La Cueva del Eco

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El grupo seguía a Tinker Bell por la selva, Anna caminaba junto al hada incómoda, podía sentir la mirada de Garfio sobre su cuello y eso la estaba volviendo loca.

-¿De verdad quieres ir a las Cuevas del Eco Anna? - preguntó Tink volviéndose hacia ella.

-¿Qué hay de ellas? - preguntó la chica encogiéndose de hombros - ¿Por qué no quieren que vaya?

El hada desvió la mirada, incómoda. Definitivamente estas Cuevas del Eco debían de ser algo terrible, si ni ella ni Garfio querían hablar sobre ellas.

-¡Tink! - dijo la chica molesta - ¿Podrías por favor ser la primera persona en decirme ALGO? ¿La primera que no me deje a oscuras?

La rubia suspiró y se acercó más a Anna, para que los demás no la escucharan. La chica se volteó, no había de qué preocuparse, Emma estaba enfrascada en una conversación con el Príncipe y Blanca Nieves, y Garfio, quien las observaba fijamente desde el fondo de la fila, ya sabía lo que Tink estaba a punto de confesar.

-¿Has oído la frase "Mientras más oscuro el secreto, más fuerte su eco"? - Anna sacudió la cabeza con el ceño ligeramente fruncido - Pues ese es el truco de la Cueva del Eco, para poder llegar a Baelfire cada persona que entre a la cueva debe confesar su más oscuro secreto.

-¿Por qué Pan quiere que vayamos ahí dentro?

-Porque está seguro de que sus secretos traerán peleas y los retrasará lo suficiente.

Anna asintió lentamente, volviendo a mirar hacia el frente en lugar de a Tink, pensando en Pan y en lo malévolo que era... jugar con los secretos y sentimientos de los demás, como si no importara.

-¿Acaso ese chico no tiene sentimientos? - preguntó la chica en voz alta.

El hada se encogió de hombros.

-Llevo preguntándome lo mismo desde hace bastante tiempo, a veces llego a pensar que todo lo que queda en él es el deseo de poder y nunca crecer...

Anna suspiró. Sinceramente no creía que Pan fuera un chico sin sentimientos, se lo había demostrado el día de la fogata, y la chica estaba bastante segura de que en ese momento, él fue totalmente sincero con ella, no había ni rastro del monstruo que había conocido...

La chica sintió sus mejillas ponerse rojas y sacudió su cabeza, sentía cómo la sonrisa tonta volvía a aparecer en su rostro de manera inevitable. "¡Para ya Anna! Alguien se va a dar cuenta".

La pelinegra intentó ocultar su rostro mientras combatía con sus labios y se daba cuenta de lo que todo esto significaba.

Tenía el secreto perfecto para la Cueva del Eco.


Garfio observaba a su sobrina mientras conversaba con Tinker Bell. La chica seguía igual físicamente, evidentemente, pero el hombre ya no podía ver a la pequeña Anna que corría por la proa de su barco en ella; la chica había madurado demasiado rápido, aprendió a ocultar sus emociones, se había vuelto mucho más ágil por la necesidad de cazar para comer, y seguramente por pelear con los niños perdidos y quizá contra el mismo Pan.

Al pirata se le heló la sangre cuando vio a aquellos ojos azules después de tanto tiempo, y no reconocer a su querida sobrina ahí, todo su brillo se había ido; era como si sus iris estuvieran hechos de hielo.

-¿Qué pasa Garfio? ¿Acaso no veías venir lo de Anna? - preguntó Emma acercándose a él - Ha vivido con Pan y los niños perdidos por un tiempo, quizá no muy largo, pero lo suficiente para que se convirtiera en una de ellos...

-Lo que me pesa Swan, no es que se haya convertido en lo que es ahora - respondió él en un susurro apenas perceptible - Lo que me molesta es que fue todo mi culpa, todo fue culpa de mi cochina sed de venganza. Y me arrepiento profundamente, no debí haberla abandonado.

Niña PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora