Capítulo 5.

1.4K 157 561
                                    

¡Hola mis bonitos lectores! Mi semestre terminó por alargarse una semana, la belleza de la vida estudiantil, pero acá me tienen. Lo curioso de tener varias historias activas es que siempre me enganchó más escribiendo una, en este momento es esta. Así que quedo algo más largo.

Mil gracias a las personas que se toman el tiempo para leer.

Espero que les guste. ¡Muchas gracias!

Los ojos de Eiji Okumura eran los puntos suspensivos entre sus cuerpos y sus almas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los ojos de Eiji Okumura eran los puntos suspensivos entre sus cuerpos y sus almas.

Entender sus emociones era parte del arte y la tragedia de su carrera, él sabía lo importante que era controlarlas para sacar conclusiones racionales y coherentes, no obstante, se le desconectó el corazón el instante que su consciencia entendió la situación. Ash Lynx no tenía un alma gemela, hilarante ¿no? Su mentón se dejó caer sobre sus rodillas, él abrazó sus piernas bajo el gélido de la madrugada y la desolación de la capital. Por más que él se tratase de convencer sobre lo insignificantes y molestas que resultaban aquellas letras sobre su muñeca, en el fondo él lo deseaba. Conocer al lince de Nueva York había sido una sofocante sinestesia para su realidad.

Él era una persona dolorosa, cruel, solitaria y hermosa. Él quería protegerlo. Él pretendía ser quien lo sacase de eso, sin embargo, todo era su capricho. Y eso le dolía. Sí, él sentía que le habían abierto el pecho para llenarlo de espinas y veneno. Sus dedos recorrieron su impresión, nostálgico. Que decepción. Él ya no codiciaba pensar en aquel rechazo o en su carrera. Él solo quería ahogarse en su miseria. Suspiró. Su garganta se había llenado de pétalos de margaritas. Eran inocencia, alegría y pureza. Se habían marchitó. Él anheló, contemplando el vacío y la soledad de la ciudad. Haberse escondido en el techo no había sido su idea más inteligente. Él se mordió el labio, con frustración. Tampoco lo había sido apasionarse por un completo desconocido. Brillante, ahora todos sus diplomas parecían ser de juguete. ¿Dónde se había ido su inteligencia? La quería de regreso.

—Hey. —La piel del japonés se erizó bajo la brisa y la melodía de la añoranza, él se dio vueltas, esperando que fuese él quien lo buscase—. Llevas horas en este berrinche, ya es molesto. —No lo era. Aun en aquella decadente y deteriorada azotea la silueta de Yut-Lung Lee lucía bella y elegante. Lo peligroso era hermoso.

—Quiero estar solo. —Lo frágil también. Eiji se volvió a hacer un ovillo, sus pies rozaron los bordes del edificio, con torpeza, su barbilla se ocultó en el refugio que él había construido con sus brazos sobre sus piernas. Él parecía haber olvidado la aversión que le tenía a las alturas por culpa de la pena—. Vete por favor. —Poco le importó estar pendiendo veinte pisos en el aire cuando no tenía alma gemela.

—Oye. —El de ascendencia china se acarició el ceño, frustrado. No le pagaban lo suficiente para hacer de niñera. Alto. Su novio ni siquiera le pagaba—. No te sientas triste. —Él se tiró la cara, frustrado. Era malo dando palabras de aliento y era peor recibiéndolas—. Anímate. —Ese psicólogo no le gustaba.

What's a soulmate?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora