Capítulo 10.

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¡Hola mis bonitos lectores! En mi corazón manejar el fictober y sacar mis one shots de octubre se veía más fácil, pero no, así que me demore mil años, perdón. 

Muchísimas gracias a las personas que se toman el tiempo para leer esta historia.

Espero que les guste.

El destino arrojó tres cartas bajo las estrellas de Nueva York

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El destino arrojó tres cartas bajo las estrellas de Nueva York.

—¡Salud! —El estridente grito de Max captó la atención de todos los presentes—. Es un honor tener a tantos nuevos reclutas con nosotros. —La sonrisa del castaño fue galante y agradable, la música en el bar apenas se escuchaba en la lejanía de la mesa. La noche tenía un sabor repleto de irrealidad y decadencia.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —Shorter estaba sentado a su lado. No era común que el cuartel saliese junto a celebrar, sin embargo, Fox había insistido en darle una cálida bienvenida a los novatos—. ¿Esto no se te hace extraño? —El castaño frunció la boca. La espuma de la cerveza le había escurrido hasta la mano en esa jarra.

—¿Sospechas de los nuevos integrantes? —El moreno asintió. Aunque habían rostros jóvenes e ingenuos entre los postulantes, la vejez y la crueldad tenía raíces en algunos—. También yo, casi parecen militares los que trabajaran con Fox. —Hoscos, violentos y fornidos. Un escalofrío recorrió la espalda del más alto al chocar la mirada con uno de ellos.

—Además están las muertes recientes. —Shorter dejó que sus brazos cayesen sobre la mesa, en el revoloteo de las carcajadas nadie le prestó atención a su conversación. Las luces estaban muy fuertes y el alcohol tenía demasiados grados.

—¿No te ha tocado ver ninguna de cerca? —El moreno negó—. Hay algo raro en las impresiones de esas víctimas. —Desde aquella fatídica fiesta Max no se había dejado de atormentar con las almas gemelas, aquella conexión debía ser sagrada e íntima, que la usasen para esclavizar era monstruoso. El estómago se le revolvió bajo la amargura de la cerveza. Jessica lo notaba extraño.

—¿Vamos a seguir pretendiendo que estamos de acuerdo con todos los cambios que ese lunático está haciendo? —El más joven se presionó los lentes contra la cordura. La pestilencia de las frituras, la corrupción en el cuartel, el papeleo, la confusión, todo eso lo tenía enfermo. Ya no estaba durmiendo bien, ya no podía comer, ya no pensaba como se debía.

—Shorter... —Extrañaba a Eiji, él sabía reconfortarlo en esta clase de situaciones.

—Lo sé. —Él tendría las palabras correctas para los sueños rotos—. No tenemos más opción. —El filo de la impotencia le desgarró la garganta. Max le acarició la espalda con lentitud, porque lo amaba como a un hijo sentía que era su deber protegerlo. Pero no podía.

—Vele el lado positivo. —Y la única arma inútil que le quedaba era su sentido del humor—. Vas a salir de patrullaje la otra semana con tu nuevo compañero. —La indignación con la que moreno alzó una ceja lo hizo reír.

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