló la esquina por la puerta hacia los pasillos.


•••


No entiendo, no entiendo, no entiendo.

Pensaba Choi mientras se mantenía recostado en su enorme cama.

Si bien lo pienso... Nunca entiendo nada.

Se golpeaba con la almohada directamente en el rostro.

Levantó medio cuerpo observándose en el espejo que frente a sí estaba, con el cabello lleno de plumas y las mejillas rojas de la frustración.

—Ah... —un quejido salió de su boca al tropezarse con algo en el suelo mientras se paraba a tomar su celular.

Se agachó y sobó su dedo meñique donde había recibido una leve punzada. Extrañado se tiró al suelo completamente para observar bajo su cama. Había algo allí, algo brillante.


•••

— ¿Un anillo? —dijo la voz proveniente del apuesto rubio a través de la plantalla de la laptop.

—Sí —afirmó el pelinegro—. Observa. —añadió acercando la joya a la cámara frontal.

—Vale, es un anillo.

—¿No se supone que ya te lo dije?

—Calla, no me arruines el papel. —protestó Yeonjun frunciendo el ceño a lo que Soobin reía.

—Ah, no lo sabía. Y dame un segundo —trasladó el aparato hacia su cama, acostándose boca a bajo y apoyado en sus codos mirando a su amigo en la videollamada—. Ya, puedes seguir, estaba incómodo.

—Más incómodo es verte a tí con todas esas plumas en el pelo, si no fueras mi amigo te diría algo como "se te están cayendo"—dijo burlón. El menor se sacudió el cabello sorprendido—. Entonces como te iba diciendo...

—Se me estaban cayendo las plumas...

— ¡No hablo de eso! —sonoras carcajadas se oían— Es increíble como te auto-hieres. Me refería a lo del anillo.

Desde los ojos del angel | Sookai.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora