La Pelea

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Anna estaba furiosa, esta vez Pan verdaderamente se habia pasado, había querido asesinarla.
La chica siguió a Pan pisoteando hacia la selva, ya no lo soportaba más, estaba cansada de las frecuentes burlas y comentarios degradentes que el chico le hacía.

Anna lo siguió sin cuidado alguno, él obviamente sabía que lo estaba siguiendo. El chico siguió caminando hasta llegar a un espacio abierto, en el cual había una gran piedra que aparentaba una pared y se dio la vuelta, cruzando los brazos.

Anna llegó tras él y antes de decir algo lo miró fijamente a los ojos y colocó sus manos en su cintura, inclinándose levemente hacia un lado.

- ¿Y bien? - Pan fue el primero en romper el silencio.

- Estoy esperando una disculpa - contestó la chica apartándose un mechón de cabello del rostro y levantando la barbilla.

Pan soltó una carcajada.

- ¿Perdón? - dijo el chico - ¿Y por qué debería hacer eso, segun tú?

- Por hacer que casi que ahoguen. Por ejemplo. - exclamó Anna alterada - O por hacer que mi tío me abandonara, ¡por aplastar mis esperanzas!

El chico volvió a reir amargamente.

- Ésas cosas te las buscaste tú sola...

- ¿Que yo qué? - gritó la chica impactada.

- Ahora, que Garfio te haya abandonado, si es verdad, te quiero aquí por una razón.

- ¿Qué razón exactamente? - preguntó ella levantando una ceja.

- No te lo voy a decir, pero muy pronto lo descubrirás, de hecho, - dijo Pan volteándose - creo que ya deben de estar por llegar...

- ¿Quienes?

- Tengo que irme.

- ¿Qué? ¡Pan! ¡Espera! - gritó Anna levantando las manos - No puedes irte así sin darme alguna explicación de lo que estás diciendo.

- Yo no tengo que explicarte nada, Anita - dijo él levantando una ceja - lo único que tienes que saber es que debes dejar de lado todo en lo que creías, todas esas tonterías de los cuentos de hadas, de esperanza y dejar de cuestionarme y llevarme la contraria.

- No.

Peter se dio la vuelta y la miró fulminante, la chica seguía parada de la misma manera, delvolviéndole la mirada asesina.

- ¿Cómo dices? - preguntó el chico entre dientes.

- Que no, - respondió Anna desafiante, cruzándose de brazos y acercándose a Pan a medida que hablaba - no puedes hacer que deje de tener esperanza, o que deje de creer en cuentos de hadas, ¡y definitivamente no puedes obligarme a obedecerte sin chistar!

Con un movimiento de la mano de Pan la chica salió volando de espaldas y se estrelló contra un árbol, y él la dejó ahí, a centímetros del suelo, sin poder moverse.

- Anna, ten más cuidado con lo que dices - le advirtió acercándose hasta quedar a centímetros del rostro de la chica.

Anna bufó como pudo.

- No me das miedo Pan, - respondió ella con esfuerzo - no creas que vas a convertirme en uno de tus niños perdidos sólo porque tienes miedo de no ser poderoso, de no tener a nadie a quien darle órdenes, de quedarte solo en la isla, ¡PORQUE TIENES MIEDO DE CRECER!

El chico se puso furioso, con un gesto dejó a la chica sin aire e hizo que le costara respirar, tenía una mirada loca en sus ojos, que hizo que a Anna se le pusieran los pelos de punta.

La chica luchaba por respirar, pero Pan no se lo permitía. "Por lo menos moriré sin que me hayan lavado el cerebro" pensó.

- ¡Pan! ¡Detente! ¡Recuerda el plan!

Anna cayó al suelo respirando agitadamente y temblando, cuando levantó la vista vio a Pan aún de pie frente a ella y un poco más a trás a Félix.

- Llévatela - dijo Peter en un susurro y Félix obedeció.

El chico perdido puso a Anna de pie y comenzó a caminar junto a ella hacia el campamento. La chica miró hacia atrás para ver a Pan una última vez, pero él ya se había ido.

- ¿Qué estabas pensando? - preguntó Félix cuando los chicos estaban ya a mitad de camino.
Anna no tenía ganas de hablar con nadie en ese momento así que simplemente volteó los ojos irritada.

- Sabía que eras rebelde, - siguió el chico - pero no que estabas demente...

- Félix no estoy de humor.

- Eso es obvio, sólo te digo que de verdad hiciste enfurecer a Pan.

Anna lo miró de reojo y él se encogió de hombros, quedándose en silencio por unos minutos.

- Te lo advierto, si no fuera porque eres indispensable hubieras muerto.

Anna suspiró irritada, pero se dio cuenta de algo importante.

- De hecho, si tú no hubieras aparecido, Pan me hubiera ahorcado.

Ésta vez fue Félix el que la miró de reojo y se volvió a encojer de hombros.

- Sólo lo hice por los planes de Pan, no creas ni por un momento que comienzas a agradarme, sólo eres una chica.

Anna soltó un bufido y se preguntó una vez más qué sería lo que Pan planeaba hacer con ella.

Niña PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora