Monólogo de vacilación

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"Pocas veces pensamos en lo que tenemos, pero siempre en lo que nos falta "
Arthur Schopenhauer


Condenado fue su castigo, al tener que probarse las posibles vestimentas para el baile de mañana. En su agraciada alcoba, solo se oía el critico juicio de Yaku-san. Parecía imparable. Este alegó se lo merecía, ya que no se quedó quieto cuando se lo pidió.
Solo la eternidad podía describír acertadamente las horas que pasaron, hasta que por fin pudo acostarse en su cama para esperar a su Rey, luego de que este estuviera ya mucho tiempo ausente.

Con tan agitada tarde, a Kenma le llegó un inesperado recuerdo. La hermana pequeña de su guardia personal, la joven Akane-chan, le vino a la mente cuando escuchó a Noya-san quejarse del tal "Asahi-san".

>>En un paseo de la media-mañana, gracias a los cielos por su prematuro despertar, recorría los lares del castillo cuando escuchó un alboroto que venía de la entrada principal.

Los guardias encargados trataban de hacer entrar en razón a una pequeña pero cólerica joven.

Se acercó e indagó preguntandoles a los guardias que sucedía. Ellos le dijeron que aquella chica había pedido que llamen a su hermano, pero cuando le preguntaron quien era y el motivo, comenzó a llorar y a vociferar una sarta de incoherencias mezcladas con insultos.

Su guardía personal, Taketora Yamamoto, llegó más rápido de lo que uno podia imaginar, para extrañeza del rubio. Ella lo vio llegar y él tan solo extendió sus brazos para recibirla. Corrió hacia el guardia, escondiendo su rostro en el abrazo. Asombrados quedaron los demás, al saber que ella era su hermana. Era algo raro para Kenma, el afecto entre hermanos, ya que él era hijo único. Se veía reconfortante, pero para él ese tema siempre le sería desconocido, debido ya a la edad de sus padres.

Despues de unos minutos el ambiente se calmó, y con un toque cautelosamente tranquilo, Kenma se acercó a ambos. Cuando lo notaron, pronunció simplemente "té".

Una hora despues, luego de minutos eternos tratando de descifrar su significado, se encontraban en una sala privada tomando infusiones y comiendo pasteles preparados por Shibayama, su pastelero personal.

-¡Me miró como si fuera una desconocida! ¡2 AÑOS! ¡2 AÑOS DE MI VIDA! ¡LE DÍ AMOR! ¡LE AYUDÉ! Y NI SIQUIERA SE DIGNA A MIRARME DE FRENTE. MANDÓ A SU PRIMA ¡SU PRIMA! PARA DECIRME QUE YA NO ME VAYA. ¿TE LO PUEDES CREER?

Kenma recordó porque le costaba hablar con mujeres jovenes.

Tora (llamado asi por Kenma como capricho) se habia ido a algún lado, por lo que se quedo con su hermana menor, de nombre Akane, y Yaku-san, quien tambien se sentía un poco nervioso por su personalidad.

-Ehm... Akane-san.

-Llameme Akane, no hay problema. Usted es honor y gloria, por lo que es dichoso de hacer lo que desee, alteza.

El rubio asintió un poco avergonzado, y prosiguió a preguntar.

-Akane ¿De qué vives?.-
Un poco sorprendida, la joven notó que aunque vistiera ropa lujosa, aquella pregunta había sido pronunciada como lo haría alguien simple. Aún asi, no lo señaló. Tampoco Yaku-san, este optó por decirse con sutileza en otro momento, para evitar futuros problemas.

-Yo...Yo jamás trabajé. He sido dependiente de mi hermano desde que tengo memoria.- Desvio la mirada con un poco de verguenza debido a este hecho.- Hace ya dos años, conocí a un hombre extranjero. Me enamoré de él y huimos porque era muy joven. Siempre decía que me amaba, me lo expresaba y yo lo sentía. Tambien le dí mi amor. Pensé en la eternidad, el amor nuestro eterno, o por lo menos pragmatico. Vaya MENTIRA! ¡Un día simplemente amanecí para simplemente escuchar que ya no sentía el amor por mi!¡Que me veía diferente ante sus ojos! ¡Que ya no había encanto ni belleza en mi rostro! ¡Que era una simple y triste campesina ignorante, como todo el mundo le comentó!

-Vaya mierda de hombre.- Declaró Yaku-san con desdén. Dicho esto, le dio un sorbo a su té.

Algunos caballeros presentes, por seguridad de Kenma, empezaban a temer un poco por la actitud de los hablantes.

Improvistas lagrimillas comenzaron a cruzar de arriba hacia abajo el rostro de la joven. Muchos se sorprendieron por esto, siendo inundados por la confusión, pero simplemente Kenma fue el único que le pasó un pañuelo de tela tranquilamente.

-Perdonen. Es que, pensé que si volvía, tardaría años para que mi hermano me quisiera ver a los ojos. Aunque lo deshonré, me recibió como siempre solía hacerlo yo.

- ¿Qué vas a hacer ahora?.- El rubio habló despues de darle una limpia mordida a una pieza ópera en miniatura. Parecía no comprender, o ignorar, el hecho que significaba seguir el hilo de un tema fijamente.

-¿Eh?.- Desconcertada por el indiferente cambio de tema, pasó suavemente el pañuelo carmín sobre su húmedo rostro y continuo.- No lo sé. Creo que buscaré empleo, Kenma-sama. Deseo ayudar a mi hermano, para compensar mi deshonra. Aunque claro esta, tendré que hacerlo por el resto de lo que mi mortalidad me permita.

-Bueno, a partir de ahora trabajarás aqui.

Tomó su té plausible ante la incredula mirada de los presentes, ya que sus palabras no fueron una pregunta, sino una clara orden.

Tanto su acompañante como la la joven allí presente le pidieron corroborar sus palabras repetidas veces. Kenma comía, cada vez más, en torno su molestia crecía por ser tomado como alguien poco convincente.

Despues, el resto del día pasó sin agravios, entre conversaciones sumergidas en la trivialidad. Eso detalles menores se disolvieron como si nada. Tal como debe ser un simple recuerdo.<<

A pesar de que no se tratara de un mal recuerdo, la amargura de su mente lo obligaba a pensar en el amor pragmático, palabras dichas (gritadas) por Akane. Dificilmente creía en que alguien amará a otro casi toda una vida. No por el aburrimiento, ya que una persona es un sinfín de maravillas desconocidas hasta para uno mismo. Era dificil de creer porque a veces inconscientemente formamos una rutina, que no hace nada más que repetirse en torno a la costumbre.

Entonces, pensaba, mucho peor era su situación. Ni siquiera habían iniciado nada. Cuando se conocieron, él tan solo dijo esas palabras porque lo vio en un sueño. Y claro, no era despistado, también para zafar de cualquier castigo por medio de la confusión.

Le causaba angustia recordar esto, y el hecho de que su Rey sea un hombre de gran apariencia también. Ya había notado la mirada de algunas mujeres sobre él, cada vez que estaban juntos. Poco sigilosos eran los murmullos que emitian las conversaciones de algunas sirvientas jovenes, cautivabas en el amor plátonico. Incluso a veces veía a una que otra noble pasear por el castillo despues haber llegado con su padre o algún pariente que tenía que atender algún asunto allí. Caminaban orgullosas, a la espera de toparse "casualmente" con su Majestad.

La belleza de algunas le parecía exorbitante, extremadamente lejana a la de las desaseadas y simples campesinas que ha visto. E irreflexiblemente su aspecto se compara, dandole una no grata sensación.

El trujir de la puerta interrumpió su desconcentrada lectura de "Cosas y amapolas", mejor dicho, cortó el fluido pensamiento negativo que estaba formando. Volteó, encontrandosé a la vista a su Rey parado en el marco de entrada.

-Kuro.- La somñolienta voz de Kenma fue un suplicio para los oidos de Kuro. Él se desvistió, quedando en ropas ligeras, y se recostó sobre Kenma abrazándolo por detrás.

El sueño no fue su compañia en aquel momento, y de ello sabrán a continuación.
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Nota simple de la autora (NSA o N/A): Acá, en esta historia, Akane-san será más grande en edad, no quiero al FBI aquí :'y.

Flancito-no-diet

Magia y Realeza (Haikyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora