Huir del tormento se me estaba haciendo difícil. No comprendía que ocurría ni cómo había ocurrido. Haber llegado a este pueblo tan extraño me desató una línea de sucesos delirantes. Esme vivía. ¿Pero realmente era Esme?
Con esa pregunta me dispuse a descubrirlo. La seguí como si fuese su sombra. Ella no se percataba de nada, o eso creía yo. La seguía a su trabajo, atendía un pequeño Minimarket en la carretera, casi a la entrada del pueblo. Eso me facilitaba verla desde el bosque, notaba que le gustaba mucho dibujar y escribir. Por las noches cuando caía presa del sueño me sentaba junto a ella a leer mis libros pendientes o libros que ella había leído. Quería conocer su psicología, sus decisiones y emociones.
Un día por la tarde me di el ánimo y la valentía de presentarme en el local. Con los años no había perdido mi nerviosismo y ese día lo noté más que nunca. Fui en mi auto para aparcar frente al Minimarket. La chica notó mi presencia de inmediato. Levantó la mirada apenas apagué el motor.
-Tú puedes, Carlisle- Susurré evitando mirarla. Ella tenía los ojos puestos en mí.
Ese día llovía sin fuerzas, pero el frío le calaba los huesos a cualquier humano o animal. Antes de salir me puse mi abrigo grueso negro y suspiré saliendo del auto. Me arrepentía a cada paso que daba hasta la entrada. Ella me esperaba detrás del mesón.
-Buenas tardes, bienvenido- Me dijo con un tono débil. Su corazón estaba acelerado y podía sentir su calor mientras caminaba hasta ella.
Levanté la mirada con miedo y me volví loco ante sus ojos brillantes- Buenas tardes- Miré la placa que colgaba en su pecho derecho- Esmeralda. -Decir eso me quemó el alma.
Nos miramos unos segundos y creí firmemente que ella pensaba lo mismo que yo. Su rostro lo decía todo, ella me reconocía. Pero a la vez me miraba sin entender sus emociones.
Para no parecer tan extraño tomé un paquete de papas fritas y un refresco cualquiera (ni siquiera me percaté cual saqué). Lo llevé hasta el mesón y se lo dejé para que pudiese escanearlo. Ella seguía confundida mirándome detalladamente. Y yo sabía muy bien por qué. Miré como pasaba los productos por el escáner y vi que en un rápido movimiento escondía la libreta.
-Son 4,99, ¿Cómo cancela?
Quería que al menos supiera mi nombre así que le entregue mi tarjeta de crédito. Su temperatura subía cada vez más y sus manos se notaban sudorosas. La tenía pasando por un momento de estrés y nerviosismo. Yo estaba igual.
Entró una mujer y Esme la miró de inmediato. Sonrió ampliamente y dio un pequeño brinco.
-Dame 5 minutos mamá-Le dijo pasando mi tarjeta por el lector de tarjeta.
Me giré disimuladamente a la mujer y algo no me cuadraba, era afroamericana. Ella se dio cuenta de mi expresión y aparté mi vista de inmediato.
-Muchas gracias por su compra, vuelva pronto- Me dijo Esme entregándome la tarjeta.
Pasamos a rozar nuestras manos y lo agradecí. Sonreí de lado tomando mis cosas y antes de irme la miré por última vez. Ella seguía sonrojada y anonadada. Yo seguía enamorado.
Salí del local sin antes toparme de nuevo con su madre y noté que no se parecían en nada. Supuse que el parecido iba más por la parte de su padre. O quizá solo había sido adoptada.
-Cariño, ¿estás bien? -Le preguntó su madre.
Me subí a mi auto y me quedé ahí un momento, me dió curiosidad la pregunta.
-Es él, mamá - Le respondió Esme con tono bajo- Es el hombre con el que sueño, esto es aterrador, lo he visto otras veces en el pueblo.
-Si no me equivocó trabaja como doctor en el hospital del pueblo- Le dijo su mamá y sentía como me miraban, yo fingía tomar la soda mirando mi celular.
-Es muy extraño todo, ¿Por qué soñaría con él?
-Nunca me has dicho que sueñas exactamente.
Hubo un silencio y supe que le incomodaba hablar del tema.
-Por lo general son sueños en donde estamos paseando, en otros simplemente estamos sentados con nuestras manos tomadas. Una vez soñé que estaba en una cama y el junto a mi.
Hubo otro silencio.
-Mamá, mira -Añadió Esme -Hace unos años comencé a dibujarlo.
-Si que te perturba todo esto, de hecho pareciera que estás obsesionada con el.
Solté una risa nerviosa...
Su alma se guardaba en ella, cumplió su promesa de volver. El destino se encargaría de juntarnos de nuevo, esta vez no lo pensaría dos veces ni tres para amarla y decírselo.
Seguía con mis visitas nocturnas a su habitación, pero me sentía cada vez peor por hacerlo. Pero mi obsesión por mirarla viva no terminaba. Fueron muchos años de tristeza sin su calor.
Después de meditarlo mirando sus dibujos de mi silueta me decidí por dejar de visitarla. Pediría trabajo en una librería que suele visitar varias veces a la semana. Trabajaría de día ahí y de noche en el hospital, no quería dejar de lado mi vocación. Solo me quedaba rogar por el trabajo.
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Pedacito de infierno. /CarlisleyEsme
RomanceCarlisle es un vampiro y ella una débil humana con cáncer terminal. Ninguno sabrá que una simple visita de turno podría ser el comienzo de una historia dolorosa que no respeta límites de tiempo y espacio.