EL CÁRTEL DE LA MIKO

CAPÍTULO 4

Inuyasha permanecía al cuido de la Miko 24/7 y tenía ojos y oídos por doquier, había enseñado a la joven a disparar toda clase de armas, se había encargado de presentarla con todos los socios del pájaro negro y al parecer, la joven traía en la sangre lo de los negocios, rápidamente se adaptó al puesto de patrona, lucía, hablaba y se comportaba como tal; atrás había quedado la joven novicia, la joven humilde, temerosa y llorona, ahora era toda una mujer de negocios.
-Inu, ¿que tanto piensas? Vas a hacer cortocircuito!- se burló el joven pelirrojo.
-Shippo!- regañó el ojidorado. -Estaba pensando en lo mucho que ha cambiado la patrona... Llegó aquí con ropas de religiosa y mírala ahora, viste a la moda, usa armas de todo tipo, habla como solía hablar el patrón, es toda una hembra pero con los huevos de diez hombres- dijo con orgullo.
-¿Te.. te gusta la patrona, Inuyasha?- interrogó el pelirrojo.
-Qué! como crees!- exclamó fingiendo indignación.
-Inuyasha, la patrona es una mujer muy bonita, no me extrañaría que tú, siendo su hombre de confianza y estando prácticamente todo el día a su lado, te enamores de ella- dijo dándole codazos en las costillas al peliplata.
-Ay Shippo, que pendejadas dices!- gruñó sonrojado.
-Piensalo, quizá no le seas tan indiferente- animó el chico. -Recuerda de que ella no se relaciona mucho con hombres y que al estar cerca de ti todo el tiempo...- insinuó con una sonrisa ladina.
-Claro que no Shippo, ella es mi patrona y yo la respeto mucho- respondió el ojidorado un tanto nervioso.
-Cobarde!- espetó burlonamente y dió media vuelta.
-Khe!- soltó el platinado cruzándose de brazos.
-Inu, ya llegaron los hombres de Onigumo con el dinero, quieren que la patrona les reciba- dijo la joven pelinegra al entrar a la sala.
-Yo les voy a recibir- respondió el ojidorado saliendo.
-¿Donde está la Miko?- cuestionó serio un joven platinado que venía a cargo del dinero.
-La patrona está descansando, yo te voy a recibir el dinero, Hakudoshi- se acercó y el joven negó con la cabeza.
-El patrón me ordenó entregárselo a la Miko personalmente, lo siento mucho Inuyasha- el ojidorado frunció el entrecejo.
-La Miko resultó herida, le dieron un balazo en el brazo y todo por un sapo que le dió el pitazo a la DEA, dime Hakudoshi, ¿tu patrón ya encontró a ese sapo?- inquirió arqueando una ceja.
-No lo sé Inuyasha, yo solo se que me ordenaron...-  decía el joven pero fue interrumpido.
-Me importa medio kilo de reata lo que te hayan ordenado, la patrona no está disponible, me dejas la plata o te la llevas de regreso, tu decides cabrón- Inuyasha era el hombre de confianza de la Miko y lo había sido del pájaro negro, pero con él nunca fue tan sobreprotector.
-Tendré que llamar al patrón- respondió Hakudoshi, no quería meterse en problemas. Inuyasha y sus hombres permanecían alertas y con arma en mano por si se armaba la fiesta pero tras breves segundos Hakudoshi volvió y le entregó el dinero al ojidorado para luego largarse velozmente.
-Pinche cabrón, su patrón manda en sus tierras, aquí manda la Miko y si ella no está disponible, aquí se hace lo que mis huevos digan- espetó con propiedad y una sonrisa de triunfo mientras los demás hombres llevaban hacia adentro las cajas llenas de dinero.
-Sería un excelente patrón- susurró Shippo mirando a la distancia al orgulloso ojidorado.

<< DIAS DESPUÉS>>

-Sesshomaru Taisho- repetía la joven azabache como queriendo memorizar y no olvidar jamás ese nombre. -¿Por qué coños no hay registros sobre ti? ¿Por qué no hay ni siquiera una foto tuya en los periódicos, archivos policiales ni internet? ¿Quién carajos eres?- se preguntaba a si misma mientras acariciaba su frente con el cañón de la escuadra bañada en oro.
-Patrona, disculpe que la interrumpa, Kohaku está aquí- informó Shippo.
-Lo voy a recibir aquí, dile que pase y dile a Inuyasha que venga- respondió la Miko poniéndose de pie.
Tras la orden, el pelirrojo salió en busca de ambos caballeros, segundos después los dos entraron al comedor.
-Patrona- saludaron ambos y ella les ofreció asiento.
-¿Me traes nueva información?- solicitó, no quería perder el tiempo con formalismos.
-Por supuesto- afirmó el joven. -Sesshomaru Taisho, jefe de operaciones especiales de la DEA; todos sus registros fueron eliminados de las bases de datos de la institución pero encontramos algo que le puede interesar- hizo una pausa que molestó a la patrona.
-Habla de una maldita vez!- exigió fastidiada.
-se casó hace diez años con la ahora retirada agente de inteligencia Kagura Sinclair, dos años después registraron a su primera y al parecer única hija, Rin Taisho Sinclair la cual hoy en dia tiene 8 años de edad, la niña estudia la primaria en la escuela "Sakimi Tama" y lo más importante... Viven en esta dirección- extendió su mano entregándole a la Miko una ficha con la dirección de su enemigo. La joven sonrió satisfecha por el excelente trabajo.
-Sesshomaru Taisho, tu hora ha llegado- sentenció mientras veía la dirección del asesino de su familia.

////////////////// (DEA) //////////////////

-Ya te dije que no tienes de que preocuparte Sesshomaru, no hay registros, fotos ni nada sobre tí en ningún lado, en otras palabras; tu no existes- aseguró el jefe de gestión de operaciones
-Pues no me basta, mis hombres me han informado de extraños movimientos; últimamente han visto a dos vehículos blindados en las cercanías de mi casa y no solo eso, han visto un Camaro blanco en la escuela de mi hija y adivina que...- frunció el entrecejo al ver que Totosai se encogía de hombros. -Cuando mis hombres intentan acercarse a investigar, los fulanos salen huyendo a toda velocidad, eso sin contar que no traen placas!- espetó.
-Voy a redoblar la seguridad para tu mujer y tu hija pero voy a recomendarte algo sessh... No te acerques a ellas, al menos no por ahora, podrías ponerlas en riesgo si en verdad es que te están montando vigilancia, porque sin duda alguna, es a ti a quien buscan- dijo el viejo, el ojidorado asintió, no le gustaba la idea de alejarse de su familia pero tenía que hacerlo, no podía exponerla, jamás se perdonaría si algo malo les llegaba a pasar por su culpa, él tenía claro que habia desmantelado varias organizaciones criminales en los últimos años y que muchas de ellas ya le habían puesto precio a su cabeza.