¿Pasado?

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Después de la escuela caminaba por el centro comercial de la ciudad y dentro de las miles cosas que ofrecían en las vitrinas, entre los miles de anuncios y publicidades puestas había una pequeña tienda de instrumentos musicales y que a su vez vendía algunos libros sobre música y otros temas relacionados. Me dio un poco de curiosidad y decidí entrar a ver que tal. Dentro de la variada gama de instrumentos y de libros, me llamó atención el violín. Era primera vez que tenía uno de tan cerca, hace unos meses he estado viendo videos y escuchando sonatas de violín, definitivamente es un instrumento que me inspira mucho, aun así, no ha logrado llevarme a ese punto en donde puedo revivir aquella carrera en decadencia que tengo. Luego de juguetear un poco con un violín de prueba que tenían en la tienda, observé un libro sobre conceptos básicos para poder entender la música clásica y con algunos consejos para poder tocarla como tal. No me pregunten porqué, pero en cierta parte de mi pensé que la música y la escritura podrían estar relacionadas. Dentro de las múltiples cosas que he escrito la música siempre ha estado presente y ha acompañado a cada una de mis letras. Compré el libro y como un niño con un juguete nuevo, traté de llegar lo antes posible a mi casa para darle una ojeada. Por lo general, no soy un lector muy asiduo, leo lo que tengo que leer. Por decirlo así, leo lo justo y necesario y si puedo evitarlo, lo evito. De todos modos, algo dentro de mi que no sé cómo llamar ¿Quizás instinto? ¿O tal vez, una corazonada? Me hizo comprar este libro. Soy un escritor de novelas, tuve éxito durante muchos años. Mis novelas estaban en el punto más alto de todos los rankings y de todas las editoriales, los contratos venían a mi, uno tras otro. A medida que fui necesitando más y más, lentamente la llama que tenían en un comienzo mis novelas fue extinguiéndose a medida que ponía cada palabra. El libro habla sobre conceptos que son vitales para la música como lo son el ritmo, las notas musicales, como leer la partitura, etc. Si te pones a pensar, la música tiene un idioma que puedes leer, interpretar y escuchar. En el fondo termina siendo una lengua más y puede traducirse en sentimientos. Uno de los conceptos que más me llamó la atención fue el concepto de musicalidad, este término se relaciona a su vez con los conceptos de armonía y de melodía. El término de musicalidad como lo explica el libro de la forma más amigable posible, es la capacidad o el conocimiento de darle un sentimiento, de darle un matiz a la música. Quizás, te estás preguntando porqué me llamó la atención este concepto, la respuesta es bastante simple y entenderás rápidamente a lo que trato de llegar. Cuando lees algo ya sea un poema, una historia, una obra de teatro buscas que te transmita algo, que aquellas palabras que están escritas en un papel sean traducidas en una representación de lo cotidiano, que te haga crear un nuevo mundo, que te haga sentir algo con solo letras, con solo palabras. Mis novelas perdieron esa característica. Además, el término es explicado en el libro con ejemplos simples como lo es el movimiento del arco en el violín, con la intensidad que se tocan las cuerdas de una guitarra, el movimiento corporal, etc. A su vez, en el mundo de la escritura, los matices a las obras los dan las pausas, las exclamaciones, las preguntas. Me pregunto muy dentro de mí ¿En qué momento dejé de pensar en todas aquellas cosas? ¿En qué momento dejé de ver mis obras como la representación de mi mismo, de mi propio ser? Dentro de las múltiples lecciones que el libro entrega, da algunos consejos para aquellos que buscan componer música, siempre teniendo en consideración que todo lo que es sentimiento debe ir acompañado de la técnica, del esfuerzo. Un sentimiento como tal sin la práctica, no llevará a ningún lugar. En uno de los múltiples consejos que daba el libro, estaba el recordar siempre los orígenes, recordar lo que se ha vivido. Lo bueno de ser un escritor es que todos los orígenes, todo el tiempo que he invertido, todos los segundos, cada uno de ellos quedan grabados en una hoja de papel con un poco de tinta negra. Tomé una novela que escribí por año y fui leyendo, pausadamente y a mi debido tiempo.

A veces me sorprendía yo mismo de las cosas que escribí en su momento, trato de recordar por lo que estaba pasando, por lo que sentía y lo que me hizo escribir aquella novela. El libro también mencionaba que era de vital importancia saber el contexto en el cual fue creada una obra y también acerca del autor de la misma. Al menos, tengo la ventaja de saber y conocer a la perfección al autor. A medida que iba leyendo caía en el mundo de la novela y me entretenía en aquellos escenarios que había creado. Me divertía leer cada uno de mis párrafos, pero a medida que me acercaba a esa zona de decadencia sentía el poco entusiasmo de mi pulso, sentía que cada vez disminuían las ganas que tenía de escribir y de plasmar algo en el papel. Supongo que debo recordar porqué comencé a escribir, supongo que debo recordar a ese adolescente que llegando de la escuela soltaba todo aquello que lo acomplejaba y creaba algo maravilloso, simple pero maravilloso. Concorde recordaba de mi pasado recordaba que cada una de las novelas que escribí nacían de un sentimiento, nacían de una dedicación a entenderme a mí mismo y de querer comunicar algo. No puedo dejar que esto me vuelva a pasar, que olvidé aquellos momentos que han marcado mi vida y perder aquella motivación por escribir. Debo sacarme de mi mente el peso de las expectativas y escribir a mi propio tempo. Pasaron varios meses desde que compré el libro y leí mis novelas, pasaron varias noches en las que me quedé observando la chimenea en las interminables noches de invierno. No sé si será coincidencia, pero siempre que llego a una conclusión de algo la noche está adornada por la bella luna llena en los cielos. Quiero demostrar que con unas simples palabras pueden generarte emoción, que puedo demostrarte todo lo que tengo y que puedas confiar en mi. Quiero demostrar que no importa cuanto pase y cuantas cosas ocurran, siempre voy a pensar en ti y recordaré tus brazos. Quiero demostrarte que he vuelto y que el fuego que tengo en el corazón no puede ser apagado con nada. Quiero demostrarte una vez más, que soy todo lo que necesitas. ¿Ves que con unas palabras puedo generarte algo? Apuesto que no esperabas un párrafo fuera de contexto. Hoy vuelvo a caminar por el centro comercial, dentro de las grandes vitrinas veo muchos productos y anuncios. 

Pasé frente a la librería y me quedé viendo un momento, me reflejaba en vidrio y me gustaría ver mi nombre algún día en un libro. Por un momento pensé en que podría escribir algo, fue un día de escuela terrible. 

Historias cortas vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora