Caminata

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Camino por la calle y todo me parece común y corriente. Camino por las largas avenidas del centro y miro los interminables bulevares y locales que están presentes a cada lado de las veredas, todo me parece común y corriente. Observo a las personas y aunque todos son diferentes y de seguro tienen miles historias que contar, aún así, todos me parecen comunes y corrientes. Sigo caminando y llego a la avenida principal, en el centro de la doble vía hay un camino peatonal muy bello. Está adornado de múltiples flores y árboles cuyas hojas de colores y frutos están vivos y se mueven junto al tibio viento de primavera. Tomó asiento en una banca al lado de un bello cerezo y contemplo el cielo vespertino. Me llaman bastante la atención los tonos pasteles que presenta y como las nubes pasan de un tímido color blanco a formar parte como pequeños algodones del mismo color que el cielo. Pasan unos minutos y aquel cielo pastel se torna oscuro pero, adornado de puntos y de una gran luna. Es curioso como mi cabeza imagina a la luna como si fuese el centro del cielo, puede que sea aquella estrella o, esa de allá. Camino a casa, no estoy muy lejos. A medida que avanzo veo como los automóviles pasan y la verdad es que, todos son comunes y corrientes. Decido despejar mi visión de todo aquello que considero una molestia y solo dejo aquellas cosas que quiero contemplar. Dejo las luces de los focos y lámparas que iluminan de mejor forma las calles, dejo el inmenso cielo y sus faroles que dan aquella atmósfera de naturalidad al ambiente, dejo los árboles y flores del camino, finalmente, dejo a mi ser en el centro de todo. Miro hacia delante nuevamente, el camino se siente tan largo y ancho que no se cómo lo recorreré. Aunque parece una travesía paso a paso se acorta la distancia. A mi costado veo los paraderos y las estaciones de metro, veo los múltiples edificios que se elevan buscando rozar aquellas nubes que describí antes. Pasan los minutos y todo aquello que consideraba común y corriente está totalmente fuera de mi vista. Solo estoy yo ahí, en plena calle caminando, emprendiendo el camino a casa. Cruzo de un lado a otro y tomo aquellas angostas pero concurridas calles para poder llegar a mi destino. Llego a mi casa y estoy listo para emprender un viaje de vuelta. Pasan los días y ese camino que me pareció dinámico, se vuelve repetitivo y aburrido. Aquellas cosas que creí comunes y corrientes son las que hacen variar al camino. Aquellas personas, autos y locales son los que le dan vida a las caminatas. 

Historias cortas vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora