Eran exactamente las once con treinta y cuatro minutos de la noche y unos minutos más tarde el cumpleaños de JungKook llegaría.
SoRa debía trabajar al día siguiente, pero allí estaba, colándose en la cama de JungKook mientras este dormía tranquilamente.
Aprovechando que el chico estaba boca arriba, se subió a horcajadas y se inclinó sobre el rostro ajeno, dejando que su aliento mentolado chocase contra los labios del muchacho.
JungKook asintió esa encantadora presencia encima suyo y sonrió de lado antes de abrir sus ojos.
La sonrisa de SoRa fue lo primero que vió, para después posar sus orbes en los carnosos labios que tan cerca de los suyos estaban.
-¿A qué se debe tan repentina visita a mis aposentos, ma lady?-habló, sin despegar la vista de su tentación.
-Tantas veces que me has pedido que venga a dormir contigo ¿y hoy no me recibes?-fingió ofenderse y se alejó con rapidez del muchacho.
Y ahí fue cuando las ganas de enviar todo al carajo invadieron el cuerpo de JungKook.
SoRa estaba sobre él, con el torso descubierto, dejando que la Luna y su luz incidieran sobre la blanquecina piel de sus pechos y sus rosados pezones.
La castaña sonrió, echando un mechón de su cabello tras su oreja y posó mejor sus manos sobre el pecho contrario.
Ella sabía que no le quedaba mucho tiempo, pero al menos podría jugar un ratito con él.
-¿Qué...crees que haces?-balbuceó él-. No, creo que ya lo sé-rió-. Gustas de jugar con mi salud mental ¿no es así?
-Hum...-ronrroneó ella, logrando recostarse por completo al torso de su chico, obteniendo un jadeo por parte del mismo en cuanto sintió los pezones de SoRa rozar su piel-. Tal vez-sonrió de lado-. Pero en tí está la decisión de si vas a jugar o no-se estiró un poco y consiguió hacer que sus labios se cerrasen en la piel del cuello de JungKook, sacándole un gemido.
A modo de respuesta, el muchacho llevó sus manos a los glúteos de SoRa, maravillándose al encontrarlos al desnudo, tal y como ella, apretujándolos con delicadeza y deseo.
Sólo entonces la batalla comenzó.
Se besaban con pasión y casi desespero, toquetéandose entre sí hasta el punto de que, ahora, él no llevaba prenda alguna que lo cubriese y ella se encontraba bajo su figura, procurando enloquecerlo con su movimiento de caderas, que hacía del roce de sus intimidades algo sumamente placentero.
Y es que ambos lo necesitaban.
SoRa estaba muy clara ya de las cosas y sabía lo mucho que JungKook se resistía a no tocarla de más sólo por respetar su situación.
Pero todo aquello les importaba un bledo en aquel mismísimo instante.
Las mordidas y los besos que se daban mutuamente en cualquier parte de sus cuerpos los tenían enternecidos y poco les importó el si se quedaban marcados o no.
Él parecía devorar sus senos pues tenía un hambre voraz de ella, de saborear cada parte suya.
Y la chica no se quedaba atrás, claro que no. Ella lo masturbaba con la misma intensidad con la que él le chupaba y lamía los senos.
Cual de los dos gemía más.
Pero claro, el momento no podía culminar y ella lo sabía desde un inicio.
Se decidió a tomar el riesgo de su excitación sólo porque tenía un plan bien elaborado.
Y en ese plan también entraba el hecho de que el timbre estuviera sonando sin cesar.
Ambos muchachos se separaron, el chico algo molesto, y miraron el reloj.
Entonces el semblante del chico se suavizó al deducir ya quiénes se encontraban fuera de su departamento.
-Feliz cumpleaños, Angel-susurró ella a su oído, besando cortamente su mejilla.
Pero de sobra es sabido que él no estaba satisfecho con sólo eso y fue por ello que la acorraló entre su cuerpo y la cama y la besó, moviendo sus labios con dulzura.
Sin embargo, la insistencia del timbre los obligó a vestirse y correr a abrir la puerta.
-¡Feliz cumpleaños!
HaRa y HeeSul entraron con un pastel de velas encendidas en manos y exclamaron la frase al unísono junto a SoRa.
-¡Y ahora, a comer pastel!-celebró HaRa. Sí, era como una niña con eso.
-Pero son las doce-rió JungKook-. Es muy tarde para comer dulce, menos chocolate.
-No importa-intervino SoRa, yendo a sentarse a un lado de HaRa en el sofá de la sala en lo que HeeSul iba a por un cuchillo en la cocina-. Hay que celebrar.
-Y a una torta de chocolate es imposible negarse. Para el chocolate no hay hora fija-volvió a decir la mujer mayor.
JungKook rió divertido por la situación.
Sólo él sabía lo mucho que le gustaba ver la interacción de SoRa, su madre y hermana.
El pelinegro quería todo y más con la castaña y aquel era el primer paso que debía dar.
Y había salido tan bien...
Los cuatro estuvieron festejando por un par de horas (ya que estaban cansados y SoRa debía trabajar al día siguiente) y cuando HeeSul y HaRa se fueron, JungKook aprovechó que estaba frente a la puerta y de pie junto a SoRa, para abrazarla por la espalda y besar su mejilla.
-Ya veo por qué te colaste en mi cama-rió, siendo consciente de que SoRa también lo hacía.
-No me puedes decir que no te gustó-se encogió de hombros.
-Hum...me gustaría más haber terminado lo que empezamos-ronroneó en el cuello de la chica, depositando un casto y corto beso sobre el mismo-. Pero ahora mismo los dos debemos descansar. Tú en unas horas debes trabajar y yo saldré con mi madre y HeeSul.
Así es. Su madre y hermana lo habían convencido para que salieran juntos como cada año, y SoRa las apoyó, afirmando que el próximo año pediría vacaciones para la fecha y así la pasarían juntos.
Claro que, JungKook ni siquiera se olía lo que esas tres habían tramado.
Un plan sencillo que, si llegaba a tener resultados positivos, daría paso a una importante fase en las vidas de SoRa y JungKook. Claro que, HaRa y HeeSul se incluían pero en menor medida.
Los jóvenes se quedaron abrazados en la misma posición y se meneaban de lado a lado, al compás de una inexistente melodía.
-¿Dormirás conmigo hoy?-preguntó el muchacho-. Por favor-rogó, casi en un susurro, ocultando aún más su rostro en el cuello ajeno.
La chica sólo sonrió y caminó, aún sin deshacer el abrazo, hasta llegar al cuarto del chico.
El muchacho sonrió con amplitud y sólo fueron capaces de separarse por unos mínimos momentos en los que se acomodaron bajo las sábanas.
Y, tal como aquella noche, JungKook dejó su cabeza caer sobre el pecho de SoRa, acariciando su cintura, disfrutando de su aroma y las deliciosas caricias que recibía en su cabello.
Mas, por su lado, SoRa sonreía ampliamente. La felicidad se le iba por encima al nerviosismo y el pesimismo.
Estaba convencida de que todo saldría bien.
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⇱ᴇʀʀᴏʀ⇲ ▸ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢ ᴋᴏᴏᴋ◂✓
FanficKang SoRa jamás pensó que un error resultaría ser tan problemático como placentero.