La hora más negra
Si algo faltaba para dar más empuje a la popularidad de Jack McMurdo entre sus compañeros, era su detención y absolución. Que un hombre, la misma noche de ingresar en la logia, hubiera hecho algo que le llevara ante el juez, constituía un nuevo récord en los anales de la Sociedad. Ya se había ganado fama de buen camarada, alegre, generoso y juerguista; y, además, de hombre de carácter fuerte, que no toleraba un insulto ni siquiera del mismísimo y todopoderoso Jefe. Pero además de todo esto, a sus cofrades les daba la impresión de que no había entre todos ellos ningún otro con el cerebro tan dispuesto a maquinar un plan sanguinario y con unas manos tan capaces de llevarlo a cabo. «Este chico es de los que hacen un trabajo limpio», se decían unos a otros los mayores, y aguardaban el momento de poder encargarle una tarea. McGinty ya disponía de esbirros de sobra, pero se daba cuenta de que este estaba muchísimo más capacitado. Se sentía como si tuviera sujeto con la correa un feroz perro de presa. Había chuchos para hacer los trabajos menores, pero algún día soltaría esta fiera contra una presa. Unos pocos miembros de la logia, entre ellos Ted Baldwin, veían con malos ojos el rápido ascenso del forastero y le odiaban por ello, pero procuraban no cruzarse con él, porque McMurdo era tan propenso a pelear como a reír.
Pero aunque se había ganado las simpatías de sus compañeros, había otro terreno, que para él había llegado a tener aún más importancia, en el que las había perdido. El padre de Ettie Shafter ya no quería saber nada de él, y no le permitía entrar en su casa. La propia Ettie estaba demasiado enamorada para romper con él por completo, pero su buen sentido le advertía de las consecuencias de un matrimonio con un hombre al que todos consideraban un criminal. Una mañana, después de una noche de insomnio, decidió ir a verlo, quizá por última vez, y hacer un poderoso esfuerzo para arrancarlo de aquellas malas influencias que estaban arrastrándolo al abismo. Se dirigió a su casa, como él le había rogado a menudo que hiciera, y entró en la habitación que McMurdo utilizaba como cuarto de estar. Estaba sentado ante una mesa, de espaldas a la puerta, con una carta delante. Ettie, que solo tenía diecinueve años, sintió un repentino impulso de niña traviesa. McMurdo no la había oído abrir la puerta. Ettie avanzó de puntillas y apoyó suavemente la mano sobre su espalda encorvada.
Si su intención era sobresaltarlo, desde luego que lo consiguió, pero fue solo para sufrir ella un sobresalto peor. McMurdo se revolvió como un tigre contra ella, buscando su cuello con la mano derecha. Al mismo tiempo, con la otra mano, arrugó el papel que tenía delante. Durante un instante, la miró con ojos que echaban llamas. Al momento, la sorpresa y la alegría sustituyeron a la ferocidad que había deformado sus facciones, una ferocidad que hizo que la muchacha retrocediera encogida de espanto, como si no hubiera visto nada tan horrible en su tranquila vida.
—¡Eres tú! —exclamó McMurdo, secándose el sudor de la frente—. ¡Pensar que vienes a verme, corazón mío, y que no se me ocurre nada mejor que intentar estrangularte! Ven aquí, cariño —la estrechó entre sus brazos—. Déjame que te consuele.
Pero ella no se había recuperado aún de la súbita impresión de miedo culpable que había percibido en el rostro del hombre. Todos sus instintos de mujer le decían que aquello no era un simple susto, la reacción de un hombre sobresaltado. Aquello era culpa, sin duda alguna..., culpa y miedo.
—¿Qué te ha pasado, Jack? —exclamó—. ¿Por qué te asustas así de mí? Ay, Jack, si tuvieras la conciencia tranquila, no me habrías mirado de ese modo.
—Es que estaba pensando en otras cosas, y como has llegado andando con tanta suavidad, con esos pies de hada que tienes...
—No, no. Ha sido más que eso, Jack —de pronto, una súbita sospecha se apoderó de ella—. Déjame ver esa carta que estabas escribiendo.
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El valle del terror
Misterio / Suspenso"El valle del terror" es una novela protagonizada por Sherlock Holmes y escrita por Sir Arthur Conan Doyle. Esta novela fue publicada por primera vez en el Strand Magazine entre septiembre de 1914 y mayo de 1915. La historia tiene lugar en 1888, co...