𝑼𝒏𝒐

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-No puedo con esto-sollozó-¿Por qué tuvo que ser así?

-SoRa, cariño, sabías que algo como esto iba a pasar-consolaba su amiga y compañera de trabajo, HaNa.

Kang SoRa, de veintisiete años de edad, se casó por primera y única vez hasta el momento a los veinte años pues su, en aquel entonces novio, Kim HonSeok y ella estaban esperando la llegada de una nueva criatura en el mundo.

Sin embargo, SoRa, desgraciadamente, perdió al bebé y su marido vivía, desde hacía incluso siete años atrás, echándole la culpa a su profesión.

Ella era oficial de la policía y, aunque en múltiples ocasiones le propusieron ascenderla, ella se negó pues siempre estuvo muy conforme con su cargo, a pesar de que, cuando era llamada para un caso, fuese el que fuese, ella asistiría, importando poco que fuera sólo una oficial pues sus compañeros y jefe sabían de su potencial y todos le tenían aprecio y respeto.

Pero el que jamás la respetó fue su esposo quien, recién se enteraba ella, había tenido más de una aventura a sus espaldas.

Desde un inicio, cuando perdió al bebé, supo que su matrimonio estaba condenado al fracaso, sobre todo porque eran más las peleas que los momentos bonitos o románticos. Apenas y hacían el amor una vez al mes.

Por eso SoRa siempre se refugió en su trabajo, pero no significaba que no le dolería la traición de su marido.

Aún más era su dolor porque sabía que, si no fuese por sus amigos, sobre todo Park HaNa, estaría completamente sola.

Su padre y hermana vivían fuera del país y su relación con sus suegros jamás fue la mejor y no tenía más amistades que sus compañeros de trabajo.

Pero ella había sido feliz. Independientemente de todos sus problemas, ella había tenido muchos momentos felices, mayoritariamente al lado de sus amigos, y jamás se arrepentía de haber escogido esa profesión que tanto le gustaba y por la cual vivía peleando con su marido.

-No debes llorar, SoSo-la castaña sonrió ante el apodo de su pelirroja amiga-. HonSeok siempre ha sido un estúpido y sabes perfectamente que a ninguno de nosotros nos agrada-habló por el resto del colectivo-¡Arriba ese ánimo, mujer!¡Alégrate de que por fin vas a sacar a ese idiota de tu vida! Porque le vas a pedir el divorcio ¿no?

La castaña no se lo pensó mucho y asintió.

Una vez secadas las lágrimas e implantadas grandes sonrisas en los rostros de ambas muchachas, salieron del baño y volvieron a su puesto de trabajo.

Mas allí había alguien esperando, y se encontraba algo impaciente.

-¡SoRa!¡Gracias al Cielo que llegas!-exclamó aliviado el joven.

-¿Qué ocurre, JiMin?-frunció su ceño-¿Algún problema?

El rubio muchacho negó con la cabeza, y, ya más calmado, invitó a sentarse en sus correspondientes asientos a ambas chicas, cuyos escritorios se encontraban uno al lado del otro.

-Es que hay una misión y pensé que no habría nadie mejor que tú para ello-explicó.

Park JiMin, hermano de HaNa, mayor por tres años, y uno de los amigos más cercanos a SoRa, y, además, su jefe.

-¿De qué se trata?-indagó la castaña, tomando la carpeta de entre las manos de su jefe.

-¿Recuerdas al chico mafioso este al que llevamos siguiéndole el rastro hace ya rato?-SoRa asintió y su amigo se dispuso a continuar-. Hoy en la mañana el oficial Min contactó con uno de sus aliados y consiguió valiosa información.

-Desembucha de una vez, Park JiMin-rodó los ojos, su hermana.

-La cosa es que el chico suele frecuentar un bar en las afueras de la ciudad, bebe un par de tragos, se lleva a una chica y regresa al día siguiente a hacer lo mismo-continuó el rubio-. La misión no es más que seducirlo y sacarle información, en otras palabras.

SoRa se quedó en silencio, mordiendo su labio inferior.

Sus contrarios sabían que estaba indecisa pues aquello de morder su labio era una costumbre en ella cada vez que se encontraba en ese tipo de situación.

-Pensé en tí, no sólo porque tienes la capacidad suficiente para ser una agente infiltrada, además de que no es la primera vez que lo haces, sino también porque me enteré de ciertos descubrimientos recientes-la castaña abrió sus ojos con amplitud, sabiendo de antemano que el rubio se refería a su marido y sus infidelidades, a lo que este le señaló con su dedo índice a su hermana. Claro que si Park HaNa se enteraba de un chisme, Park JiMin también sabría-, y creo que unos buenos tragos y un coqueteo intenso con un lindo chico no te vendrían mal.

-No puedes decir si es lindo o no, genio-rió HaNa-. Sólo tenemos una foto suya y de lejos. Apenas y sabemos que es pelinegro...Y los retratos hablados no cuentan-se apresuró a decir apenas vió a JiMin alzar su dedo índice y abrir su boca.

-Bueno, lo que sea-ahora era el turno del rubio de rodar los ojos-. Pienso que esta misión, bastante simple en comparación a las cosas que SoSo ha heho, no le vendría mal ¿no crees, monstruito?

SoRa resistió sus ganas de reír ante aquel apodo de JiMin a HaNa.

Desde pequeño le llamaba así porque decía que cuando la muchacha era una niña pequeña, le gustaba asustar a las personas diciendo que era un monstruo y se sentía orgullosa de serlo.

-A veces me cuestiono cómo carajos EunHa te soporta-bufó la pelirroja, haciendo mención de la esposa de su hermano.

-Porque me ama y soy el padre de sus dos hijos-le guiñó un ojo.

-¡Oh! Hablando de MinGyu y HyeJin-dió una palmada, SoRa-¿Cómo están?

-Bien-sonrió-. Jodiendo como siempre. Tal parece que no se les acaba la energía-suspiró-. Pero no me cambies de tema, Kang SoRa-enseguida su semblante se tornó más serio-. Necesito una respuesta ahora porque pronto llega la hora de la misión-dice, mirando en su reloj la hora-, y si no aceptas, tengo que corretear por todo el departamento buscando a alguien que quiera hacerlo.

SoRa suspiró.

Sabía que podía arrepentirse luego.

Pero estaba segura de que sus amigos no la dejarían negarse.

-Acepto.

⇱ᴇʀʀᴏʀ⇲  ▸ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢ ᴋᴏᴏᴋ◂✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora