𝑺𝒆𝒊𝒔

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Se besaban una y otra vez, jugueteando con sus manos por cualquier parte del cuerpo ajeno que estuviera a su alcance, deseosos de más.

En cuanto se hubieron separado por cuestiones que no estaban a su alcance resolver, se quedaron rozando sus narices hasta que fue el pelinegro quien tomó la iniciativa de llevar nuevamente su boca al cuello de la castaña, mientras sus manos se paseaban por el tramo de los muslos que estaba a su alcance, levantando así, de a poco, la camisa que la cubría.

Ella, entre jadeos y con los ojos entreabiertos, llevó una de sus manos a desabotonar la camisa del chico, dejando que la otra acariciara el cuello de su acompañante hasta que su boca no pudo resistir más y se dirigió a dicha zona, mordiéndola de forma lasciva, obteniendo un gemido por parte del pelinegro y que las manos del mismo se hicieran puños, estrujando la tela de la camisa.

A pesar de estar ansiosos, fueron lentamente.

La camisa de SoRa fue retirada a la par que la de JungKook fue desabotonada y cuando se separaron, al chico parecieron brillarle los ojos con lo que tenía en frente.

La castaña estaba semidesnuda, tan sólo con sus bragas cubriéndola y le sonreía de lado mientras retiraba los ganchos que mantenían su moño en pie, teniendo como resultado que su castaño cabello cayera libre y ligeramente revuelto por sobre sus hombros.

-¿Te gusta lo que ves?-tomándolo por la tela de su camisa, lo jaló hacia ella con cierta rudeza, dejando que sus narices volvieran a rozar y sus desnudos senos se apegaran al también desnudo pecho ajeno.

-Gustarme es poco, ma lady.

Con una sonrisa pintada en el rostro de cada cual, volvieron a besarse; ella paseando sus manos por sobre el abdomen y pecho del chico y él por la cintura y costillas contrarias.

En medio de sus besos, SoRa fue quitando la camisa de JungKook, zafando luego la hebilla del cinto, dejando que este cayera en el suelo, conjuntamente con el resto de la ropa.

JungKook se desprendió de sus zapatos y SoRa procedió a desabrochar el pantalón.

Como quería darse el gusto de bajar dicha prenda con sus propias manos, rompió la unión de sus labios y fue paseando estos por el cuello del chico, sacándole varios jadeos cuando llegó a su pecho, abdomen y vientre mientras se iba agachando y sus manos se encargaban de dejar en el suelo la tela que le impedía gozar de esos muslos fuertes que le habían encantado.

En su camino de regreso a la boca de su acompañante, paseó la misma por sobre los muslos ajenos, logrando sacarle un gemido al chico cuando se detuvo a lamer por encima de la tela del boxer, aquella creciente erección.

Cuando la chica volvió a estar de pie frente a él, sonriéndole, la cargó en sus brazos cual la reina que él afirmaba que era y fue dejando que ambos cuerpos cayeran sobre la cama; ella apoyada sobre sus codos y de espaldas al colchón y él de costado.

Los besos siguieron pues ya se les estaban haciendo adictivos y una de las masculinas manos se escabulló por debajo del único trozo de tela que cubría a la castaña.

-Lo siento, cariño-habló él-. Pero esto-señaló con su cabeza, la braga de SoRa-, se va.

Y sin siquiera darle tiempo a su contraria de hablar, jaló dicha prenda con fuerza, logrando romperla y quitarla del medio, lanzándola bien lejos.

SoRa rió por aquel detalle y negó con la cabeza.

JungKook se encogió de hombros y procedió a enterrar su cabeza en el cuello ajeno, donde mimó la zona con su lengua, labios y dientes.

Pero SoRa no sólo gemía por eso, no.

Lo hacía también por la mano del chico, la cual nunca se había movido de su vientre y ahora acariciaba con ambición sus pliegues, deteniéndose por momentos en su clítoris.

Como si fuera poco, la otra mano libre del chico, la cual estaba sujetando su cintura, se llegó hasta uno de sus senos, apretujándolo.

El mar de gemidos y quejidos de SoRa se incrementó cuando un travieso dedo se adentró en ella y fue ahí donde sus caderas comenzaron a menearse, deseosa de más de lo que el chico le daba.

JungKook sonrió contra su cuello y agregó un dedo más, deleitándose con cada gemido de la muchacha y enamorado de su movimiento de caderas.

Por esto último, introdujo un tercer dedo, colocando su mano de forma vertical para que su dedo pulgar se encargara de mimar su clítoris mientras los otros tres se empujaban dentro de ella y el meñique acariciaba su ano.

Eso sí fue lo que hizo a SoRa, según ella misma pensaba, ver las estrellas, aún más cuando ahora la boca de JungKook se entretenía en uno de sus pechos.

La cabeza y los castaños cabellos de la fémina eran echados para atrás y las sábanas eran apretadas con sus manos pues estaba fascinada con cada toque del muchacho.

Los tres dedos ajenos en su interior se movieron con mayor rapidez y ella mordió sus labios, evitando gritar, pues sabía que era eso lo que haría.

-No hagas eso, ma lady-le susurró él al oído y ella jadeó maravillada por el efecto de esa ronca voz en su sistema-. Gime para mí.

Y como si fuera una orden, en cuanto aquellos dedos volvieron a cobrar gran velocidad, SoRa no se contuvo y gritó tanto como le estaba gustando lo que JungKook le estaba haciendo, cosa que hizo sonreír al mismo, quien no tenía pensado dejar de besar, lamer y morder el cuello ajeno, así como tampoco dejaría de masajear los pechos de su linda lady.

-Jung...-intentó hablar, pero le fue imposible y las palabras le cedieron el paso a los gemidos.

El pelinegro sabía que estaba a punto de llegar a au orgasmo y decidió jugar un poco más con ella.

-Vamos, ma lady-ronroneó a su oído, acariciando con la nariz su mejilla-, vente para mí...

Y no tuvo que esperar mucho más para que, con un grito y una sacudida de placer extremo, SoRa se dejara caer de espaldas en la cama y su mano se viera empapada.

Con una sonrisa de medio lado, retiró sus dedos de la chica y, frente a su expectante mirada, los llevó a su boca, degustando con placer la esencia ajena.

SoRa sonrió de lado al verlo hacer aquello sin romper el contacto visual que habían establecido y, cuando recuperó un poco las fuerzas, se impulsó, hacíendolos rodar en la cama de modo que ahora ella quedaba sobre él.

No hacía falta mediar palabra alguna, menos cuando sus bocas parecían comerse con hambre y sus intimidades rozaban con anhelo.

-Agh...Ma lady-jadeó el muchacho cuando fue su cuello el atacado por lascivas mordidas.

SoRa, no contenta con sólo eso, aferró sus dedos a la tela del boxer del chico y se separó de él, volviendo a su posición erecta, sólo para darse el placer de ver cómo, a medida que aquel trozo de tela salía, la piel del chico iba siendo descubierta hasta que finalmente saltó su erección.

Esa noche, ambos se dejaron cegar por el placer y se entregaron en cuerpo y alma mutuamente para que, después de tanta actividad, cayeran cansados sobre la cama; él recostado a su pecho y ella acariciando su largo cabello.

-Joder, ma lady-bufó risueño-. Cuando te ví supe que eras una diosa, pero no esperé que fuera en todo el sentido de la palabra.

La castaña rió ante aquel cumplido y decidió devolverlo:

-Tú sí sabes cómo tratar a una mujer, precioso-suspiró-. Aún no sé cómo es eso de tus ex.

JungKook sonrió de lado, alzó un poco la cabeza y la miró.

-Yo aún no sé cómo tu ex, teniendo semejante mujer como tú, tuvo el valor de engañarte.

-Tal vez se deba a que trabajo mucho-se encogió de hombros, haciendo un inconsciente puchero.

-¿En serio?-rió-¿Sólo por eso?¡Joder! El trabajo no importa. Si yo hubiese sido él, esperaría a que llegaras y te haría el amor todas las noches.

SoRa rió y cerró sus ojos, siguiendo con sus caricias en el cabello ajeno, notando cómo la cabeza de JungKook volvía a colocarse sobre su pecho.

Y así, el sueño los recibió encantado.

⇱ᴇʀʀᴏʀ⇲  ▸ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢ ᴋᴏᴏᴋ◂✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora