Indecisión

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Dando un portazo salí de casa, estaba muy enfadado. Fui al garage y tomé mi caña de pescar y fui al lago. Una vez allí me acerqué a la orilla y me subí a mi bote. Mientras hacía todo eso recordé una escena similar, salí de casa molesto con mamá, al final del día hice como si nada hubiese pasado. Vi la hora en el reloj, 8:42 a.m, buena hora para relajar mi mente pescando. Remé hasta el centro del lago, allí los peces son numerosos y usualmente me pican y aquí estoy, en medio de una espesa neblina con mi caña de pescar entre las manos esperando a quien va a ser mi almuerzo. Pasa el tiempo y nada pica, es un mal día en todos los sentidos. Se desvanece un poco la neblina y puedo ver una parte del lago. Es el árbol al que iba desde pequeño con aquella niña, siempre me molestó que se burlara de mi por ser más lento en subirlo. Pensé en decírselo, pero al final nunca se lo dije. Ha pasado poco más de una hora y media y nada pica aún. Saco de la mochila que traje conmigo un poco de nueces que deje en ellas ayer y pruebo con cambiar de carnada. Mientras devuelvo el hilo con una mano, con la otra voy comiendo nueces, no estoy en ningún apuro hoy. Una vez devuelto el hilo con el anzuelo, cambio la carnada y vuelvo a lanzar, espero que esta vez piquen los peces. Todo esto me recuerda a cuando salí a pescar con papá, fueron horas de estar sentados en este mismo bote. Durante esas horas no paraba de hablar sobre lo que esperaba de mí y de lo mucho que le enojaba que perdiera el equipo local de baloncesto, me molestaba mucho. Después de varias horas escuchándolo, pensé en decirle que mantuviera silencio, que su voz asustaba a los peces y que estaríamos muchas más horas aquí, al final no le dije nada. Al fin picó algo, se mueve bastante. "No me la va a ganar" dije en voz alta mientras forcejeaba con la caña con ambas manos. Se escapó. Son casi las doce del día y aún no he podido pescar nada, debo tener paciencia. 

En estas horas he pensado en lo mucho que me molesta que me reproche por todo, que no valore nada de lo que hago. Es agotador llegar a casa y querer un poco de cariño, de recepción y que te digan: "¿Pagaste ya las cuentas?" Siento que ya no existe la misma conexión que teníamos antes, siento que ya nada es como antes... Recuerdo la primera vez que la vi, con su sonrisa brillante y sus ojos atentos. Recuerdo cuando llegó a nuestra primera cita con aquel vestido negro y aquel cabello suelto que tanto amo, como caminamos hasta que ya no teníamos energías y nuestras botellas de agua se habían vaciado. Aquellas distantes memorias resuenan en mi cabeza y me hacen pensar en aquellos tiempos tan atesorados en mi corazón. Lamentablemente, no quiero seguir con esto, no como es actualmente. Picó otro, esta vez no lo dejaré escapar. Después de unos diez minutos luchando, lo logré y vuelvo para la casa con aquel pescado que tenía en mente. Me subí al auto y mientras iba de camino me armaba de valor para poder decir todo aquello que había pensado en el bote. Bajé del auto, caminé a la entrada y abrí la puerta. Allí estaba ella, sentada en el sillón. Dejé el cooler con el pescado en la mesa y con un beso en la frente le dije que teníamos el almuerzo para hoy. 

Historias cortas vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora