iv. christmas tree

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Por fin la pequeña fiesta acabó, Chris se dedicó a asignarles una habitación a sus familiares, Helena lo esperó en la sala de estar viendo las fotos familiares que había en algunos de los muebles.

—Es muy linda—dijo Lisa refiriéndose a la prometida de su hijo. 

—Ah, sí— respondió Chris

—¿Por qué no le has dado el anillo?—preguntó su madre y Chris maldijo en sus adentros, debió haber previsto que su madre se fijaría en ese detalle.

—Mmh no creí que sería importante darle un anillo, a fin de cuentas ella fue quien me pidió matrimonio.

—Eres un tonto, hijo. Para cualquier mujer es importante el anillo de compromiso—Lisa Evans sonrió y sacó de su bolso una pequeña cajita de terciopelo negra y se la tendió al rubio.—Esta sortija ha estado en la familia por años y ahora es tu turno de dársela a Helena.—el rubio abrió la caja y miró impresionado la joya. No podía dársela a Helena, simple y sencillamente porque su matrimonio sería sólo de papel.

—No puedo dársela, mamá—dijo él y Lisa frunció el ceño.

—¿Por qué?, ¿crees que no le guste?—preguntó alarmada. Chris vio la decepción en los orbes de su madre y suspiró.

—No, no, le va a encantar—dijo finalmente, dándose por vencido.

—Cuando se lo des, planea algo lindo—recomendó la mujer y su hijo asintió.

El rubio bajó los escalones y encontró a la rubia fresa casi durmiendo en el sillón de piel.

—¡Helena!—gritó el rubio asustandola. La pelirroja lo miró mal.

—¿Qué?—preguntó bruscamente Lena.

—Vamos a nuestra habitación—dijo el rubio.

—¿Nuestra?, ¿cómo, dormiremos en la misma habitación?—le preguntó ella siguiéndolo.

—Obviamente, ya no tengo más habitaciones disponibles—dijo él—Relájate, no muerdo, Helena, a menos que quieras que lo haga—dijo burlonamente y moviendo las cejas.

—Ya quisieras—le respondió ella rodando los ojos.

La habitación de Christopher era amplia, aunque no se sentía confortable, era más bien vacía y no tenía ese toque hogareño al igual que toda la casa.

—Oye, ya que nos casaremos, debemos aclarar el lugar dónde viviremos—dijo el rubio de repente.

—Tú en tu casa y yo en la mía, asunto resuelto—le contestó la rubia fresa.

—Tenemos que vivir juntos si quieres la visa, genio—dijo Evans—Yo digo que vivamos aquí, digo, tu trabajo es movible, puedes trabajar aquí en casa o en los estudios que por cierto quedan a media hora de aquí y yo casi termino de grabar mis escenas en Atlanta—sugirió él.

Lena se quedó unos segundos pensativa, aunque odiase admitirlo, Chris tenía razón.

—Bien—aceptó ella.

—Genial, incluso, podrás redecorar la casa como quieras, sólo no añadas cosas rosas.

Lena sonrió mínimamente, pues a la chica le encantaba el tema de diseñar interiores, haría un arduo trabajo en la casa de Christopher. Para empezar, en la mañana iría a comprar un árbol de Navidad, uno gigante y frondoso, luego compraría un montón de series navideñas.

Ó 

Por la mañana, Helena despertó antes que todos e hizo que Chris se levantara también para ir a hacer las compras. El rubio gruñó fastidiado, no sólo por el sueño que tenía, sino porque dormir en el sofá que tenía en su habitación era demasiado incómodo.

king of my heart- chris evansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora