Jugando Con Tu Cerebro • Tord Y Tú.

XXVIII

➳El texto escrito "texto de ejemplo" son los sueños de la protagonista.
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-Es mi culpa... Perdón Edd, perdón Matt-. Dije a punto de estallar de tristeza, sus caras al escuchar mis palabras hacían que se me rompiera el corazón en millones de pedazos, podía ver en sus ojos el dolor que sentían. Ellos cayeron en llantos desesperados, yo, los acompañe en silenció.
Hicimos una cruz con las botellas de vodka que él tanto amaba, su cuerpo yacía bajo la tierra para descansar en paz. La angustia no faltó en aquel lugar, el ambiente se sentía pesado y melancólico. 

-Perdón, Tom-. Me arrodille frente la tumba de mi amigó, mis ojos se pusieron rojos de tanto llorar. -Él día en que te conocí pensé que eras un estúpido...-. Sonreí nostálgica. -Perdón por no decírtelo antes, seguro vas a querer matarme por decirte eso. Dónde quiera que estés, se que me estás mirando... Te quiero demasiado, Tom-. Me quedé juntó a él un rato largo, los demás se había resguardado en las cabañas de los alrededores. La noche había llegado y yo seguía junto a el de sudadera azúl, sola  culpandome de todo lo que había pasado.

-___, vamos. Es tarde-. Tord apareció frente a mí. -___-. Mire su rostro lastimado. -Mañana decidiremos lo que haremos con mi padre-. Levanté mi cuerpo cansado del pasto frío y fui junto a él, agarre su brazo y lo apoye en mí. Ambos fuimos a una cabaña cercana. -Duerme tranquila-. Él depósito un beso en mí frente. - Haré guardía para que nadie te moleste-. Asentí con la cabeza y cerré la puerta del lado de adentro. Me dirigí hacia la cama, me saque mis zapatos y apoye mi cuerpo en ella. Se sentía bien por fin estar en paz. Deseaba dormir más que nunca, tal vez pueda ver a Tom con Cristopher.

-182...183..184...-. Miré extrañada a Michael. -Estaba esperándote, tengo que mostrarte algo-. Tironeo de mi mano y me arrastró hasta las grandes puertas azules. Me miró. -¡Cierra los ojos!-. Le hice caso y los cerré. -No hagas trampa-. Agarro mi mano y con cuidado me movió hacia delante. -Okey...va... ¡Abrelos!-. Mis ojos se pusieron vidriosos.

-¡Tom!-. Lo abracé con fuerza. -Te extrañe, idiota-.

-Escuche tus cosas cursis-. Me separé de él avergonzada. -No me pidas perdón por mis decisiones, ___-. Revolvió mi cabello. -Un señor que dijo ser tu padre me dejó verte, cuando lo veas, dale gracias de mi parte-.

-¿Mi padre?-. Busque con la mirada al Dios. -¿Dónde está Muerte?, Michael-. Me dí vuelta para observarlo.

-Dijo que iba a hacer algunas cosas y viene a ver a su sobrina-. Respondió.

-¿Que pasara con Tom?-.

-No lo sé, eso lo decide Cristopher-. Se dió la vuelta.- Tengo que mostrarte algo, ___-. Asentí con la cabeza y mire a Tom, las lágrimas acariciaron mis mejillas al ver su sonrisa, una sonrisa que no podría ver más...

Seguí a Michael por los confusos pasillos de aquella gigantesca mansión, no oí ninguna palabra salir de sus labios al hacer el recorrido a quien sabe dónde. Frené al ver que mi compañero se quedó totalmente quieto frente a una puerta de mármol oscuro.

-Aquí es...-. Dijo en voz baja, lo miré confundida. -Tu padre... Él está en esta habitación. Eres libre de entrar o no-. Mis manos empezaron a temblar y sudar. Los nervios se estaban apoderando de mí.
Apoye mi mano temblorosa en el picaporte, presione hacía abajo y empuje la puerta.
Un hombre grande sentado en una silla de ruedas clavo la mirada en mí. Noté como en sus ojos las lágrimas pedían de salir.

-¿H-hija?-. Preguntó con dificultad. -Acercate... Quiero verte de cerca-. Camine hacia él y me puse a su altura, rodeo mi cara con sus manos. -Eres igual a tu madre...-. Ambos soltamos aquellas gotas cristalinas que contenían todo tipo de sentimientos. -Tengo tantas cosas que explicarte, hija mía-.

-¿Por qué estás así?-. Sus ojos y los míos se cruzaron. -¿Por qué me abandonaste a mí... Y a mamá?-.

-Yo no quería, hija. Lo hice por tu bien-. Agarro mi mano. -Tienes un deber ahora, conviértete en un Dios-. Saque mi mano bruscamente.

-¿Convertirme en un Dios?¿Eso quieres?-. Desvíe la mirada. -Pensé que sería lindo conocer a mi verdadero padre... Pero se ve que solo quiere que sea un Dios para su beneficio-.

-Si no lo matas pronto, no habrá más raza humana en esta tierra...-. lo interrumpí.

-¿¡Piensas que me gustaría ser un Dios que ve morir gente y ayudar con su destino?-. Recordé la cara de Tom, su cuerpo frío... -No quiero que la raza humana se termine... Pero, no quiero ser un Dios-.

-¿Piensas que es tu decisión?-.

-No... -. Apreté mi puño. -Quiero vivir como cualquier humano... No quiero ser inmortal y ver morir a los que amo-. Sin querer escuchar más nada, enojada me dirigí hacía la puerta, no quería estar un segundo más en aquella sala.
Necesitaba hablar con Cristopher antes de que ese sueño terminará.

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