Desde los ojos del angel | Sookai.

13. Where I'm?

Soobin nunca había encontrado la expresión de su amigo tan graciosa.

—No sabía que eras tú ¿okay?

Los brazos cruzados y el fruncido ceño del mayor le hacían carcarjearse.

» y se burla, fantástico, diez de diez, Choi. —añadió el rubio neón, rodando los ojos.

—Lo siento —subió la mirada intentando contener la risa—, pero... ¿Por qué en vez de mensajearme no buscaste el número de un remolcador y un taxi? ¿Siquiera oyes a todos los autos tras tuyo?

Porque sí, era estúpido el solo pensar que estaba "tirado" en medio de la avenida, con un semáforo en verde, la puerta del lado del conductor abierta y ahora un pelinegro bien vestido apoyado en ella.

Yeonjun parpadeó y pareció dudarlo antes de dar una respuesta concreta.

—Fue su idea. —terminó diciendo a lo que señaló velozmente la parte trasera del automóvil.

Como si de una divertida cámara oculta se tratase las sábanas en los asientos llenos de polvo comenzaron a removerse.

Lo primero que se pudo apreciar fue una castaña cabellera, luego esos ojos apenas refilados y por último el completo torso del muchacho en el que Soobin llevaba pensando hacía más de una hora.

— ¿Huening Kai?

(...)

Más que otra cosa, el auto del pelinegro estaba lleno de incomodidad. No existían palabras que describiesen las expresiones de cada uno de los presentes.

Soobin se limitaba a observar hacia adelante mientras seguía conduciendo. Ninguno de sus "amigos" o al menos al que de ellos consideraba uno, dió explicación alguna acerca de lo que allí había pasado.

¿Por qué el americano estaría con Yeonjun?

¡¿Por qué Yeonjun estaría en un auto más barato que un teléfono?!

Que lindo si la vida fuese como uno de esos webtoons, que después de tres segundos de intriga te muestran con tonos oscuros las escenas que dan un sentido a todo.

Lástima que no sea así.

— ¿Qué hacías en esa chatarra?

Pero bueno, siempre se podía preguntar.

—Hmm... —Yeon frunció levemente el ceño observando por la ventanilla a su lado— La verdad, no lo recuerdo.

—Bien, si lo robaste de algún basurero de autos es problema tuyo.

—Yo no soy un ladrón. Solo no recuerdo. —Aclaró el mayor con los ojos entrecerrados.

—Sí, claro —murmuró sonriente— ¿Y qué hacía él contigo?

Yeonjun pareció pensarlo nuevamente.

—La verdad, tampoco recuerdo.

Ay no.

— ¿No recuerdas? —cuestionó el contrario alzando una ceja. Su sonrisa se había borrado.

—No —expuso, alzando los hombros—. Seguro más tarde me entra.

— ¿Eso quiere decir que no recuerdas cómo llegaron ambos a ese auto ni lo que hacían juntos? Hace prácticamente una hora que hablé contigo por videollamada y de pronto pierdes la memoria —rectificó con una expresión poco agradable— ¿Si hicieron algo malo tampoco lo recordarás?