CAPÍTULO 8

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Todo el país había visto las horrendas imágenes, la policía, el ejército, la DEA, todas las divisiones de seguridad se habían activado en la búsqueda para capturar viva o muerta a la nueva líder del cártel del pájaro negro el cual habían cambiado por "EL CÁRTEL DE LA MIKO" Sesshomaru al ver la transmisión había quedado en shock pero luego volcó toda su rabia en contra del jefe de gestión de operaciones e incluso de su padre; los había juntado y estuvo a punto de dispararles acusándolos de ineficientes e ineptos... De no ser por el agente yöhei y el agente Houshi que llegaron a tiempo y lo desarmaron, habría cometido un doble asesinato.
Los altos mandos de la DEA decidieron darle de baja pues consideraron de que el agente Sesshomaru Taisho ya no estaba capacitado mentalmente para desempeñar su cargo dentro de la DEA y que sería un peligro tenerlo ahí. Fue llevado a los estados unidos donde lo metieron al programa de protección, le dieron nuevos documentos bajo el nombre de Daniel Smith y tiempo después consiguió trabajo como supervisor en un casino en Las Vegas.
Dos años después, por casualidad o cosas del destino, mientras supervisaba las mesas de juego, escuchó aquella inconfundible voz...
-Ya casense!- exclamó la hermosa azabache, traía un sensual vestido negro y frente a ella, una joven pelinegra abrazada a un chico peliplata completamente sonrojados.
-Mas adelante- respondió el chico clavando la vista en el piso.
Sesshomaru frunció el entrecejo, pasó al lado de ellos y se detuvo a varios metros, volteó disimuladamente y si, era ella; era la maldita Miko que había acabado con su familia y su carrera, era la repugnante criminal más buscada por las autoridades y estaba paseándose como si nada por la ciudad del pecado. Repentinamente sus miradas se encontraron, ella entreabrió los labios y luego le sonrió, él permanecía completamente serio y con el ceño fruncido, deseaba tener un arma y volarle los sesos de una vez pero por su actuar en la DEA, le habían prohibido la portación de armas de fuego.
Ella alzó su mano llamando al guapísimo peliplata y este se acercó a ella conteniendo sus ganas de matarla.
-Hola... Daniel- saludó mirando el gafete del ojidorado.
-Hola señorita, buenas noches, le adelanto que yo no traigo tragos- siseó.
-Solo quiero saber, donde queda el tocador- escupió ella poniendo los ojos en blanco.
-Disculpe, es por allá- indicó suavizando sus facciones, acababa de recordar de qué ni ella ni nadie lo conocía y esperaba poder sacarle provecho a eso. La joven le sonrió y él correspondió de igual forma mientras máquinas un plan para hacerle plática más tarde. La chica entró al tocador y al salir, volvió con sus amigos.
El exagente no le perdía el rastro a la azabache, la vió jugar en diversas mesas mientras tomaba tragos de vodka sin parar. Sus acompañantes no se le despegaban ni un segundo, por su estado de embriaguez no paraba de reír y celebrar; sin duda estaban ahí de vacaciones y no por trabajo. En ningún momento se percataron de que el tal Daniel no le quitaba los ojos de encima a Kagome.
La pareja se empezó a alejar de la patrona entre beso y beso, acto que no pasó desapercibido por el exagente y que naturalmente aprovechó. Había tenido tiempo suficiente para pensar.
-Buenas noches señorita- saludó el platinado al acercarse. -Queria disculparme con usted por la forma en que le hablé hace rato- dijo esbozando una sonrisa. La joven le veía directamente a los ojos, esa mirada tan misteriosa e impactante la dejó sin habla. -¿Puedo ofrecerle un trago?- preguntó mirándole los labios. -Un vodka quizá- completó. Mordió su labio inferior desbordando sensualidad y la joven suspiró entrecortado para luego asentir.
-No te muevas cabrón- exigió Inuyasha encañonandolo. -¿No que no te encargabas de traer tragos?- cuestionó afincando más el arma. El exagente ni se inmutó.
-Tranquilo Inuyasha, Daniel solo venía a disculparse- dijo la Miko.
-Perdón, usted es el novio de la señorita?- preguntó totalmente serio. No comprendía como ese imbécil había entrado con un arma al casino.
-No!- exclamó la azabache. -Él es...- miró a Inuyasha que con el ceño fruncido negaba con la cabeza sin despegar el arma de las costillas de Daniel. -Es mi guardaespaldas- afirmó la joven haciendo que el aludido pusiera los ojos en blanco. -Sueltalo ya! No me hará nada- ordenó a su guarura y este obedeció. -Disculpa Daniel- susurró la joven.
-¿Puedo traer el trago?- indagó mordiéndose el labio.
-claro!- respondió ella completamente sonrojada.
-Gracias, no me tardo- le guiñó el ojo y fue en busca del trago. Cuando volvió, venís sin el uniforme del casino y con una botella de vodka. Le sirvió un trago a la dama y uno para él.
-Te cambiaste- observó la joven con una sonrisa boba.
-Mi turno ha terminado- informó con una hermosa sonrisa que hizo ruborizar a la joven de pie a cabeza, ella tomó el contenido del vaso de un solo trago.
-Que bien!- exclamó haciendo un puchero por lo fuerte del trago.
-Wow! Si sigues tomando así, tu guardaespaldas tendrá que cargarte hasta el auto- bromeó dirigiendo su mirada al joven que junto a la pelinegra no le perdían paso.
-Claro que no, como crees!- se sintió avergonzada por su actuar pero volteó a ver a sus amigos y sonrió.
-No me has dicho tu nombre, tú ya conoces el mio- tomó su trago y un joven se le acercó para entregarle una caja con fichas. -¿Me acompañas?- preguntó a la joven poniéndose de pie.
-¿Adónde?-  cuestionó ella, él no respondió y la llevó hasta las tragamonedas. Los guardas le siguieron. Por una hora estuvieron tomando, jugando y riendo.
-Kagome- soltó ella repentinamente.
-¿Perdón?- dijo él fingiendo no entender.
-Mi nombre es Kagome- aclaró ella.
-bonito nombre- respondió el ojidorado dedicándole una hermosa sonrisa y una mirada seductora, la joven se ruborizó y el rió para sus adentros. -¿Kagome... tienes novio?- preguntó mirándole los labios a la joven como queriendo devorarlos y ella lo notó.
-N..no- tartamudeó torpemente, ese hombre tenia algo que la hacía poner nerviosa, algo que le atraía, algo que le hacía desearle, necesitarle, algo que la hacía excitar.
-Hoy es mi día de suerte!- exclamó el ojidorado. La joven salió de su ensoñación y frunció el entrecejo.
-¿Cómo dices?- inquirió un tanto nerviosa. El peliplata presionó un botón en la máquina y cientos de fichas salieron.
-Ganamos!- aclaró él con una hermosa sonrisa. La Miko evaporó sus preocupaciones y en un acto de "alegría y celebración" el ojidorado la abrazó y la alzó dando vueltas. -si que me has traído muy buena suerte!- exclamó con emoción. Inuyasha y Kikyo observaban a unos metros.
-¿Tú que opinas?- demandó a saber el sicario mirando a la Miko rebozar de felicidad junto al desconocido.
-Hacen muy buena pareja- opinó la pelinegra. -Lastima que él sea un don nadie y ella lo que es... La verdad no los veo juntos en el rancho encargándose de las obligaciones- comentó mientras la pareja se separaba algo apenados.
-Hmph!- bufó el peliplata. -Creo que va siendo hora de irnos- sugirió Inuyasha, Kikyo asintió y ambos se acercaron a la patrona.
-Oye, creo que ya es muy tarde, deberíamos irnos-sugirió la pelinegra.
-¿Qué, pero por qué?- preguntó Daniel ladeando la cabeza. -Conozco un sitio muy agradable donde podemos ir a bailar- propuso mirando a la azabache. Ella sonrió y asintió.
-Claro! ¿por qué no? Vamos!- respondió la joven muy emocionada. Sus acompañantes suspiraron con cansancio y no les quedó de otra que seguir a la pareja que ya iban hacia la salida.
-Claro, ¿por qué no?- repitió Inuyasha.
-Relájate, para ella, todo esto es nuevo, debió ser muy aburrido pasar dos años en un monasterio- comentó la pelinegra.
Kagome subió al auto de su nuevo amigo mientras que Inuyasha y Kikyo les seguían muy de cerca en la BMW blindada en la que habían llegado.

EL CÁRTEL DE LA MIKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora