xi. fallin all in you

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Chris llevaba ya un rato despierto, observando a la rubia fresa que dormía plácidamente en su pecho.

Helena arrugó la nariz y se removió un poco de la superficie blanda en la que se encontraba. Abrió los ojos acostumbrándose a la luz que entraba por la ventana.

—Hola—saludó ella aun adormilada y levantó la cabeza. Chris sonrió.

—Hola— respondió él sin dejar de verla. Helena no tenía ni una sola gota de maquillaje, tenía el cabello revuelto y ojeras, pero aún así a él le parecía que se veía preciosa.

Lena se quedó durante unos instantes viendo los imponentes ojos azules de Evans, el hombre era hermoso, si de ella dependiera, le gustaría que hubiera fotos y cuadros de él en un museo, porque definitivamente Chris Evans debía ser considerado una obra de arte digna de admirar, aunque quizá terminaría comprando la galería donde estuviesen aquellas fotos y pinturas, odiaba admitirlo, pero no quería que nadie más viera al actor tal y como ella lo había visto. Sí estaba muy perdida por él.

Sin querer, Lena se removió provocando una reacción en la entrepierna de Evans. El rubio soltó un pequeño gemido, la pelirroja lo miró, tenía las pupilas dilatadas y las mejillas sonrojadas.

—Perdón, yo...—no terminó de decir ella, cuando Chris tiró de su brazo para que todo el cuerpo de ella quedara encima de él.

Chris tomó el rostro de Helena entre sus manos y la besó con urgencia. La rubia fresa le correspondió el gesto al mismo tiempo que soltó un gemido al sentir la erección del actor sobre su pelvis.

El ojiazul hizo un movimiento para que Helena quedara debajo de él, sus labios hicieron un camino desde el cuello hasta el valle de sus pechos donde se detuvo largos segundos a admirar el cuerpo femenino. Lena se sonrojó al sentir la mirada feroz de Evans en su figura.

Chris volvió a besarla con demanda y a recorrer con sus manos la figura que se estaba convirtiendo en su favorita.

Helena suspiró ante las caricias de Chris y soltó un gemido al sentir como el miembro de él rozaba en su entrada. La rubia fresa enredó sus brazos en el cuello del rubio al sentirse llena de él. El actor comenzó a dar estocadas suaves que poco a poco comenzaron a ser más rápidas. Lena repitió varias veces el nombre de Chris, ella sabía que el cielo era una cosa, pues llegaba a el cuando Evans la tocaba. La religión estaba en los labios de Chris y el altar eran las caderas de Helena.

El rubio dio unas últimas estocadas antes de sentir junto a Lena el orgasmo. Una vez que sintió el clímax aproximarse, tomó la mano de la rubia fresa y la entrelazó con la de él.

Ambos estaban exhaustos, recostados el uno junto al otro, sin embargo, Helena se levantó de la cama y Chris también lo hizo a regañadientes.

Los dos salieron de la cabaña tomados de la mano. Helena se sintió como adolescente a la que encontraron en la movida cuando las miradas de sus cuñadas y suegra se dirigieron a ella y al rubio.

Chris le dio una de sus famosas sonrisas y luego subió los escalones de dos en dos a la planta de arriba para darse un baño.

Lena se dirigió a la cocina a preparar algo de desayunar para Chris y ella.

—¿Por qué tan feliz, Helenano?— la pelirroja rodó los ojos al escuchar el apodo que usó su mejor amiga.

—Por nada—respondió ella.

—¿Por nada? Ni creas que no me di cuenta que Evans y tú entraron muy risueños a la casa, luego de no haber pasado la noche aquí, además, no has parado de sonreírle a la fruta—explicó la pelinegra.— ¿Coge bien?—preguntó Kat y Lena casi se rebana un dedo.

king of my heart- chris evansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora