Dejarlo ir.

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Horas y horas pasaron hasta que los rayos de sol entraron entre los árboles. Miré la luz y comencé a resplandecer. Cuando eso ocurría no podía sentirme más plena conmigo misma. Era una sensación de libertad e incluso aceptación con mi nuevo cuerpo.
Los brazos de Carlisle rodearon mi cintura entregándome un abrazo cálido. Pegue mi cabeza en su pecho e inhalé llenándome de su aroma. Una parte de mí aún temía lo peor. Quería disfrutar de estos momentos por miedo a que sean los últimos.

-Te amo - Dijo y comenzó a balancearse.

Me giré y tomé su rostro. Ahora yo lo veía brillar. Era un brillo delicado. Lo besé con delicadeza y sin ningún apuro. Susurré "Te amo" y me separé de él apenas escuché a mis hijos despertar.
Debía ir con ellos y despedirme. Sería una despedida distinta.

-Debo ir a despedirme -Le dije y sentí un nudo en la garganta.

-Estará todo bien -Me dijo acomodando mi chaqueta.

Miró mi cabello y lo ordenó un poco. Carlisle tenía un par de hojas en el cabello y mucha tierra en los pantalones. Habíamos estado mucho tiempo en el suelo.

-Solo deseo que esta pesadilla se acabe de una vez, estoy muy cansada de todo.

Entramos a la casa y subí en busca de mis hijos. Noté que corrían por todos lados alistándose con Renée. Le ayude para hacer todo más rápido. Ella se fue a la cocina para ordenar sus colaciones y mochilas. Mientras terminaba de vestir a Margo escuché un auto acercarse a lo lejos.

-¡Renée! - Grité intentando no demostrar miedo en mi expresión.

Los niños me miraron de inmediato cuando comencé a hacer las cosas mucho más rápido que de costumbre. Mi mano volvió a temblar. Volví a llamar a Renée pero supuse que no me escucharía. Charlie llegó y su cara me lo decía todo. Carlisle estaba abajo, escuché cómo abría la puerta. Todo estaba saliendo mal. Mis hijos seguían en la casa y no sabía dónde esconderlos sin que se asustasen.

-Mamá, llegó papá, ¿podemos bajar ahora?- Me preguntó Andrew parado en la puerta.

-Se quedarán aquí con Renée, con su padre les tenemos una sorpresa, pero solo se las entregaremos si se quedan en silencio y ordenados. -Les dije y termine de abrochar el chaleco de Margo.

Miré a mi pequeña hija y la abracé inhalando su aroma. Luego abrace a Frederic que estaba sentado en su cama. Luego fui por Olive que estaba jugando en el suelo. Por último mi pequeño genio Andrew, lo abracé y besé la mejilla. El me miraba triste.

-Estás triste mamá- Me dijo bajito. El siempre sabía cuando estaba apenada por algo.

-Solo me cuesta verlos crecer tan rápido.

No era mentira pero tampoco la real verdad. Miré a Charlie que esperaba en la puerta y asentí para que entrara. Escuché cómo cerraba con pestillo apenas salí de la habitación. Corrí en busca de Carlisle. Miré la puerta mientras bajaba la escalera y lo vi esperando.
Cuando llegue a su lado vi llegar a William en su auto. Noté una mueca de disgusto, sus ojos delataban la ira de ver a Carlisle en su hogar. Una corriente me recorrió el cuerpo cuando se bajó del auto y caminó hacia nosotros.

-Qué gusto verte aquí, Carlisle- Dijo sonriendo y abriendo los brazos.

-No vine a hablar, William- Le dijo Carlisle.

Su brazo se interpuso en mi cuerpo y comenzó a dejarme detrás de su cuerpo apenas vio que William ya estaba muy cerca.

-Antes de proceder, quiero ver a mis hijos- Dijo parado frente a frente.

-Me temo que no puedo permitir eso. 

Una especie de rugido comenzó a escucharse desde sus pechos. Parecían dos bestias a punto de atacarse.
No entendía cuando sería el momento en que comenzarían a luchar.

Pedacito de infierno. /CarlisleyEsmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora