Después de que Esme comiera la llevé al cuarto, este estaba en el segundo piso frente al mío. Me pidió que me quedase hasta que ella se durmiera y acepté sin problemas, amaba verla dormir y hasta podía imaginar que descansábamos juntos. Aunque es algo intimidante que un ser tan depredador duerma contigo, solo la persona que realmente confía en ti es la que se queda.
Al día siguiente se despertó por los rayos de sol que entraban por la ventana y me quedé quieto al ver que me miró.
-Por Dios- Dijo asombrada mirándome.
Me reí y me senté en la cama para huir del sol. Ella seguía con cara de asombro y se sentó junto a mi para tomar mi rostro.
-¿Como puedes disimularlo en la ciudad? -Dijo analizando mi cara y brazos que estaban descubiertos.
-La ciudad la mayor parte del tiempo tiene mucha sombra por los edificios y además mis turnos en el hospital son de día, solo tengo que salir en la noche o simplemente me quedo en el hospital.
Asintió atenta y ahora era ella quien se carcajeaba.
-Nunca pensé que un vampiro sería así -Dijo riendo - En verdad no eres escalofriante, todo lo contrario.
En realidad cuando debo alimentarme si puedo llegar a ser algo aterrador o el solo hecho de enfadarme podría sacar lo malo de todo esto.
-Suelo tener un buen control con los humanos, no todos son así - Dije jugando con un mechón de su cabello.
-¿Crees que puedas controlarte lo suficiente conmigo?
Su pregunta me sorprendió, su aroma se me hacía irresistible pero mi auto control era más fuerte. Aunque si tuviese la oportunidad de probarla no lo pensaría dos veces.
-Confía en mi, jamás te haría daño, tu cuerpo es mi templo.
Acarició mi mejilla mientras yo la miraba enamorado. Pero su mirada de amor cambió a tristeza.
-No nos queda mucho tiempo.
-Estos momentos valen más que mi inmortalidad.
Acaricié su mejilla con la mayor delicadeza posible, la sentía frágil a mi tacto, como si se tratase de un pequeño copo de nieve que se derretiría a mi tacto. Pero a la vez ese pequeño y delicado copo de nieve se convertía en mi mayor pecado. Mi pequeño infierno que me obligaba a agradecer a mi inmortalidad por permitirme encontrarlo. Y así, morir en ella cada día, lamentándome por no poder disfrutarla en vida.
Pero luego ocurría que sus ojos brillantes me sacaban de ese infierno y su boca contra la mía eran la mismísima escalera que conducía al cielo. ¿Conocería el paraíso en algún momento? Si cada vez que siento estar próximo a llegar a ese lugar tan maravilloso y tan odiosamente prohibido ocurría que tocaba a ese pequeño copo de nieve. Lanzándome al infierno donde me lamentaba el resto del día.
-Será mejor levantarnos. Hay que aprovechar este día.
Su energía me sorprendió. Parecía revitalizada. Por un momento la imaginé viviendo conmigo en esta enorme y solitaria casa, ella con un hermoso vestido ligero de lino moviéndose con la brisa que corría por el cuarto. Imaginé verla con los ojos dorados y una sonrisa brillante. Bueno, solo la imaginé.
-Carlisle.
Parpadeé y me regaló una sonrisa tan brillante como la que tenía en mi delirante imaginación...
Mientras desayunaba me contó sobre su trabajo y como comenzó a pintar en su tiempo libre. Yo solo escuchaba y observaba sus expresiones de alegría cuando recordaba algo que le daba felicidad. Probablemente mi rostro era más de embobado que de concentración.
-Quizá te suene loco pero... cuando era pequeña soñé que estaba en una colina junto a un hombre. Lo miraba y sentía que era mi pareja, eso me transmitía al verlo. Pero no podía ver su rostro y cuando te vi por primera vez sentí la misma sensación que tuve en el sueño. Fue algo muy extraño.
-Cuando te vi por primera vez fue como ver el reflejo de un sueño que debía tener. Solo que está atrapado en un reloj de arena. Quién sabe cuánto dure ahí.
