Extendiste tu mano hacia ese ser de luz que tenías en frente. Para ese entonces tu cuerpo había dejado de doler y ahora te sentías mas ligera, como si te hubieses liberado de una pesada carga, ¿y cómo no? Si hacía un instante acababas de morir de una manera un tanto extraña...
<<No tienes nada qué temer. Estarás a salvo conmigo, yo guiaré tu camino hasta allá... Lo prometo>> te dijo aquel arcángel mientras tomabas su mano.
<<Oye, oye... ¿A dónde la llevas? Yo la vi primero, Mael>> dijo un albino de gabardiba azul.
<<Estarossa... No importa cuánto lo intentes, esta alma no te pertenecerá ni aunque la mates en todas sus reencarnaciones>> espetó el arcángel realmente molesto, tomando tu mano con fuerza acercándote a él.
<<No estoy de ánimos para luchar el día de hoy, así que lo pasaré por alto por esta ocasión... Pero te advierto, ella sería mía tarde o temprano... Después de todo, ella es mi prometida...>> dijo el demonio antes de desaparecer ante los ojos de Mael.