Pero SoRa estaba muy equivocada al pensar que JungKook la culpaba de algo o se sentía disgustado con ella.
Muy por el contrario.
El pelinegro siempre llevaba consigo esa nota que la castaña le dejó y su nuevo pasatiempo se había convertido en leerla y recordar todo lo vivido aquella noche de la cual había pasado casi un mes.
-¿Otra vez fantaseando con esa chica, JungKookie?-TaeHyung, algo preocupado por su amigo, siempre se le acercaba para entretenerlo e incluso una vez le propuso pagarle una prostituta, pero el pelinegro siempre se negaba.
-Es lo único que me queda por hacer hasta que la encuentre, hyung-sonrió de lado.
Ciertamente, JungKook había iniciado una investigación por su cuenta para encontrar a su lady, hallando que su nombre era falso y nada más que eso, suponiendo que parte de las cosas, sobre todo información personal, que le había dicho esa noche, eran falsas.
Pero no se rendía. Creía fervientemente en que su chica tenía motivos para haberle mentido y aquella nota, además de los recuerdos de esa noche, el vestido y lo que quedaba de las bragas que ella había dejado, tal vez por error, en su departamento, eran su consuelo.
Claro que, su amigo se preocupaba un poco por su situación y había ayudado mucho en la búsqueda.
-¿Y por qué no le consultas a tu tío?-los ojos de JungKook se abrieron con amplitud. No recordaba eso-. Según me dijiste, el señor DongHyuk es sargento y trabaja en la policía. Tal vez te pueda dar una gran ayuda.
-¡Eso es, hyung!-saltó emocionado y abrazó a su amigo quien, contento de ver la misma sonrisa en el rostro del pelinegro, le correspondió el abrazo-. Por cierto...¿No tienes una cita ahora?-se separó de TaeHyung, mirando luego su reloj.
-Así es, querido amigo-asintió orgulloso-. Y tengo el presentimiento de que esta será la definitiva-aplanó los labios.
Así como JungKook andaba en la búsqueda de su lady, TaeHyung asistía a múltiples citas a ciegas, también buscando algo muy similar a lo que su pelinegro amigo deseaba.
TaeHyung sólo quería encontrar a alguien que no le importara su cargo ni estatus en la sociedad. Quería alguien que viera mucho más allá de su dinero y con el cual podía sentirse amado y en confianza.
-Esperemos que no te equivoques-animó JungKook-. Pero creo que ahora deberías irte ¿no?
TaeHyung asintió frenéticamente, dando vueltas en su lugar, notablemente nervioso, para luego salir por la puerta de la oficina.
JungKook negó con la cabeza y, como ya era hora de su salida, comenzó a recoger sus pertenencias.
Sin embargo, su amigo regresó y, agitado, le preguntó.
-¿Quieres que...te lleve?
El pelinegro rió porque sabía del nerviosismo de TaeHyung, el cual lo había hecho, literalmente, correr de vuelta a él, así que asintió.
Al poco rato, el auto de TaeHyung se estaba deteniendo a la entrada de un centro comercial por petición de JungKook.
-¿Irás de compras?-frunció el entrecejo y el pelinegro asintió.
-No te preocupes por mí y ve de una vez a tu cita-rió, bajando del auto.
Con una corta despedida que no fue más que un agitar de manos, TaeHyung se fue en su auto y JungKook entró al centro comercial.
Muchas personas iban y venían por allí, de allá para acá buscando algo de su interés.
Pero el muchacho creyó haber tenido la mejor de las suertes al encontrarse con un rostro conocido, rebuscado y querido por su persona.
Allí estaba SoRa, discutiendo con HonSeok, pues este había estado coqueteando con una empleada en sus narices y cuando ella, bien bajito y calmada, le advirtió sobre la situación, él comenzó a gritarle mientras la zarandeaba:
-¡Yo soy tu marido y hago lo que me de la gana!
Y con eso, mucha gente se detuvo a sus alrededores por el sonido seco que hizo eco por encima del murmurllo de las personas.
La bofetada que le había dado la castaña a su marido había sido tan fuerte que este cayó al suelo, mirándola incrédulo.
SoRa giró su cabeza en otra dirección, dispuesta a irse y fue ahí cuando su mirada coincidió con la de JungKook, quien le regalaba una pequeña sonrisa, y de inmediato sus ojos delataron su tristeza, dejando que una lágrima corriera por su mejilla.
La castaña corrió en su dirección y se detuvo un milisegundo frente a él.
-Lo siento-sollozó y volvió a salir corriendo.
JungKook tomó su brazo, deteniéndola, pero ella sólo bajó su cabeza, no sabiendo de qué manera ocultar sus lágrimas y esperando que HonSeok no estuviese viendo la escena.
-Es la primera vez que te veo así, pero, definitivamente, no me gusta verte llorar. Ahora te dejo ir. Pero juro que te encontraré de nuevo, ma lady.
Y con eso fue suficiente para que SoRa siguiera corriendo, hecha un mar de lágrimas.
JungKook suspiró, pero no perdería las esperanzas y, por dicha razón, decidió a iniciar sus compras, adentrándose primero a una tienda de ropa interior femenina, ganándose, por supuesto, múltiples miradas pues era el único hombre por todo aquello.
Mientras él seguía con sus compras, ella recién llegaba a su casa y se encerraba en su habitación.
Otra vez, su llanto se debía a JungKook.
Tantas veces deseó volver a verlo y cuando por fin se lo encontraba, no podía intercambiar más de dos palabras con él.
En aquel casi mes, había trabajado duro para volver a levantar su matrimonio (en contra de la voluntad de sus amigos), logrando todo lo contrario.
HonSeok de a momentos parecía muy romántico pero luego era el hombre más agresivo de toda Corea y no cesaba con sus sarcásticos comentarios con respecto al trabajo de SoRa.
Sin contar el hecho de que no habían hecho el amor desde su "reconciliación", cosa que, en cierto punto, alegraba a SoRa pues, desde aquella noche con el pelinegro, sólo pensaba en él, soñaba con él e, incluso, fantaseaba despierta con él.
Pero se negaba a sí misma el buscarlo porque aún se sentía culpable por lo que había hecho, a pesar de que las palabras y sonrisa de JungKook esa tarde la tranquilizaron momentáneamente pues él no lucía molesto, más bien, preocupado y alegre de verla en un principio.
Hundida en sus pensamientos, quedó atrapada en los brazos de Morfeo hasta que, casi dos horas después, una agradable sensación se instaló en su cuerpo y la hizo despertar poco a poco, aunque se mantuvo con sus ojos cerrados.
Sabía que alguien estaba besando su cuerpo y sonrió de lado porque se imaginó que ese alguien era JungKook.
Imaginó que aquel que comenzaba a quitarle la ropa y la besaba candentemente mientras, de tanto en tanto, le sonreía, era el pelinegro.
Pero...cometió otro error.
-JungKook-gimió ante la mordida en su cuello.
Y sólo cuando las caricias se detuvieron y ella abrió bien sus ojos, la realidad le cayó como un balde de agua fría.
No era JungKook el que la besaba. No era JungKook el que la acariciaba.
Era HonSeok.
-¿Quién es JungKook?-gruñó furioso, apretando sus puños a cada lado de la cabeza de SoRa.
El enojo de su marido ya no la asustaba. Había visto cosas peores en su trabajo así que una miradita y unos puños no la asustaban.
Por eso, con toda la calma del mundo, habló:
-Sal un momento del cuarto-pidió, señalando la puerta-. Luego te explico todo.
A HonSeok no le quedó más remedio que obedecer porque sabía de la insistencia de SoRa quien, apenas él salió por la puerta, comenzó a hacer sus maletas.
Sabía cómo terminaría aquella plática y le convenía dejar todo preparado con anterioridad.
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⇱ᴇʀʀᴏʀ⇲ ▸ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢ ᴋᴏᴏᴋ◂✓
Hayran KurguKang SoRa jamás pensó que un error resultaría ser tan problemático como placentero.