Puntos y segundos

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Continuaba escribiendo palabra por palabra, letra a letra. Tomaba ya la casi seca pluma y la volvía a humedecer en la tinta negra que tenía en un frasco a mi lado. La pobre luz del lugar hacía que forzara mis ojos pero, aún así, sé que en el fondo valía la pena. Tomé aire una última vez, llegando casi ya al final sabía que no podía detenerme a ajustar mi respiración. Continué escribiendo así hasta que puse el punto final. Con una taza de café en una mano y con la otra en mi barbilla, me puse a leer lo que había escrito. De cierto modo, era una especie de dios. No busco ser egocéntrico diciendo aquella palabra, solo busco reflejar de la mejor forma posible lo que siento al ver como creo un mundo, personajes e incluso sentimientos entre ellos o dentro de cada uno. Hay elementos dentro de cada historia que las hacen únicas pero, hay elementos que pasan desapercibidos, que se camuflan entre las cientas de palabras que se escriben en una hoja de papel. Aquellos personajes que pasan tan desapercibidos son los puntos. Un punto, un pequeño y a primera vista, un mísero punto. Hace poco me puse a pensar sobre la importancia de estos pequeños amigos que me acompañan historia tras historia. Pienso en cómo separan momentos o los posponen para una mejor ocasión, me sorprendo cada vez como con un leve movimiento de empuje sobre la hoja, termino o sentencio momentos que no tienen vuelta atrás. En la vida usamos los puntos de manera totalmente inconsciente. Los usamos cuando compartimos, cuando observamos e incluso dan lugar a silencios que nos explican más que cualquier otra palabra. No hay arma más temible que los puntos. Aún así, siendo el arma más temible, tiene algo a que temerle. Que ironía. Los segundos no pueden ser detenidos por nada, solo avanzan y nunca se toman un descanso. Incansables y periódicos continúan reflejándose en las manillas del reloj. ¿Cuantos segundos pasan en la vida? ¿Cuántos de estos impregnamos en los demás y cuántos de ellos los dejamos en el papel, creando mundos con distinto tiempo y distinto espacio? Los segundos grabados en la ropa, en las hojas, en la piel... en la mente ¿Cuántos de estos vieron la luz y cuántos de ellos se mantuvieron con vida? Dejo la taza en la mesa que tengo a mi costado, vuelvo a leer la historia que escribí y me doy cuenta que cada una de las palabras, cada uno de los puntos y segundos han marcado un ritmo que hace bailar hasta el más cansado de los corazones y prende luz a esas mentes tan apagadas. Cierro el libro y me recuesto, veo las luces del techo y pienso. ¿Que aventuras me va a traer aquella pluma que dibuja mi camino? Estuve toda la mañana pensando en que podría hacer para poder mejorar la historia que estaba escribiendo. El reloj sonaba y por cada hora que pasaba hacía ese distintivo sonido más grave. No me di cuenta y ya había sonado unas 5 veces, es decir, 5 horas continuas pensando y pensando. Decidí pararme por un momento y caminar por el patio, en un abrir y cerrar de ojos ya era de noche y la luna se situaba justo delante de mí, justo ahí arriba en el cielo estrellado. Tomé la pluma y seguí añadiendo puntos. Punto tras punto mi historia tomaba vida y con ello seguían quedando grabados segundos en el papel, en mi cabeza. Supongo que otra de mis tantas historias está terminada. Dejé la pluma en el escritorio y me puse a pensar un poco más, esta noche he decidido prepararme un té en vez de un café. Mi mente más tranquila luego de un ajetreado día de pensamiento, medita. Medita sobre aquella inversión que he puesto en aquel trozo de papel ¿Valdrá de algo? ¿Espero algo a cambio de ello? ¿Lo hago por reconocimiento o simplemente porque es la mejor forma de canalizar mi

turbulenta mente? Dejé la taza en el plato y volví a centrarme en el papel. Han pasado los días y aquel papel es lo único que he podido realizar, supongo, que no podría jamás llegar a vivir de esto, las ideas fluyen conforme siento y si no siento nada, claro está, no podré escribir nada. Las manillas del reloj siguen moviéndose y mis pisadas son puntos que se alinean y que generan acciones, emociones, dimensiones distintas que se abren con una sola pisada. ¿Puedo ser yo mismo un personaje? ¿Puede que aquellas historias que he creado, me definan? No lo sé. Vuelvo a dar un vistazo al reloj y veo que es bastante tarde, debo entregar el papel. ¿Qué aventura crearé con mi pluma la próxima vez? ¿Podré siquiera escribir nuevamente? No lo sé. Hay algo de lo que estoy seguro, mientras el reloj siga sonando, mientras el tiempo siga pasando... podré llenar de puntos algún papel. 

Historias cortas vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora