AlbertHe pasado la mejor semana de mi vida, no recuerdo haber sido tan feliz desde que vivía mi hermana Rosmery, soy tan feliz que hasta me da miedo, mi vida ha estado marcada por tantas pérdidas y soledad, que tengo miedo de que esta felicidad sea efímera.
¡No! No debo pensar así, sé que lo nuestro no será fácil, pero mi amor por ella es fuerte, ha madurado a través de los años y no dejaré que nadie ni nada nos separe, además puedo ver que mi pequeña siente amor por mí, eso me da seguridad que podremos superar cualquier obstáculo, estoy seguro.
Hoy, recorrí esa parte de la mansión que me negaba ver, la sala del homenaje, la última vez que estuve ahí fue hace un año en la conmemoración por el primer aniversario luctuoso de Stear y sólo por unos cortos minutos, salí con premura, aún no estaba preparado para verlos a todos ellos, aún me atormentaban mis demonios internos, no había llegado a la tranquilidad que hoy tengo.
Volver a verlos fue muy emotivo y más aún porqué fui con mi pequeña, quería presentarle a mis padres, decirles que es la mujer de mi vida, que al fin soy feliz... pero mi linda hada se adelantó, les habló con tanto respeto y cariño, como si estuvieran en persona, dijo cosas que me dejaron estático en el momento, cosa que la confundió y empezó a disculparse, pero ya más repuesto le di las gracias por ser como sólo ella es, tan buena, de una calidad humana única, sobre todo con ese desbordante amor que tiene para dar.
La conminó a seguir el recorrido, pero parece que mi despedida de mis padres, hermana y sobrinos, demoro más de lo previsto estuve tan absorto qué cuando volteé, mi dulce amorcito ya no estaba conmigo; después de una última mirada cierro la puerta, pero esta vez una tenue sonrisa se muestra en mis labios, voy en pos de ella.
No camino mucho cuando veo una de las puertas semi abierta, con lo petit que es con abrir un poquito basta, me carcajeo mentalmente por lo tonto de mi pensar, mientras me amonesto, si ella me escuchase ya me imaginó que me diría. -Entro y la llamo suavemente pero ni se inmuta, está muy concentrada viendo una de las tantas esculturas que hay en esta sala, dicho sea de paso que ni me acordaba de su existencia, la veo algo sonrosada y sonriendo pero muy ensimismada que ni me siente que estoy tras de ella, quise ponerle un toque gracioso al momento, por lo que le tomo del hombro y digo " quien sola se ríe de sus pecados se acuerda ", no pensé sobresaltarla de esa manera; pego un pequeño brinquito para voltear a verme tan sorprendida, para luego hacer más profundo su sonrojo, temo haberla asustado con mi imprudencia de llegar sin aviso, le pregunté que le pasaba y me dijo que nada, mientras ponía cara de enojo, para luego decirme que quería una limonada; aprovecho en decirle que se cambie de atuendo, que la llevare a cabalgar ya que le daré una sorpresa; no sé si es por la emoción pero la note tan nerviosa, que hasta se olvidó de la limonada que me pidió poco antes y quiso correr a su alcoba, tuve que retenerla y asegurarle que aún hay tiempo. Antes de salir observó lo que tanto miraba mi pequeña y creo que se porque esta tan impresionable; a pesar de ser enfermera y ver a los pacientes con poca ropa y sin ella, se avergüenza que yo la haya visto observando con tanto detenimiento la escultura de un hombre, mi Candy es como su nombre tan cándida, tan inocente en muchos aspectos, que temo abrumarla con la intensidad de mis sentimientos y demostraciones.
Mientras ella sube a cambiarse, después de tomar la dichosa limonada, también lo hago, pero en forma más apresurada, quiero ver a George y tener todo listo para darle una de las sorpresas que tengo preparadas a mi pequeña.- Hola George! - entro rebosante de alegría - ¿cómo debo decirte desde ahora querido amigo?, ¿suegro? - mientras rompo en sonoras carcajadas y veo una sonrisa avergonzada de mi bigotudo amigo. -
- Joven William que cosas dice, además en poco menos de un año dejare de ser su tutor y no creo que ella quiera decirme o considerarme de esa forma.
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Nada es lo que parece
Fanficuna historia llena, de revelaciones; dudas donde hay que llevarnos del corazón y no de lo que parece.