Me molestaba pensar en la muerte de Esme y todo lo relacionado a eso. Quería sacarla de ese reloj de arena y mantenerla conmigo por siempre. O al meno saber que podré verla sonreír a lo lejos. ¿Pero como decirle que estoy delirando por convertirla antes de que se acabe el tiempo?
-Odio ser el problema en todo esto.
Dejé de lado mi rencor por la vida y me fijé que Esme estaba llorando. No tarde en estar junto a ella para intentar eliminar su dolor con mi abrazo. Sabía que sería difícil pero no perdería la oportunidad de intentarlo...
La animé a que fuese a descansar un poco al cuarto mientras yo comenzaba a preparar el almuerzo. Le haría pasta fresca así que necesitaría bastante tiempo. A la vez anhelaba poder estar con ella abrazándola mientras dormía. Así que revolotee en la cocina intentando dejar todo listo rápido y así disfrutar al máximo nuestro tiempo.
Dejé la pasta cocinándose junto con la salsa Alfredo y caminé rápido hasta el cuarto donde estaba durmiendo. Me quedé de pie en la puerta observándola. Estaba muy quieta. Giró la cara y noté que estaba teniendo una pesadilla, su corazón latía rápido y una lágrima bajó lento por su mejilla.
Me acerqué a ella sentándome en la orilla de la cama. Tomé una de sus manos y la acaricié. Una mueca de miedo me obligó a despertarla, no quería verla así y menos saber que estaba sufriendo.
-Lo siento- Se disculpó acariciando mi mano con rapidez.
-¿Que soñaste?
-Soñé con mi tía, me llamaba desde una colina, decía algo que ya no recuerdo - Se sentó y apoyó la espalda en el respaldo de la cama. Suspiró agotada, acomodé las mantas en su regazo- Creo que quería que fuese con ella rápido, el lugar era muy lindo, un campo verde, el sol estaba detrás de ella iluminándola con calidez.
Sonreí imaginándolo.
-Eso suena lindo- Dije tomando su mano fría.
-Cuando muera, quisiera que mis cenizas sean esparcidas en una montaña o colina en un atardecer. El sueño me dio mucha paz y me sentí realmente cómoda.
Baje la mirada reprimiendo mis ganas de gritarle que eso no pasaría. Pero se dio cuenta, es inteligencia y bueno... mi cara dice todo.
-Debes estar tranquilo, no detengas tu vida por mi, eres un doctor maravilloso, debes salvar a los que tienen la posibilidad, Carlisle, eres su única esperanza en esos hospitales.
La miré con el ceño fruncido, no de enojo, si no que de impotencia por saber que tenía razón. Y solo asentí. Ella merecía una segunda oportunidad y yo podía dársela. En mis manos está la cura de muchos y la de ella también. ¿Por qué no quiere que la salve?
Esme volvió a su casa ese mismo día después del almuerzo. Yo volvería en la madrugada, no quería despegarme de ella ni por un segundo pero tenía que contenerme y no ser tan impulsivo. Ella es una mujer independiente y exitosa en todo lo que ama. Incluso enamorándome y matándome al mismo tiempo.
Volví a mi departamento a las 5 de la mañana, olía a humedad y descuido. Debía limpiar y ordenarme con urgencia así que corrí por la casa limpiando todo lo que había olvidado que había comprado para parecer humano. Con eso, la comida del refrigerador apestada. Mi padre estaría furioso tirándome las orejas por tanto desorden.
Terminé a las 10 de la mañana obviamente sin cansancio alguno, pero obligarme a hacer algo me agotaba la conciencia. Por unas horas había olvidado por completo a Esme y eso me hizo pensar nuevamente. ¿Lograría olvidarla por completo cuando muera?
^Hola mis chicas, espero estén bien ;), les cuento que quedan dos capítulos más aprox de esta novela.^
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Pedacito de infierno. /CarlisleyEsme
RomanceCarlisle es un vampiro y ella una débil humana con cáncer terminal. Ninguno sabrá que una simple visita de turno podría ser el comienzo de una historia dolorosa que no respeta límites de tiempo y espacio.