Pinceles.

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Sábado por la mañana, al fin mi día libre y fui a la librería a comprar un bastidor nuevo. Sería un fin de semana muy tranquilo y tendría tiempo de sobra para ilustrarme en la pintura.

Entré a la tienda con una sonrisa que Olive ya conocía. Olive es un amigo de la preparatoria que comenzó a trabajar hace un mes en la librería. Yo había anhelado trabajar ahí, pero no me acomodaban los horarios que tenían. En cambio a Olive le quedaba perfecto en sus planes.

Ambos habíamos decidido trabajar hasta el momento. Nuestros otros amigos disfrutaban de la vida ajetreada en las grandes ciudades. Nosotros aún estábamos felices con lo simple de la vida de pueblo.

-Hola Olive, ¿Cómo estás?

Me miró tras sus gafas con aumento, sus ojos eran verde pardo, sus mejillas algo rojizas que las levantaban su sonrisa perfecta. Sus dientes siempre fueron muy blancos y alineados. Su cabello era de color avellana con destellos dorados en las puntas. Su piel era algo trigueña, pero en inverno tornaba algo más pálida. Por mi parte siempre estaba blanca y al sol me colocaba roja, nunca pude estar mucho bajo el calor.

-Muy bien Esme, algo hambriento, pero ya sabes -Me dijo moviendo un bolígrafo con una mano.

-Siempre tengo hambre- Dijimos al mismo tiempo. Olive siempre tenía hambre de cualquier cosa. Aún así seguía siendo delgado y alto.

Miré su delantal riendo y noté que estaba manchado.

-Te manchaste, torpe -Le señalé el pecho y suspiro con desagrado.

-Fue el lápiz de tinta, una señora me pidió que le mostrara cómo se recargaba, vuelvo enseguida, tú ve a buscar tus materiales tranquila, por cierto, llegaron unos nuevos colores de acrílicos.

Me mordí el labio sabiendo a que se refería, amaba los nuevos colores que llegaban. Al vivir en un pueblo muy alejado de las ciudades, costaba encontrar variedad de materiales. Por lo que Olive siempre me notificaba de algo nuevo, amaba que mi amigo trabajase en un lugar así. Amaba nuestra relación.

Me fui del mesón de atención y me dispuse a recorrer los pasillos. Pasé por el pasillo de lanas, luego por el de papelería y por último por el de pinturas y bastidores. Elegí un bastidor grande de 80x100 cm. Tenía en mente ilustrarme en un paisaje de campo abierto con mucha vegetación.

Llevé conmigo el bastidor y luego me devolví a los pinceles, me faltaban tres, dos pequeños y 1 grande. Lamentablemente mi metro 65 cm no aportaron lo suficiente para alcanzarlo. Comencé a dar cortos brincos mientras mi mano intentaba alcanzar al maldito pincel. En mi otra mano estaban el bastidor gigante y los pinceles. Mi mente también estaba idiota, debería haber dejado el bastidor en el suelo para que no hiciera el ridiculo en la tienda.

Después de 3 saltos la manga de mi chaleco rojo de lana se enganchó en un fierro del estante donde estaban colgados los pinceles. Quedé con el brazo colgando y para variar como había saltado mi manga había quedado más arriba de lo normal.

-¡Olive! - Exclamé con vergüenza.

Pegue mi cara a mi brazo colgante intentando ocultar mi rostro avergonzado. Sentí que el agarre de mi manga se soltaba lentamente. Supuse que era Olive. Mi brazo cayó agotado y suspiré moviendo el hombro que había quedado adolorido. Me giré lento acomodando mis cosas con la mirada baja.

-Gracias, parecía una idiota colgada de...

Miré los zapatos, no eran las típicas converse negras que usaba Olive para... prácticamente todo, si no que eran unas New Balance completas negras. Mi corazón se aceleró y sentí su aroma, el perfume varonil podía sentirlo a kilómetros (exageradamente).

-Descuida, a cualquiera le puede pasar -Me dijo con ternura. Lo miré al fin, era él. Sus ojos de oro me sonrieron con diversión - Por cierto, ¿necesitas ayuda?

¡¿Qué hace aquí?!

Ahora detalle su ropa, llevaba una camiseta manga corta blanca con cuello en V, unos jeans azules algo ajustados y una pechera azul igual a la de Olive. Definitivamente se le veía mejor a él. Pero me seguía preguntando.

¡¡¿Qué hace aquí?!!

-Hola, si, yo necesito pincel, digo, un pincel. -Genial, ahora me ponía aún más estupida. Nos quedamos mirando, el parecía esperar algo, no entendía qué.

-Bueno, ¿tienes uno pensado?- Me dijo y miró el estante lleno de pinceles de todos tamaños y colores. - Algún tamaño, punta, grosor...

Gruñí en mis adentros. Frunció el ceño algo desconcertado.

Eso sonó extraño.

-Si, quiero ese angular verde. -Dije rápido y me aparté para que el pudiese sacarlo.

-Ok, ¿algo más? -Me preguntó sacando el pincel. -Permíteme- Me pidió mis cosas y se las entregué con cuidado.

-No, solo necesitaba eso, gracias - Dije apenas, mi voz sonaba débil.

Caminamos por el pasillo en completo silencio hasta el mesón para pagar. No entendía que hacía un doctor trabajando en una tienda así, ¿No le pagan lo suficiente? ¡¿A que clase de doctor no le pagarían lo suficiente?!

Había olvidado que su nombre era Carlisle, me había mentalizado en intentar olvidarlo (aunque fuese imposible si mi subconsciente me lo muestra cada noche).

-¿Segura que no necesitas algo más?

Lo miré y negué rápido. Tomó un pincel y escaneó el código, pero de la nada apareció Olive.

-Carlisle, yo sigo con Esme, tú ve a ordenar algo- Le dijo quitándole de la mano el pincel.

Arrugue el entrecejo por la actitud de Olive, fue algo grosero y Carlisle no pareció tomárselo tan bien, aun así se fue sin crear alguna discusión.

-Es el nuevo, apareció de la nada, creí que mi jefa no necesitaría más empleados.- Dijo apenas Carlisle desaprecio de nuestra vista.

-Fuiste algo grosero, ¿no crees?

-No quiero que cometa algún error con tu compra- Me dijo sin mirarme, sabía que no quería verme enojada.

-Él me estaba atendiendo, no debiste haberle quitado las cosas como si nada.

Me ignoró y siguió pasando las cosas por el escáner. Suspiré enfadada, odiaba las actitudes así de Olive.
Apenas me dijo el total le pasé el dinero justo y me dispuse a salir rápido de la tienda. Pero el clima me defraudó a ultimo minuto. Llovía a cántaros y definitivamente no podía mojar mi bastidor.

-¿Un mal día para ser un artista?

-Cada día -Dije de mala gana.

-En ese caso, dudo que pueda hacer aparecer el sol entre tanta nube negra, pero creo que esto te hará feliz un momento.

Fruncí el ceño y giré la cara hacia al lado. Sentí que rozaba algo en mi brazo. Era un paraguas. Sonreí inconscientemente por el detalle.

-Tendré que darte propina por tu buen servicio -Bromeé tomando el paraguas.

-Con eso me doy por pagado. -Me señaló la boca y me sonrojé de inmediato, como odiaba eso.

Tenía muchas dudas sobre su vida. Necesitaba respuestas pero temía que huyera de mi si le decía la verdad sobre mis sueños con el. Pero a la vez todo se daba muy fácil, las coincidencias me tenían fascinada.

Perspectiva de Carlisle.

Había luchado por ese puesto en la librería, incluso le dije a la jefa que si necesitaba dinero estaba dispuesto a comprar mi puesto de trabajo. Parecía un loco, ¿Qué clase de doctor con turnos de noche querría trabajar en una librería durante el día?

El tal Olive, mi compañero, me odiaba y después del encuentro con Esme supe cuál era su problema conmigo. Al parecer estaba enamorado de Esme (Y quién no) lo cuál no me molestó en absoluto, después de todo ¿Él es con quién sueña cada noche?

Después de darle el paraguas a Esme y asegurarme de que al salir de la tienda su bastidor no se mojase entré a la tienda para terminar mi turno. Me entretuve ordenando nuevo stock de lapiceras y papelería...

Pedacito de infierno. /CarlisleyEsmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora