Capítulo I. Alegría

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Capítulo I. Alegría
Hola. Mi nombre es Kirishima Zen. Tengo 20 años y estoy estudiando en la universidad. Tengo que admitir que mi vida es la mejor. Tengo dos padres que me aman, además tengo también un hermano menor. Soy muy feliz a su lado y así quiero que sea para siempre.
***
—¿cómo te ha ido en la escuela, hijo?—le preguntó su madre cuando este había regresado de la escuela. Dejó su mochila en el suelo y se acercó a la mujer para darle un beso en la mejilla.
—me ha ido muy bien, mamá. Realmente me gusta lo que estudio—respondió.
—eso me alegra tanto. Qué bueno que eso es lo que te gusta. Sigue así y podrás encontrar un trabajo donde hagas lo que te gusta—más tarde llegó su padre y su hermano menor. Cenaron y todo mundo se fue a la cama. Mañana sería otro día, ¿no? Pensar que será un día lleno de alegría y tranquilidad fue un error. Será todo lo contrario.
***
Algunas horas después, toda la casa comenzó a llenarse de un intenso olor a humo y la misma se vio rodeada de humo. Las llamas tampoco se hicieron esperar. El primero en darse cuenta fue Zen, quien se despertó porque se sentía sofocado. Pero cuando abrió los ojos encontró su cuarto lleno de humo que apenas le permitían ver. Se reincorporó de la cama y trató de caminar hacia el pasillo. Al abrir la puerta encontró el pasillo completamente inundado por las llamas y todo siendo consumido. No sabía hacia dónde correr y se quedó de pie, tratando de encontrar una salida. Si se quedaba ahí, terminaría asfixiándose. Mientras trataba de escapar, de entre las llamas salió su padre, quien se alegró de verlo. Corrió hacia él y lo abrazó.
—¡Zen! Gracias a Dios que estás bien. Ven, tenemos que salir de aquí.
—espera, ¿y mamá?
—no te preocupes. Tu madre me dijo que primero viniera por ti y tu hermano. Vamos, después tendré que ir por él. Vamos—los dos buscaron la forma de salir de ahí y salieron de la casa.
—bien, volveré por tu madre y tu hermano. Si no regreso, recuerda que te amo y eres lo más preciado para mí, junto a tu madre y hermano.
—yo también los amo a los tres. Tienes que volver. Todos tienen que volver—el padre asintió y entró de nuevo a la casa.
—Dios mío, por favor, protege a mi familia…
Pasaron unos minutos en lo que el castaño esperaba a que su familia saliera de la casa, pero sólo veía como la casa era consumida por las llamas. De pronto, ocurrió una enorme explosión y todos los vidrios de toda la casa salieron disparados. Fue ahí donde supo que todo estaba acabado.
Más tarde llegaron los bomberos, pero ya nada podían hacer. La casa estaba completamente quemada. Lo que más le importaba ya no existía más.
—mamá, papá, hermano…
—lo siento mucho, ellos no sobrevivieron—le informó un bombero. El castaño se dejó caer al suelo,destrozado.
—¿qué es lo que voy a hacer ahora?

DesgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora