𝑫𝒊𝒆𝒛

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Esperanzado, el joven estacionó su auto en un parqueo cerca de la estación a la cual pertenecía su tío y se bajó, caminando con cierta prisa hacia su destino.

Como había prometido, su tío lo esperaba en las afueras de su centro de trabajo y no dudó en saludarlo apenas lo vió.

-¡JungKookie! Hace ya tiempo que no nos vemos, muchacho-apenas estuvieron cerca el uno del otro, se abrazaron.

-Lamento que nos tengamos que volver a encontrar y yo te esté molestando con un favor, pero...

-¿Esa chica te hizo algo, muchacho?-interrumpió, preocupado-¿Te estafó o algo?

-Ehm...-aplanó sus labios-. Si te digo la verdad...¿No te molestas?

-¡Claro que no, JungKookie! Sabes que siempre te he ayudado en lo que he podido. Sin importar qué.

El pelinegro soltó un largo suspiro y finalmente abrió la boca.

-Estoy enamorado de ella, pero sólo nos vimos una noche y me dió el nombre de Park SooRa, pero no sé mucho más de lo que ya te dije.

-¡Oh! Ya entiendo-sonrió el mayor-¡Hasta que al fin el amor toca tu puerta, niño! Tu tía y yo pensábamos que morirías soltero.

-Estoy seguro de que mi primo pensó que era gay-rió, a la par de su tío, quien asintió.

-Qué bien lo cono...¡Oh! Oficial Kang, Teniente Park. Qué bueno verlas. Me gustaría que conocieran a mi sobrino.

El señor se había percatado de la presencia de la muchacha, quien caminaba junto a su pelirroja amiga, de espaldas a su sobrino, recién entrando a su jornada laboral.

Y entonces ocurrió.

El pelinegro dió media vuelta, siguiendo el ademán de su tío y se quedó tan petrificado como la castaña.

-JungKookie, ellas son la Teniente Park HaNa-señaló a la pelirroja, sin percatarse de que su menor no le prestaba atención-, y la Oficial Kang SoRa-señaló ahora a la aludida-. Chicas, él es mi sobrino, Jeon JungKook, el muchacho del que les comenté nos ayudaba con algunas informaciones.

-¿SoRa?-HaNa intentaba hacer reaccionar a su amiga, pero esta parecía no querer reaccionar.

-Jung...-la castaña intentó formular palabra, pero el nudo en su garganta y la impresión no la dejaron.

-Ma lady-sonrió de lado, tomando la iniciativa de acercarse a la chica, tomando su mano, depositando un beso sobre el dorso de la misma.

Claro que, ninguno de los dos se sentía capaz de quitar los ojos del otro.

-Esperen...-intervino el señor DongHyuk-¿Se conocen?

-¿Es él, SoSo?-sin poder evitarlo, HaNa sonrió emocionada y soltó un chillido cuando su amiga desvió su vista hacia ella y asintió-¡Joder! Si este es tu error, ya quisiera yo cometer uno también.

Y bueno, ninguno de los otros tres pidieron resistirse a soltar siquiera una risita.

-Ya veo por qué buscabas a Park SooRa-habló el señor DongHyuk, palmeando el hombro de su sobrino-. Ese es su nombre de guerra.

JungKook ladeó la cabeza, sin despegar su atención de SoRa y esta le sonrió de lado.

-¿Creen que...puedan dejarnos...solos?-pidió la castaña.

-¡Oh!¡Claro, sí, sí!-se apresuró a decir HaNa, tomando el brazo de DongHyuk-. Acompáñeme, sargento. Estos dos tienen que hablar ¡Gusto en conocerte, JungKook!

Y mientras ambos agitaban sus manos en señal de despedida, siendo seguidos por los orbes de JungKook y SoRa, desaparecieron tras las puertas de entrada de la comisaría.

-Te dije que te encontraría, ma lady-volvió su vista a ella, encontrándose con que SoRa ya tenía su atención en él y le sonrió.

-Te invito a un café-propuso-. No he desayunado y necesito un estimulante para poder hablar contigo.

El muchacho, aunque confuso, asintió.

-¡Oh! ¿Puedes esperar aquí un segundo? Tengo algo para tí en mi auto.

Cuando la bolsa que desde hacía poco tenía preparada estuvo en sus manos, tomó una de las de SoRa y dejó que ella los guiase hasta una pequeña cafetería que había a una calle y media de la estación.

Se sentaron, pidieron sus respectivos cafés, y sólo cuando tuvieron los mismos en frente, que la chica hubo probado un trago del suyo, se dignó a hablar.

-Soy oficial de la policía-murmuró, captando el interés de su contrario-, hace ya años de eso y me han propuesto ascenderme pero siempre me he negado, aunque siempre acuden a mí para cualquier misión sin importar mi cargo, más bien mi capacidad-tomó una bocanada de aire, se envalentonó, y miró al chico a los ojos-. Esa noche estaba infiltrada. Me habían asignado la misión de seducir a un chico y sacarle información y como ese mismo día me había enterado de las miles de infidelidades de mi marido, mi jefe y mi amiga me dijeron que podía tomarme la misión con un caracter personal-se mordió el labio. JungKook sólo la observaba atento, asintiendo a cada tanto-. Y lo hice-jadeó-. Y cuando llegué a la estación a la mañana siguiente me dijeron que el tipo al que se suponía debía seducir había sido arrestado en la madrugada, que había estado con el hombre erróneo-suspiró-. Puede sonar ridículo o incluso te parecerá hipócrita, pero esa mañana lloré como nunca-rió sin gracia, volviendo su vista a la taza de café caliente en sus manos-. Mis compañeros se enteraron de todo y comenzaron a llamarte: error, mi error-bufó-. Pero para mí el único error que cometí esa noche fue no haberme quedado contigo-negó, cerrando sus ojos. En cualquier momento estallaría en llanto-. Te mentí. Aún sigo casada y esa misma mañana mi marido me pidió perdón de rodillas y me juró que cambiaría. Yo acepté sólo porque quería sacarte de mi mente porque tú debes odiarme ahora mismo, más después de lo que te hice y...

-¿Qué fue lo que me hiciste?-con toda la calma que lo caracterizaba, tomó entre sus dedos el mentón de SoRa, alzándolo, obligándola a verlo.

-Te mentí-jadeó. Sus ojos comenzaban a nublarse-. Traicioné la confianza que me diste esa noche. Me fui sin despedirme correctamente. Siento que te usé y...

-¿Tú disfrutaste esa noche?-volvió a preguntar.

-¿Es suficiente con saber que fantaseo contigo a cada momento del día y que me impulsaste a terminar con mi matrimonio de una vez por todas?-sonrió de lado, ya con la primera lágrima rodando por su mejilla.

-Entonces no tienes nada de lo que lamentarte-el chico le sonrió ampliamente, mostrándole su blanca dentadura y limpiando con su dedo aquella salada gota-. Un error lo comete cualquiera y no, yo no te odio. Cada día más que pasaba desde esa noche me enamoraba más y más. Incluso ahora que te tengo frente a mí, finalmente, sólo quiero besarte y amarte.

Auquellas dulces palabras fueron el detonante para que las lágrimas y sollozos de SoRa brotaran sin cesar.

JungKook sonrió de lado y la abrazó, dejándola reposar su cabeza en su pecho, sobando su espalda y besando su coronilla, mientras le susurraba una y otra vez que estaba bien que llorara, que se desahogara.

Porque él no se iba a ir, nunca más.

⇱ᴇʀʀᴏʀ⇲  ▸ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢ ᴋᴏᴏᴋ◂✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora