capítulo 21

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Con una sola llamada y sin dar explicaciones, el joven de ojos azules pidió a sus hombres una avioneta Cessna, un piloto se la llevó hasta donde el platinado le indicó y aunque con cierto recelo, Koga subió a la avioneta.
-No sabía que les enseñaban a pilotear estas madres en la DEA, al menos no a los agentes especiales- dijo sentado en el asiento del copiloto.
-Ya te dije que no soy un simple agente especial, además, no tendrías por que saber nada sobre lo que un agente aprende dentro de la DEA- respondió el platinado, ambos sonrieron y el ojidorado despegó.
Dos horas después aterrizaron en una carretera escasamente transcurrida, tomaron dos escuadras cada uno por si se presentaba algún problema y dejaron la avioneta abandonada. Ambos iban vestidos con el uniforme de la DEA y esto les facilitó conseguir un transporte.
-Alto!- ordenó el platinado, parado al centro del carril y con sus manos extendidas hacia el frente. La Toyota doble cabina de color negro se detuvo y el ojidorado caminó hacia la ventana del conductor.
-Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?- preguntó el hombre al bajar el cristal, su mirada estaba fija en la avioneta al lado de la pista.
-Somos los agentes Smith y Obando, agentes especiales de la DEA, estamos en un operativo oficial y necesitamos transporte- dijo el platinado mostrando su placa. El hombre al ver la placa frunció el entrecejo.
-¿Se llevarán mi camioneta?- demandó quitándose el cinturón.
-No señor, solo queremos saber en que parte de Nicaragua estamos y que nos lleve a la ciudad más cercana, es que... Tuvimos un inconveniente con la avioneta e improvisamos un aterrizaje de emergencia sin saber nuestra ubicación- explicó el moreno señalándole la avioneta.
-Gracias a Dios están bien, bueno, suban, los llevaré- se colocó el cinturón y quitó el seguro a las puertas para que ambos oficiales subieran.
-Muchas gracias- dijo el platinado al subir.
-No es nada- sonrió el conductor. -Estamos en Estelí, ¿hacia dónde se dirigen?- cuestionó mirándolos por el retrovisor.
-Vamos hacia ciudad Darío, Matagalpa- respondió el moreno mirando por la ventana.
-Eso está a 2 horas de aquí- refirió el hombre.
-No se preocupe, asumiremos el gasto de combustible- aseguró el platinado, el moreno le clavó la mirada y el conductor asintió satisfecho antes de pisar a fondo el acelerador.
Al llegar a ciudad Darío, Koga entró a una boutique y salió con dos camisas para disimular las oficiales, se las pusieron y luego pidió un taxi que los llevó a un pequeño y modesto hotel.
-Solo nos quedan dos días- refirió el ojiazul quitándose las camisas, el chaleco, y el pantalón, quedando únicamente con un ajustado boxers.
-Más que suficiente- escupió el platinado quitándose las camisas y el chaleco antibalas que llevaba puesto. El moreno frunció el entrecejo al ver la marca del pájaro negro en el pecho del ojidorado.
-¿Por qué te dejaste marcar? Ese es un juramento de lealtad hacia el cártel y tú no pensaste nunca en cumplirles- tomó una manzana y la mordió mientras miraba de reojo a su interlocutor.
-Lo hice por...- detuvo sus propias palabras, Koga no sabía que él era Sesshomaru Taisho y no tenía por que saberlo, la Miko no había mencionado esto a ninguno de sus socios quizá para que estos no trataran de asesinarlo. ¿Acaso, indirectamente trataba de protegerlo?... El agente resopló y negó con la cabeza, no, la Miko no había mencionado nada porque ese asunto era personal y al parecer, ella había cumplido; "yo no te buscaré y tú no me buscarás".
-Por lo que sea que lo hayas hecho, si alguno de nuestros enemigos te agarra y ve esa marca, cortarán tu cabeza y se la enviarán a la Miko aunque tú ya no pertenezcas a sus filas- se puso de pie moviendo sus hombros de forma circular; estaba adolorido por el largo viaje.
-Lo sé- respondió el agente. Koga salió de su rango de vista; se había ido a dar un baño. Sesshomaru caminó hacia el balcón y miró el extenso valle. -¿En dónde estás Miko?- se preguntó a sí mismo. No podía creer que aquella joven que había confesado amarlo, ahora estaba a punto de casarse con Inuyasha. -No dejaré que te cases, tú no me puedes hacer esto Kagome- suspiró y pasó sus manos por su rostro. Necesitaba verla, saber si en sus ojos había amor por el sicario, deseaba en caso de que ella amara a Inuyasha; ser testigo de aquella ceremonia para así enterrar definitivamente sus sentimientos por ella pero de no ser así, él impediría a toda costa aquel casamiento.
Caminó hacia el teléfono y tomó la guía. Buscó algún distribuidor de fuegos pirotécnicos  y encontró varios, buscó en internet cual era el distribuidor más grande y sonrió.
-¿Qué haces?- demandó a saber el moreno al salir del baño y ver al ojidorado cerrar la guía telefónica.
-Iremos a la capital- declaró con firmeza. -Muevete- ordenó.
Media hora después, ambos salieron del hotel y tomaron un autobús que los llevó a la capital. Afortunadamente encontraron abierto el local de fuegos artificiales.
-Buenos tardes- saludó el platinado al entrar. -Somos los agentes Smith y Obando, agentes especiales de la DEA, traigo conmigo una orden judicial para la revisión de un pedido en especial- explicó a la jovencita apostada en caja.
-Buenas tardes agentes, ya estamos cerrando el local y no está el administrador para atenderles, pero pueden volver mañana a partir de las 8 am- respondió la chica con una sonrisa.
-No está entendiendo, esto es un operativo de seguridad nacional y necesitamos la información de inmediato- recalcó el ojidorado.
-Vea señorita, lo único que necesitamos saber es si tienen algún pedido que llevar a ciudad Darío, nada más- refirió el moreno completamente serio.
-Aqui está la orden- dijo el agente "Smith" entregándole a la chica un papel el cual ni siquiera leyó pues todo estaba escrito en inglés. La joven vió las placas pendiendo del cuello de los agentes y asintió.
-Bien, buscaré en el sistema- respondió finalmente. Los agentes asintieron y Koga jaló disimuladamente al ojidorado.
-¿Qué coños le diste a esa mujer?- inquirió con el ceño fruncido.
-Una orden de captura en contra de Naraku Onigumo- respondió el platinado dejando al moreno con la mandíbula desencajada por el asombro.
-Te pasas de verga! Que tal que la chica sepa inglés!- regañó en voz baja.
-Si supiera inglés, estaría en un call center- masculló volteando hacia la joven cajera.
-Efectivamente, tenemos un pedido para el día sábado en ciudad Darío- refirió la joven mirando el ordenador.
-Muchas gracias, eso es todo- dijo el platinado, se acercó, tomó "La orden" y salieron del local, la chica se encogió de hombros y apagó las luces para que el chico de seguridad terminara de cerrar el local.

EL CÁRTEL DE LA MIKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora