Capítulo 17.

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¡Hola mis bonitos lectores! Hace años no actualizaba todos los días, estoy demasiado constante, siento que llegara un momento y desaparece así por medio año, ay no, solo disfrutare mi racha de felicidad y el pobre spam a los lectores.

Este capítulo es uno de los centrales en la trama, por lo mismo la presión para escribir fue terrible, según yo quedó bien, le puse mucho amor y edición, pero no sé, ¡ah! Ya, está. Muchas gracias a las personas que se toman el tiempo y el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

—Cuando esto termine quiero ir a Japón

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—Cuando esto termine quiero ir a Japón. —Sus manos se congelaron sobre la maleta, los latidos se le agolparon en la garganta, él se dio vueltas, anonado—. Sé que es una tontería, debería dejarlo regresar a su mundo, pero...

—¿Qué estupideces estás diciendo? Deja de actuar como si merecieras ser infeliz, es molesto. —Mantener la parsimonia fue imposible. Nueva York se empeñaba en describirlo como una bestia descorazonada, un asesino a sangre fría o un monstruo repugnante—. Griffin odiaría verte así. —Pero para Yut-Lung Lee, él no era más que un niño desesperado por cariño. La indiferencia suspendida en esos ojos era una farsa craquelada.

—Tienes razón. —El cerró la maleta tras meter su última camisa, su atención pendió desde el cierre hacia la tinta de la porcelana.

—Siempre la tengo, gracias por notarlo. —El fulgor que empañó a esos jades le resultó inocente, irónico para un homicida, ¿verdad?

—Lo llevaré a conocer a Griffin este fin de semana. —La verdad se le atropelló en la tráquea—. Odio Cape Cod pero es una parte de mí que no le he mostrado a nadie, y... —Sus yemas se deslizaron por su impresión de plumón, él sonrió al repasar las letras—. Lo amo, quiero pasar el resto de mi vida a su lado.

—Lo sé. —La belleza de esa sonrisa fue un brote en un cementerio de espinas—. Yo cuidaré a todos mientras no estés, no te preocupes.

—Volveremos antes de que lo notes.

Cuando el dolor cesaba él recordaba esas palabras. Él le dijo que regresaría pronto mientras empacaba esos horribles suéteres de nori nori para el japonés, ellos hicieron una pequeña cena para celebrar la futura relación de esos idiotas, compraron comida en un restaurante cercano y bebieron algunas cervezas. Ellos se fueron tomados de las manos y luego...

¿Luego qué?

Mierda.

La cabeza le punzó un infierno, sus extremidades se sentían cercenadas, la silla parecía habérsele incrustado a la columna vertebral, él parpadeó, batallando por recuperar la consciencia, los focos amarillentos le quemaron las pupilas, bajo una mugrienta cortina de sudor y cabello él logró ver la habitación. No había mucho dentro de ella, las paredes eran blancas y herméticas, el piso parecía insonorizado, Dino Golzine se encontraba frente a él con una asquerosa expresión de satisfacción. Él gruñó cuando se trató de mover, porque la carne en sus muñeca se sentía rota y el sabor a vómito le estaba quemando las fosas nasales. Que poco glamoroso debía lucir, Shorter Wong no lo encontraría bonito si lo viese tan demacrado.

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