𝑶𝒏𝒄𝒆

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-¿Te botó de la casa?-el pelinegro abrió sus ojos con amplitud y SoRa se encogió de hombros.

Luego de que su llanto se calmara, JungKook le propuso ponerse al día, comenzando a contarle lo mucho que la estuvo buscando, siguiéndole ella con el asunto más reciente de su vida: su divorcio.

-Me da igual. No quiero volver a ver a ese hombre en mi vida-negó con la cabeza-. Nos casamos porque yo estaba embarazada-comenzó a narrar, haciendo una pausa para beber un poco de su vaso de agua-, pero al poco tiempo perdí al bebé y HonSeok y mis suegros comenzaron a culpar a mi profesión. Desde ese momento comenzaron los problemas.

-¿Cómo soportaste tanto tiempo?

-¿Por qué crees que pasaba más tiempo trabajando que en casa?-enarcó una ceja-. Además,  también lo amaba con locura y por eso prefería evadir nuestras discusiones a que pedirle el divorcio.

-Y aquí es donde entro yo-alzó y bajó las cejas con altanería, logrando sacarle una risilla a su contraria.

-Sí, aquí es donde haces tu triunfal entrada.

-Justo a tiempo para salvar a mi damisela en apuros-se tomó el atrevimiento de acercarse a SoRa, al punto de rozar sus narices y tomar su mano bajo la mesa.

La chica sonrió embelesada e hizo del roce de sus narices, algo más íntimo como lo era aquel que suele llamarse "beso esquimal".

-Y hablando de rescate-murmuró, aún manteniendo la cercanía entre ambos-, te he traído algo.

La muchacha frunció el entrecejo y el chico, ya por obligación, se separó de ella para poder tomar la bolsa que había dejado a un lado de su asiento y la colocó sobre la mesa.

Aún sin separar sus manos, y con la otra libre, SoRa abrió la bolsa y un sonrojo se hizo presente en su rostro, más aún cuando volteó a ver a JungKook y este le regalaba una tímida sonrisa.

-¿Las compraste tú?-finalmente preguntó, haciendo clara referencia a aquella braga que estaba de primera plana dentro de la bolsa.

-Por supuesto-asintió orgulloso-. Recuerdo a la perfección tus medidas.

La castaña enarcó una ceja.

-¿Qué? Tengo los recuerdos de esa noche muy bien claros-se encogió de hombros-. Además, lo que quedó de las otras bragas me sirvieron de apoyo.

-¿Sabes? Casi no me acordaba de la existencia de este vestido-rió, señalando el otro contenido de la bolsa, intentando ignorar el último comentario de su acompañante.

-Pues ahí lo tienes de vuelta, entero y bien limpio, para que te acuerdes de él y de lo que pasó la noche que lo usaste-le guiñó un ojo.

-Hum...de eso me acuerdo perfectamente. No me hace falta un vestido para ello.

El pelinegro negó con la cabeza y recostó el codo de su brazo libre sobre la mesa, apoyando luego su cabeza sobre su puño.

-¿Y dónde te estás quedando?

-Anoche me quedé en casa de HaNa, pero hoy debo buscar un lugar fijo hasta que ahorre y me compre mi propio departamento-contestó, haciendo un inconsciente puchero.

-¿Y tienes tus cosas a mano?

-Claro. No las podía dejar en casa de HaNa-asintió con obviedad.

-Y...¿Qué crees de mudarte conmigo?

La chica se quedó paralizada ante la pregunta.

-¿Qué?

-Sé que tal vez vamos un poco rápido-bajó momentáneamente su cabeza, alzándola para volver a encontrar sus oscuros orbes con los grisáceos de SoRa-, pero a mí no me interesa que estés en pleno proceso de divorcio. Yo quiero estar contigo. Estoy enamorado como un adolescente en plena revuelta de hormonas-rió, logrando que su contraria lo imitara-, y no pienso dejarte ir. Vente a vivir conmigo. Por mí, puedes estar allí toda la vida y no pondré resistencia.

-Pero...

-No acepto un no por respuesta, ma lady-habló con notable seriedad.

Las comisuras de SoRa se alzaron y su mano libre acunó la mejilla ajena, repartiendo delicadas caricias por la zona, teniendo por consiguiente que el chico cerrara sus ojos y ladeara la cabeza en dirección de los mimos.

Sin embargo, el hermoso momento se vió interrumpido por una agitada pelirroja que recién entraba a la cafetería y se colocaba en medio de JungKook y SoRa.

-Lamento interrumpirlos, chicos, pero vengo con órdenes directas del jefe. Ni porque es mi hermano me da algún privilegio-fingió lloriquear y secarse una invisible lágrima.

-¿Qué pasó? Aún es temprano-inquirió SoRa, mirando la hora en su reloj.

-El problema es que hoy se va de vacaciones y está dando órdenes directas a cada trabajador acerca de lo que tiene que hacer en lo que él no está-explicó la pelirroja.

-¿Creen que se enoje si me quedo con ustedes?-la intervención del pelinegro lo hizo tener dos confusas miradas sobre sí-¿Qué? He estado buscando a SoRa por bastante tiempo. No pienso dejarla ahora.

-Hum...teniendo en cuenta lo que dijo el sargento Jeon y que todos en la comisaría conocemos de tu existencia y aprobamos tu relación con SoSo, no creo que haya problema-se encogió de hombros la pelirroja, cruzándose de brazos.

-Entonces, vamos-sonrió el chico, colocándose de pie.

SoRa simplemente sonrió y se dejó llevar por el chico que tenía su mundo de cabezas y su pelirroja amiga, quien no dejaba de chillar al ver a sus contrarios tomados de la mano.

-Por cierto, no te había dicho lo bien que te ves incluso sin el traje de aquella vez-retomando su lado coqueto, SoRa murmuró dichas palabras cercas del oído de su pelinegro acompañante, deseando que sólo él la escuchara.

-Tú también te ves muy bien, pero he de admitir que me hubiese gustado mucho verte vistiendo un uniforme-le guiñó un ojo, sacándole una estruendosa carcajada.

-¿Tienes algún fetiche con eso?¡Ah! Las esposas deben estar incluidas ¿no?-se burló.

-Hum...no. Jamás he probado algo como eso, pero si te complace hacerme saber lo que se siente tener ese tipo de fetiches, pues no me importa ser tu conejillo de indias.

La castaña negó con la cabeza y depositó un beso sobre la mejilla ajena.

-Ehm...chicos...sigo aquí ¿saben?-carraspeó HaNa.

-¿Y crees que no lo sabemos?-se burló SoRa.

-¡Yah! SoSo, no seas mala-reclamó la pelirroja, provocando las risas de sus contrarios.

⇱ᴇʀʀᴏʀ⇲  ▸ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢ ᴋᴏᴏᴋ◂✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora