capítulo 10

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Un frio recorrió mi espalda, cuando alguien me halo hacía uno de los ambientes y cuando quise abrir mi boca para pedir ayuda, una mano callo mi grito.

- No grites, soy yo...

- ¡Albert! ¡juró que he perdido años de mi vida, me asustaste! .. ¿no deberías estar con tus tíos?

- Iba a hacerlo, pero sabía que vendrías tras mío, así que quise esperarte un momento. - dice eso mientras se encoge de hombros. - ¿sabes pequeña? Este asunto se esta complicando, no me gusta nada, más aún el entusiasmo de la señorita Callahan, dejémonos de juegos y que se enteren de una vez.

- Esta bien Albert, también me siento inquieta, haremos lo que tú digas.

- Bien, hablaremos con ellos ahora.

- ¿Ahora?

- Claro, el también es parte del concejo y mejor que vaya sabiendo cual es la situación.

- Si así lo quieres, vamos. - mientras pongo mi mano en la suya. - estaremos juntos, siempre.

- Juntos. - mientras me sonríe y esta llega hasta sus ojos. -

Tomados de la mano, caminamos por el pasillo, hasta estar parados frente a la puerta del estudio, mientras nos miramos, él tocó la puerta de madera pidiendo el paso.

- Adelante, ya te habías tardado William. Pero Candy; ¿qué haces aquí? retírate niña, luego hablare contigo.

- Ella viene conmigo tía, necesitamos hablar y esta vez será como yo quiero que sea.

- Creí que ese asunto estaba zanjado, por el momento.

- No lo creo, no soy hombre de dar esperanza a nadie y claramente esa señorita vino con toda la intención de ser algo mas que una conocida o amiga y eso si no tía, soy un Ardlay, un hombre de palabra y mi amor tiene dueña; quiero evitar cualquier mal entendido.

- ¿Creo que ese era un tema que se tenía que tratar en el concejo? está señorita, supongo que es la razón de tu rebeldía, si mal no recuerdo, ¿no es ella tu hija adoptiva?

- No! no es su hija adoptiva, era de la familia en sí, ahora tampoco pertenece a la familia Ardlay.

- Veo que hay cosas que solucionaste, eres muy astuto muchacho, pero igual, dudo que te den su venía; no lo tomes a mal chiquilla, pero eres una don nadie, sin familia, dinero que aporte al clan, no serás admitida. La matriarca debe ser una persona de linaje, preparada y que nos represente, una mujer de la que nos sintamos orgullosos de ser representados por ella.

- Ella no necesita la aprobación de nadie, soy yo quien la elige, es perfecta en todo sentido y no acepto un no por respuesta.

Dice esto mientras aprieta mi mano, para infundirme tranquilad, esa que me hace mucha falta, al escucharlo hablar siento que no solo son los pensamientos de este anciano, algo dentro mío, me dice que es la voz que se alzara en la junta que se avecina.

- Te equivocas muchacho. - dice esto último como si minimizara lo que Albert dijo. - el consejo tiene el poder de decidir.

- ¡No! No lo acepto, decidieron por mi por años, en esto no daré marcha atrás, estoy dispuesto a renunciar a ser el jefe si es necesario.

- No creo que se tenga que llegar tan lejos.

- Sabes que soy capaz tía.

- No hay que ser tan impulsivos, primero que nada, hay temas que tienes saber, que son mas importantes por ahora.

- De que temas Gordon? Habla.

- Los negocios que aprobaste en Europa, están teniendo problemas, hay mucha inestabilidad, podemos perder millones y la gente que trabaja para nosotros quedar sin trabajo, es tu responsabilidad, nuestra responsabilidad, arreglar esta situación que no pinta bien, por eso los del concejo que vivimos allá, estimamos que podría ser favorable una "unión" con la familia Callahan, son los empresarios más reconocidos en el rubro, nuestra mas grande competencia y unirnos a ellos harían reflotar el negocio, nos respaldarían.

Nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora